En la imagen, una pintura de Dieris Bouts, “El Infierno“, 1450

 

 

La categoría de ciudadano

 

Precisamente, tener de objeto en tu vida un simple sueldo, es lo que nos ha traído hasta aquí y nos ha hecho esclavos a todos.

Me hago una formación profesional, tengo un trabajo, alquilo/compro piso o casa, y ahí termina la vida“, de esos hay millones. Y resulta que, cuando se da cuenta, es un pobre esclavo encerrado en esa amarga rutina y así hasta morir. Cuando se fija en su relidad, el mundo gira a su alrededor, y percibe que hay personas que viven alrededor de él, en la misma sociedad, que tienen miles de cosas en común, es decir, la vida pública, la natural vida en sociedad. 

Esa vida en sociedad, que no es salir a bailar, ni los disfrutes, ni el dinero, ni la fama, ni viajar mucho, ni creer ser libre por muchos pensamientos libres que se quiera tener, no es lo cómodo, estos asuntos vienen después. 

La vida libre, como un verdadero ciudadano en sociedad, es saber que formas parte de un todo gracias a una responsabilidad personal de pura integración en los asuntos públicos que implica también a los demás convecinos; que cualquier opinión cuenta igual que la de cualquiera de los demás seres para tomar las decisiones; que se acepta, para un sano funcionamiento y mantenimiento de tales principios y valores para ser ciudadano, la norma y condición universal y remota, para que la elección de cualquier asunto, sean las mayorías las que decidan; elección que, junto con la de todos, define y es Constituyente del poder político, de lo político y lo público y de su organización y ordenamiento como sociedad o pueblo. 

Que, indiferentemente de tu ideología o pensamiento, hay algo en común que los hace ser únicos en conjunto y preservar un estado de seguridad y protección ante cualquier problema. Esta responsabilidad pública, que no existe en España, ofrece tener unas facultades colectivas, y esas facultades provienen de la conciencia en común como pueblo, de una conciencia común de Libertad, de saber y ser conscientes que entre todos pueden constituir su forma de vida, cuidar y desarrollar sus costumbres y tradiciones y tener la seguridad de que nadie se interponga por el medio o les prive de tales. Cuida de que, tal sociedad así, tenga la facultad y poder para definir su Constitución, elaborar sus leyes, garantizar sus derechos y libertades individuales, crear medios para que sea realidad la igualdad de oportunidades y derechos, tasar sus impuestos mediante la elección de sus representantes políticos elegidos por ellos mismos, decidir a mayorías quién los debe de gobernar y de qué manera. 

Una categoría social de ciudadano que no se atiene ni responde a la riqueza ni al alcance de placeres ni bienes materiales, sino a una RESPONSABILIDAD CÍVICA E INTEGRIDAD PÚBLICA CON LOS DEMÁS IGUALES. Esos son algunos de los requisitos que ofrece y garantiza la Libertad Política Colectiva y la conciencia pública de tal Libertad en una sociedad determinada. 

Eso es otro nivel para los españoles. Lo de los españoles es de Atapuerca. Toros, fútbol, la búsqueda de un sueldo que resuelve sus necesidades momentáneas, en muchos casos para aparentar ser lo que no se es, y hacer el paria por ahí como el más grande de los idiotas. Eso es lo que se da bien hacer en España. Y luego, cuando los pisan y los roban, cerrar el hocico como corderillos atemorizados, votar a quien los humilla, presumir de lo votado y después llorar, eso es lo único que saben hacer la mayoría de españoles. Servir, callar, pagar y votar. Y hacer el ridículo y mucho como sociedad, cuanto menos, ser un motivo de burla para aquel curioso que viene a ver desde fuera el panorama social. Lo peor de todo es que, estos principios tan valiosos para ellos, no les es de la más mínima atención a la mayoría de los españoles, que presumen de ciudadanía que no tienen. 

Creen para saber y no estudian para entender. Cuando es la indiferencia al consejo la muestra de la soberbia generalizada, y que este hecho anormal se traduce en España observando que, todo funciona mediante opiniones personales, que es la base de su conocimiento e intelecto, y de hecho, y es verdad, y cualquiera puede hacer la prueba, de que nadie puede hablar con propiedad ni afirmar nada como verdad sin salirse de esa estúpida y ridícula forma de vida tradicional del relativismo y del escepticismo que llevan curtiendo las últimas generaciones. Sin valores, sin principios, sin ideas y sin esperanza de nada. 

La cobardía llega hasta el punto de que, nada más es atendido que aquello que se considera, en base a la cobardía generalizada, con: 

_lo políticamente correcto, la atención a los medios, todos manipulados y controlados por el poder de quien tenemos que defendernos; consenso social basado en una convención generalizada que se sostiene en el complejo del buenismo, el complejo de inferioridad con otros pueblos y naciones y un sentimiento de vergüenza que produce la misma forma de gobierno del Estado de partidos; con el miedo a lo público tradicional; con el desconocimiento y confusión sobre la materia política, no sólo eso, sino la falta de molestia en mostrar el más mínimo interés por informarse de nada; el egoísmo y soberbia de no hacer nada que no sea mirar por uno mismo y no por la sociedad en la que se vive, es decir, cuestión de integridad y voluntad personal en conocer e interesarse por tales temas; la conformidad y docilidad al sometimiento y al vasallaje; la desconfianza a todo igual y la deslealtad a la causa de una conciencia como pueblo colectiva en común_. 

Son esos “sinvalores” realmente los que hace pensar a los españoles que ese es el buen camino, que así, son buenos ciudadanos, pues los resultados y la realidad, como la evidencia nos ofrece, es bien distinta.

Este asunto, que es de analizar profundamente, trataré de desarrollar y profundizar en los detalles en otros artículos más adelante. 

 

Antonio HR, sábado 29 de julio de 2022.

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