La Libertad es una conquista
Es realmente una tarea complicada aquella que procura y quiere habitar y desenvolverse en los lares de lo desconocido. Nadie dijo que todo fuera fácil para salir del lugar natal o de crecimiento y emprender una nueva ruta, pero de no tomar otro camino que sea distinto al actual, sin Libertad Colectiva, en política, es decir, la máxima expresión de la moral, empezando desde la conciencia personal, siendo así, la experiencia y lo evidente nos revela que todo será harto, habrá despotismo y no existirán las virtudes propias de la ciudadanía, ni siquiera el éxito o el valor, sino, entre la confusión, la decrepitud, la desidia y lo amorfo. Sin Democracia formal, sin control al poder absoluto, sin un sistema observado, se llegará en cualquier caso a un ambiente propio de la quietud de las necrópolis o de lo muerto, que es donde permanece desde hace décadas la sociedad española. Lo cómodo, lo pasivo y la zona de confort son actitudes y aptitudes necias y cobardes que terminan en el mejor de los casos en lo amargo, lo desquiciado o lo enfermo, por consiguiente, en lo exánime. Por ello, ya solo que las personas se sirvan de una crítica social y política objetiva y de carácter descriptiva y desapasionada, voluntariamente, es un síntoma esperanzador y alentador; la actitud sin obcecación ideológica ni oportunista para la comprensión de la realidad pública, su atención con el reparo pertinente y con honestidad intelectual resulta extraño a la vez que renovador en una sociedad pretenciosa, incapaz y aterrorizada por todo lo que es político.
Si hubiera un medio fácil de liberar a sociedades de millones de personas de la tiranía o de la corrupción moral y del miedo, estaríamos cambiando de gobierno cada día, y esto es lo que deben de pensar los extranjeros cada vez que observen los medios de comunicación españoles, donde llaman de mil y una maneras distintas a las formas de gobierno y de Estado que hay hoy en España, habiendo solo una, que es la Monarquía de partidos como forma de Estado y el Estado de partidos como forma de gobierno. Desde que iniciamos este trabajo y acción periodística con esta Revista en marzo de 2022, la experiencia de difusión en contacto directo con la sociedad de “a pie” nos ha dicho que estos textos son válidos cuando hay voluntad de comprensión e integridad cívica, y ha definido las consecuencias de su comprensión en determinadas personas que, una vez han prestado atención a lo que dichos textos señalan, se ven comprometidas verdaderamente con un cambio, lo cual, queda demostrado que estos textos son garantes de la acción constituyente y de la formación de una hegemonía cultural necesaria para descubrir las vías de acción y las conductas morales nuevas como herramienta para esa parte de la sociedad activa comprometida en la conquista de la Libertad Colectiva, el Tercio Laocrático. Algunas consideraciones y principios para que se de este descubrimiento podrían ser: primero, venido de la curiosidad personal, síntoma de la juventud y lo joven; segundo, de la reflexión individual muestra de integridad cívica, que influye a largo plazo en la consideración de lo público y produce la liberación del ansia partidista, del vicio peligroso de la urna sin Democracia y de la servidumbre voluntaria, cuales males que ocultan el espíritu sano, objetivo y desapasionado para entender la realidad política con una mente limpia y sincera consigo misma y que responda a la razón apartándose radicalmente de atropellos fanáticos; tercero, una vez entendido el contenido básico de los conceptos, de la actitud en la conducta a largo plazo, que robustece la experiencia en la acción política de difusión en las vecindades para la consecución de la hegemonía cultural, que edifica una defensa ante el abuso de poder y supera una primera barrera en oposición a este para dar paso a la conquista de la Libertad. Quizás esta Revista no llegue tanto a muchísimas personas, pero sí, al que le llegue, le puede ser de provecho para una comprensión personal con la mirada puesta en el futuro desconocido del exterior, que es lo público.
En una sociedad donde los votos son los que sustentan la corrupción y el crimen de Estado, que es el motor para que pueda funcionar todo, no hay tarea más digna y sensata, a pesar del arduo trabajo que supone tras décadas creciendo con el cinismo y la corrupción como factor de convivencia en todos los órdenes sociales y políticos, que aquella que trate de crear, mediante la cultura de la Libertad Política y la Democracia formal, valores nuevos de convivencia para saber defenderse del poder corrompido y quiera borrar la ofuscación romántica ideológica y la servidumbre voluntaria para exponer soluciones viables y realizables. La corrupción siempre estará presente, dada la naturaleza del hombre, pero, una cosa es que la corrupción exista como epifenómeno o sea de carácter casual e individual a lo largo del territorio nacional, y otra muy diferente, como sucede hoy, es que la corrupción sea fundamento y factor para poder gobernar dentro del Estado y se desarrolle de manera sistemática y sin ningún control por parte de los individuos; poder del Estado en España donde, se encuentran y se han encontrado los últimos más de ochenta años comprimidos todos los poderes, Ejecutivo, Legislativo y judicial en las mismas manos; en la forma de gobierno de la dictadura en un partido único estatal y en la forma de gobierno del Estado de partidos desde 1978 entre la oligarquía de facciones estatales.
Lo cual, si pensamos por un momento, no es con reformas ni con cambios de las leyes, no es ni puede ser mucho menos con el cambio de personas ni de partidos, porque, evidentemente, es el propio Régimen de partidos que no puede funcionar de ninguna otra manera que no sea mediante la corrupción. La corrupción en el Estado de partidos basada en un sistema proporcional de listas da igual abiertas que cerradas, como demuestran diferentes estudios académicos y científicos, es fundamental, es el resultado inevitable. En España todo lo que se mueve o transcurre con vida respecto del ámbito público y político de los españoles se da única y exclusivamente dentro del Estado y entre la clase estatal en el poder, que son las facciones del coto legal de la Carta otorgada de 1978. Y lo que vemos, el panorama político y social que envuelve a los españoles es verdaderamente una masa de súbditos, siervos voluntarios en la mayoría de los casos, ignorantes de su realidad, sin control de sus vidas que participan de una profunda pesadilla, de un insufrible debate inútil e hipócrita sobre la competición por el dinero y la fama de la aristocracia que conforma la Monarquía oligárquica o de partidos dentro del Estado. El movimiento de la acción política y económica solo se da y se puede dar dentro del Estado y desde ahí se llama a la sociedad para el refrendo en las urnas, los españoles no participan absolutamente en nada, solo sirven para definir las cuotas de poder entre los oligarcas, legitimando su poder, heredado de la dictadura, en el Estado.
Esta Revista seguirá atendiendo la ardua empresa de la difusión de una cultura política desconocida en España y en Europa, de nuevos valores y consideraciones morales de lo público en virtud de la Libertad Política y la Democracia formal. La cima se encuentra, tras la apertura de un periodo de Libertad Constituyente, en el más refinado sistema de poder hasta hoy concebido por el pensamiento político basado en la forma de Estado de la República Constitucional, definido y limitado de forma científica-jurídica por el jurista y pensador repúblico Antonio García-Trevijano Forte en su Teoría pura de la República constitucional. Esta Revista es consciente de que no puede haber salida a opciones políticas nuevas ni se puede dirimir la crisis de Estado permanente que existe desde 1978 si no hay una ruptura íntegra y radical con el Régimen actual de partidos desde fuera de la legalidad vigente y de todo lo oficial, es decir, desde la opinión de la realidad pública difusa de aquellas personas que han considerado y entendido dichos conceptos políticos desconocidos y su acción constituyente para llevarla a las instituciones. No puede haber cambio desde lo que los medios oficiales inyectan como modo de solución para su propaganda, porque siempre servirán al poder establecido. Esa acción constituyente está apartada de los restos que quedan de la facultad judicial, es imposible que se desarrolle una justicia como solución a un problema político que es únicamente de Estado, es por ello que no se puede acudir a un cambio político por medio del Derecho, que está totalmente marginado y controlado por las facciones estatales en el Estado de partidos. No es la justicia la solución existiendo un Ministerio de Justicia como organismo de gobierno, el espíritu justiciero en los tribunales en el Estado de partidos es una auténtica ficción y fantasía, o, propaganda partidista. Es perfectamente increíble la propaganda del bienestar social en una nación donde no hay Libertad ni hay justicia, como tampoco es acción acudir a la jugada de gobierno por regular el mantenimiento de la sanidad o la enseñanza o apelar a la búsqueda de una igualdad social puramente utópica.
No son las jugadas de gobierno ni el contenido institucional y gubernamental del Régimen lo que propiciará ningún tipo de cambio, porque son esas jugadas y esas estructuras las que alimentan a cada uno de todos estos elementos políticos y sociales. Hay algo esencialmente más importante, prioritario y primordial, que es el hecho de una ruptura con el Régimen de partidos actual, un proceso de ruptura, una serie de fases y superación de barreras contra el poder desde fuera de la legalidad vigente, para crear en su lugar un sistema de poder, es decir, unas reglas de juego formales para todos, gobernados y gobernantes y establecer unas medidas institucionales, inscritas en una constitución para controlar al poder, como son la representación del elector y la separación de poderes Ejecutivo y Legislativo en dos urnas diferentes principalmente. El producto de ese cambio no puede terminar en otro lugar que no sea una Democracia formal o representativa, que es la única alternativa política al Régimen de poder actual, para garantizar los Derechos de los ciudadanos, las libertades individuales, privadas y civiles siempre en virtud de su fundamento y principio inalienable de Libertad Política Colectiva y proteger a las minorías con el amparo en una constitución.
Este artículo lo puede encontrar en la Revista Libertad Política.
Antonio HR, miércoles 8 de marzo de 2023.