(En la imagen, la felicitación de José María Aznar a Felipe González en julio de 1993, recién elegido en su último mandato como presidente del Gobierno).

 

Sociedad castrada 

 

Temas: Dictadura. “La Transición española”. Período de libertad Constituyente. Constitución. Poder constituyente. cortes Constituyentes. Separación de poderes, Representación política, Estado de partidos. Consenso político. Estado de autonomías. Ideología de la socialdemocracia.

 

La sociedad española está castrada a todos los niveles posibles. La Guerra civil del 36` dio paso a la represión, en la forma de gobierno de la dictadura, por la fuerza, en busca de un equilibrio político. Y lo que posteriormente se llamó “la transición”, en virtud del consenso político, perpetúa un modo social acomplejado y tradicionalmente servil en ausencia de una ruptura política con el anterior Régimen dictatorial. El actual Régimen de 1978, el Estado de partidos, ha ampliado y desarrollado los niveles de control social; ya sea por la disposición de un Estado mucho más desarrollado que el dispuesto por el General Franco, mediante la desconcentración de poder centralizado en 17 autonomías o pequeños Estados; ya sea porque los españoles siguen sin poder elegir absolutamente nada ni a nadie en la urna; o ya sea porque el libre pensamiento está prohibido debido a las consecuencias de dicho consenso político entre partidos estatales. Por consiguiente, es nula la reacción de la sociedad ante la injusticia y la corrupción dada la confusión que existe hoy entre la concepción del significado de democracia y la de Estado de partidos. Desordenada disposición intelectual social nunca antes experimentada.  

La castración institucional, indigestión política producida por una falsa constitución, elaborada sin cumplir ninguno de los requisitos formales, sin Cortes Constituyentes, ni los requisitos de contenido, no establece una separación de poderes en origen (dos urnas diferentes), lo cual, mantiene una indefensión de la sociedad ante un poder estatal de los partidos totalmente descontrolado. Sin representación política ni separación de poderes no existe mecanismo alguno en la sociedad para actuar en lo político y así poder controlar al que tiene poder. Queda pues la sociedad castrada en su capacidad de elegir, deponer o controlar el poder político. El sujeto de la acción política, en el Estado de partidos, no es la nación, sino los partidos estatales; así lo sentencia el Tribunal Constitucional de Bonn en Alemania. La sociedad queda a expensas de leyes que no responden a sus intereses, dictadas por el mismo Ejecutivo, apoyado por el resto de los partidos estatales que conforman el Congreso. Los españoles son meros espectadores del resultado del reparto del botín estatal.  

La castración espiritual, causada por el consenso, como valor último y fundamental del Régimen actual, que no es otra cosa que lo opuesto a la democracia, impide la política a favor de un reparto de poder entre facciones estatales dentro del Estado; todos piensan igual; y mantiene a los intelectuales doblegados y sometidos al poder a cambio de prebendas y subsistencia económica. Solo hay una verdad, la “razón de Estado”, excusa de cualquier decisión para los partidos que lo ocupan, y una ausencia de libertad de pensamiento soterrada bajo la falsedad de la libertad de expresión. La nación, las personas, queda apartada de la escena pública. 

La castración cultural, donde la verdad es relativa, donde es un valor el escepticismo moral, donde lo correcto o incorrecto no tienen la menor importancia, donde toda opinión es respetable y toda verdad es subjetiva, todo es justificable, hasta la mayor de las desvergüenzas, ya sea la corrupción como los crímenes de Estado, se ha desarrollado a causa de la ideología e la Socialdemocracia, practicada por todos los partidos estatales. Nada tiene la importancia necesaria para ser defendido, se tolera a las personas, y otras personas serán así toleradas, dando lugar a una cultura de sometimiento absoluto. Lo económico como único objetivo vital, dado el nivel extremo de corrupción partidista a imitar por los gobernados, da pie a la inacción ante los abusos y la quietud como señal, no sólo de inteligencia, sino de conciencia y moralidad pública. 

El orden en el que se han presentado estos niveles de castración es deliberado, ya que es en esa dirección en la que avanzan y se extienden, desde lo institucional a lo espiritual, y finalmente a lo cultural, como a la inversa, que los gobernados permitan esa corrupción y la apoyen en las urnas. Es justamente el orden contrario del camino a seguir para revertir esta situación. Desde lo cultural, con la exposición de la verdad como camino a la libertad. Alcanzando lo espiritual, en el momento en que la hegemonía cultural de la libertad política Colectica obligue a la conciencia de los más preparados de la sociedad a salir al frente de esa acción, llegando a lo institucional con un periodo de libertad Constituyente que resuelva el problema político que mantiene el actual Régimen del 78.

 

También en el Número de noviembre de 2023 de la Revista 2023 Libertad Política.

 

Artículos relacionados: Conceptos políticos I. La Dictadura, Libertad política y representación del ciudadano, De la separación de poderes del Estado., Los efectos de la socialdemocracia en la sociedad española, Un acercamiento al consenso político., Nueve incisos para definir el Régimen de partidos estatales del 78, su origen, características, su fuerza y repercusión en la sociedad civil., Pactos en el Estado., España necesita abrir un periodo de Libertad Constituyente para elaborar una constitución, porque España no tiene constitución, Asambleas o Cortes Constituyentes. Conceptos políticos VI, Cap. I de la Transacción española, una mirada a un pasado cercano y recuperable

 

Artículo redactado por Daniel Prieto. Abril de 2023

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *