(Imagen principal, Mural “Liberacion”, Palacio de Bellas Artes, Ciudad de Mexico).

 

El camino hacia la hegemonía cultural

 

Temas _ Presentación del artículo _. Conceptos políticos V. La hegemonía cultural, la revolución de las conciencias Estado actual de las cosas. La hegemonía cultural, origen, significado y desarrollo del concepto. El motor y el sentido de la hegemonía cultural. Filosofía de la acción constituyente. Experiencias y hechos. 

 

Hay un examen esencial, y considero que el más importante para hablar de lo que aquí, en este artículo, nos reúne, por el que debe de recorrer aquella parte mayoritaria de la sociedad que procura alcanzar un cambio sociopolítico, o una revolución, que es lo mismo, para liberarse de su agonía y librarse de su desaparición, en un estado de corrupción total como el actual, que es pasar por el juicio de la verdad. Sinceridad con uno mismo como primer asunto. Una cuestión esencialmente moral y de honestidad intelectual. Verdad fáctica como contraria a la mentira y a todo lo que no responda correctamente a la exposición de los hechos que están a la vista de todos, como son los asuntos públicos, y a la experiencia sabida, y que a nadie puede dejar con la duda o lo relativo cuando interviene la inspección y el análisis objetivo y desapasionado, sujeto a un método descriptivo de las conductas sociales y las relaciones de poder entre gobernados y gobernantes. 

Es prioritario entonces definir las formas de gobierno y de Estado que existe; cómo se constituyen las estructuras e instituciones de poder; señalar y determinar las causas y los factores principales que son el germen de los efectos nocivos, abusos e injusticias, que alimentan dicha disconformidad social; y lo que es del todo más importante, estudiar qué tipo de ley fundamental, máxima o constitución está establecida y cómo ha sido establecida. Y en el caso de que, por razones varias en las que la concepción y la consideración de la realidad pública y política haya sido distorsionada, confundida o manipulada, como sucede en el caso de España actualmente y en todos los Estados donde la corrupción es un fenómeno predominante y destacado, lo que procede es un proceso revolucionario, instructivo y pedagógico, que debe de surgir y desarrollarse únicamente en el seno la sociedad civil gobernada, que sirve para sanar la conciencia, el estado de indignación, pasto para el poder, y especialmente la moral de la sociedad. Es decir, una acción, fuera de la oficialidad y la legalidad vigente, de difusión y reconocimiento fuera de los hábitos y entornos que abarque el poder estatal y todas sus instituciones y medios a su alcance.

El objetivo de esta acción popular se sitúa allí donde el tercio Laocrático de la sociedad (concepto acuñado por Antonio García-Trevijano Forte El legado de Trevijano será eterno para describir esa parte de la sociedad activa, diferenciando el “Laos” activo homérico del “Demos” pasivo), haya conseguido el grado de fuerza suficiente para que, una parte mayoritaria de gobernados, disponga de una consideración homogénea en cuanto a una dialéctica sobre una serie de términos y conceptos, válidos para la comprensión de los asuntos públicos y de la política con respecto al estado de dominación y sobre las metas políticas que se pretende, estableciendo una hegemonía cultural. La hegemonía es un término que, hasta la obra de Antonio Gramsci (foto), el filósofo italiano, no se empezó a usar en el ámbito cultural. Un concepto que se usará como sinónimo de dirección cultural, además de política, y que su conquista y desarrollo, según el filósofo italiano, se tiene que desarrollar, no desde el poder establecido del Estado Conceptos políticos IV. De la nación y el Estado  , sino desde el seno de la sociedad civil. La hegemonía cultural es un medio para modificar y cambiar el orden en la intervención del poder en cualquier ámbito sobre la vida cotidiana de los individuos y la trascendencia de este en todas sus esferas que son relaciones de dominio. Hablar de hegemonía es hablar de un imaginario cultural social compartido, y, además, donde todas las clases están implicadas.

 

 

En nuestro caso se trata de una meta en base a tres conceptos que serán los más destacados y de fundamental importancia: la conquista de la libertad política Colectiva con la apertura de un periodo de libertad Constituyente España necesita abrir un periodo de Libertad Constituyente para elaborar una constitución, porque España no tiene constitución y la institución de una democracia formal o representativa como forma de gobierno al amparo de una República Constitucional como forma de Estado. Entre los ya citados y que son la base y los pilares de todo el edificio sociopolítico deseado, se encuentra una no poca variedad de términos y conceptos y otros vocablos que forman hoy una amalgama intelectual de significaciones y definiciones y que son usados corrientemente en los medios y las instituciones oficiales, pero, en cambio, no responden a la realidad fáctica ni a su significado propio, y que por ello, forman parte de las causas que hoy traen a la sociedad española por el camino de la desinformación, de la confusión, de la ceguera y de la derrota. Hay multitud de ejemplos de formas de confundir o extraviar el intelecto y la consciencia a los que podemos aludir, pero me basta únicamente con señalar dos, en mi opinión, los más destacados y los más perniciosos: la degeneración del lenguaje, por razones de consenso político Un acercamiento al consenso político., que produce corrupción de la moral y la dialéctica y conducta del “como si” utilizada en los medios y por la clase estatal en el poder, que procede del filósofo alemán Hans Vaihinger (La filosofía del “como si”, 1911); se vive, o se quiere vivir mejor dicho, de manera ilusoria “como si” hubiera democracia, “como si” hubiera libertad; “como si” hubiera constitución (separación de poderes).  

El grado de fuerza esclarecedora y de oposición para llegar a la hegemonía cultural, que es el concepto titular de este artículo, depende directamente de la voluntad y compromiso de todas aquellas personas que se ven en la situación de descontento, de impotencia o que son incapaces de crear por ellos mismos núcleos vecinales de oposición al poder actual de los partidos del Estado Los partidos políticos estatales., dado el estado de confusión de la que hablamos y la tradicional obediencia y docilidad de los españoles al poder autoritario; primero casi 40 años de dictadura, ahora casi 45 de Estado de partidos o Partidocracia. Esta acción, como lucha o frente de oposición, o “guerra de posiciones” como lo describe el filósofo italiano Antonio Gramsci, pacífica porque es cultural, precisamente para canalizarla civilizadamente, hace honor al propio significado de “política”, entendida en su significación propia como la “lucha por el poder”. Se concibe el motor de esta fuerza entonces, no sólo en un principio de lealtad a la causa del cambio y en consecuencia a la apertura de un periodo de libertad Constituyente Revolución, cambio y Libertad Constituyente, sino, a la integridad y la probidad individual de esas personas que procuran entre sus conocidos o familiares, entre sus cotidianos, la difusión y publicación del contenido pedagógico, así como pronunciarse para hacerlo entender y dilucidar. No es un proceso, como es evidente, que sea inmediato, se trata de constancia y perseverancia paciente, que, dada la escasa predisposición para la escucha de una sociedad atomizada, ahoga y mitiga en muchas ocasiones la moral del que lo realiza, digamos pues, que la lucha es más una contienda moral con uno mismo y con la realidad que le rodea. Yo contra el mundo. 

Como la política es la expresión máxima de la moral, no se trata tampoco, y sería contraproducente, de convencer a nadie ni tratar de inculcar determinadas conductas y consideraciones políticas, ya que, el cambio, no puede venir de otro lugar que no sea desde la reflexión y la comprensión de uno mismo. Es el individuo el que tiene que tener la voluntad y disposición de atenderlo, para, a posteriori, valorar el estado de las cosas y los métodos y herramientas de cambio; a un niño en la escuela, que reniega de aprender, de adquirir conocimientos, que tiene la mente cerrada y ofuscada, le ocurre lo mismo, ya porque no le guste la asignatura o simplemente porque no quiera estudiar, por mucho que se le fuerce incluso provocaremos el efecto contrario, no esperemos que ese niño adquiera conocimiento ninguno, y mucho menos conciencia de estudio. “Las puertas de la mente solo se abren desde dentro” (Alexander Humboldt). Como también son contraproducentes los tumultos y otro tipo de manifestaciones callejeras, que, en ausencia de consideración y entendimiento por parte del transeúnte, que desconoce el contenido del manifiesto, provocan en el espectador más escándalo que escucha, lo cual, términos como libertad y democracia quedan en el trastero y en la sucia consideración de cualquiera que contemple dichos espectáculos bochornosos. El asunto de las manifestaciones Acción indirecta resultan efectivas y operativas cuando, en un estado de deslegitimación del poder provocado en conciencia, y habiendo alcanzado un grado alto de hegemonía cultural durante todo un proceso constructivo y dinámico, local preferentemente, es decir, que los individuos son conscientes de dónde pisan y hacia dónde van y qué es lo que quieren cambiar, acompañan a la desobediencia pacífica y la abstención activa en las urnas, que es una herramienta pacífica como medio indispensable y necesario para deslegitimar el poder hasta la apertura de un periodo de libertades y la ruptura con lo actual. El pregón, típico y tradicional en España, es el caldo de la ignorancia, del rebaño y de los falsos mesías, que buscan más el reconocimiento y la fama antes que la liberación de a quienes se dirigen.

Me refiero al término local cuando digo que, es en aquellos lugares vecinales, ya sean pueblos, barrios, comunidades de vecinos o urbanizaciones, el punto de origen donde comienza a desenvolverse la reflexión compartida, la conexión de las conciencias, donde los individuos tienen más posibilidad de relacionarse, donde les unen lazos de convivencia vecinal, se reconocen y pueden organizarse y trabajar en equipo para crear esos núcleos de acción, los cuales, en el futuro, tendrán ya la maduración  intelectual y moral suficiente para forzar la próxima fase de conquista (Teoría pura de la República Constitucional, Filosofía de la acción Constituyente). Un movimiento inconsciente, reaccionario o de indignados, como ya se han visto muchos en España en nombre de la libertad y la democracia, no puede derivar nunca en una fuerza de acción organizada ni inteligente, quizá sí de reacción, pero no como ente o cuerpo responsable de sus actos. El olfato del poder y de los agentes a su servicio descubrirán la debilidad reaccionaria y propia de la indignación (ignorancia) que poseen tales revueltas y alborotos, desechando el contenido y la materia instructiva hacia un estado de confusión mayor que el que existía antes, y entorpeciendo en el presente y en el futuro para que pueda prosperar en su esfuerzo algún otro movimiento útil y recto. Si no se ha entendido, previo a dar el salto a la acción de difusión, que no se trata de otra cosa que de un asunto que esencialmente es de comunicación, de los modos y los modales que se utilicen en cada acto de difusión, y que sin premeditación y análisis previo, en la mayoría de los casos, si no en todos, dada la dificultad que tiene entablar una simple conversación sobre política entre cualquier español, serán fallidos, y en el mejor de los casos tomarán un rumbo descarriado del camino coherente a seguir. 

Igual de contraproducente es pensar que, ante la torpeza y la sinrazón de muchos que no son capaces de pensar, existe algún manual de pasos marcados, puntos a seguir o directrices a tomar en cuanto al desarrollo de una acción. Lo primero porque nunca se ha dado el caso en España, y si se hubiera dado en algún momento de la historia algo semejante, que lo dudo, el estado de las cosas no responde al estado de las cosas de aquella situación, la acción por consiguiente debe de ser distinta. Pues tampoco, no son iguales las condiciones ni la naturaleza de convivencia, de tradición y de costumbre que existen en cada uno de los distintos países o regiones del territorio nacional en España. Sería una equivocación y un absurdo enrevesado no pensar en la multitud de factores determinantes para poder llevar a cabo cualquier acción coherente. Si consideramos algunos de ellos en cuanto a todos los lugares y poblaciones en España, veremos que aparecen, entre otros, las diferencias de densidad de población, la historia de cada localidad, las conductas de las relaciones vecinales y los ritmos de vida de sus habitantes, lo cual, hace imposible que se pueda tratar por igual o construir una acción idéntica o simétrica y repetida municipio por municipio.

Si lo que se pretende es cimentar una hegemonía cultural alternativa a la que el poder dominante establecido mantiene en ese momento, mediante sus instituciones o los brazos mediáticos a su disposición, que son todos o casi todos, es necesario y preciso establecer una oposición o una “guerra de posiciones” (Gramsci). Superando una serie de barreras de carácter indiferente, intelectual, ideológico, conservador, y en muchos casos oportunista, concretamente sociales y que son desconocidas, diferentes y en la mayoría de las ocasiones espontáneas en cada posición (municipio, barrio, comunidad vecinal o región), y es en la vida cotidiana donde se desarrolla esta labor, donde surgirán, tanto oportunidades como impedimentos, a medida que el descubrimiento y la intuición vayan dictando la linde a seguir y los modos de iluminarla. Cuyo objetivo en cada posición es cambiar las conductas y los valores modélicos, crear una nueva conciencia conexa, no de todos, pero si de un número importante de personas, y una vez construida una unión consecuente y sólida, esa posición por sí sola pasará a la conquista de la siguiente. Partiendo de esta base, y siempre desde la iniciativa de la sociedad civil sin intervención estatal, mediante el constante movimiento repúblico, todo será creación de un nuevo intelecto asociado con la misma sociedad civil, que parte de la base de los mismos individuos de esa sociedad con nuevas propuestas y demandas atendiendo a la naturaleza de su región. El contexto en el que se desarrolla este mensaje, puramente vecinal, no es otro que en aquellas situaciones y momentos donde tenga cabida la razón, la reflexión y la escucha, no para cambiar la manera de pensar o los ideales, pues eso está en el terreno de la experiencia individual, pero sí unos principios y valores gobernados por la verdad, la decencia pública y la probidad que se queden ya para las siguientes generaciones.

 

 

Partiendo de la base moral de la probidad, la decencia y de la honestidad intelectual, necesarias en todo momento y situación de conquista, que son protectoras contra la confusión, el malentendido y el mal entendimiento e interpretación consciente, solamente la intuición, la experiencia y la maduración paciente del trato y el contacto con otras personas, junto con el sentido común, que debe de ir acompañado del intelecto para afrontar las situaciones espontáneas complejas y delicadas, y la propia experiencia así lo desvela, son algunos de los factores (quizás haya otros, yo no los conozco) determinantes para originar focos de acción locales organizados, que no sean susceptibles de ser extraviados ni disueltos por prejuicios ideológicos, los recelos que suscita la propaganda del poder en la imaginación de las gentes y la confusión que provoca el vil vocabulario de los medios. La hegemonía cultural es un cometido que deviene tras un esfuerzo responsable y esperanzador que empuja a una revolución cultural para cambiar las conciencias, las actitudes cívicas, la concepción de los valores morales y el significado del vocabulario que son hoy paradigmas de la sociedad, que son los que se pretenden cambiar. La moral de la consecución de una hegemonía cultural es de concretar y preparar un poder social coherente, consciente y precavido que ordena la decencia y la conciencia pública, que no se deja llevar por ambiciones de poder, fama o dinero, que impone sus reglas y deseos desde una perspectiva cultural y que debe ser más fuerte que cualquier otro poder, incluso que el político, que hasta ese momento está subyugando a las gentes en la ignorancia, la confusión y la coacción estatal.

(En la imagen Barrabas guiando a las masas de Jerusalen que mostraban indiferencia a Cristo, representa la falsa enseñanza y la falsa propaganda y el oportunismo que trae la ambición de fama, poder y dinero, en ese momento de cambio, eran habituales los falsos mesías)

 

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Antonio HR, sábado 1 de mayo de 2021.

2 comentarios de “El camino hacia la hegemonía cultural

  1. Daniel Prieto dice:

    Excelente artículo. Esta revolución cultural es imperativa ya que nos avalanzamos al desastre. Todo lo que esté en mi mano para difundir. Gracias por esta estupenda web que sirve de guía para quienes necesitan saber. Un saludo Repúblico.

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