De la ingenuidad al fracaso social y personal

En cualquier caso el Estado de partidos que hay en España como forma de gobierno o vulgarmente llamado Partitocracia, está sujeto por un mar de ilusiones populares aderidas a la variedad de colores, símbolos y logotipos estatales, es la mezcla de tan variado colorido en la oferta política con las distintas ideas, sentimientos y emociones personales de los individuos que se identifican con las facciones que desde el Estado se ofrece, es la identificación lo que caracteriza esta singular relación de poder entre gobernados y gobernantes. Este tipo de relación, la identificación, da paso al ciudadano a pensar que tiene un sinfín de oportunidades para elegir y puertas donde llamar para alcanzar sus propósitos políticos y públicos. Habéis leído bien, elegir, quiero dejar claro antes de abordar este artículo que elegir no es votar, hay una grandísima diferencia, como ejemplo tenemos la celebración de votaciones en muchas o casi todas las dictaduras que hasta hoy conocemos, con Franco también se votaba, en Venezuela se vota y en China y Corea también, la democracia no es poder votar como se dice. En este capítulo trataré de explicar a cerca de un tema que por lo general y como todo lo relacionado a lo político en España es un tanto confuso y capcioso, también es cuanto menos alarmante, estoy hablando de la ingenuidad, la creencia del individuo español de pensar que con su voto y su participación en las urnas puede cambiar algo de lo que a él personalmente le atañe o es de su incumbencia personal con relación a la sociedad que le rodea, esto atendiendo a la experiencia de estos últimos 43 años no ha sucedido nunca ni puede suceder jamás. En resumidas cuentas, se trata de que hay una confusión entre estar representado y estar identificado por los partidos.

Uno de los pilares principales de sustento del poder y así mantener el Régimen actual es la legitimación de todas las facciones del Estado, esto es, la participación en las urnas refrendando las listas de cualquier partido o votando en blanco o incluso el voto nulo, también la obediencia social a las propuestas estatales, lo que hace que el poder tenga su visto bueno y aceptación por la sociedad. Para ello tenemos que referirnos a la propaganda que el Estado inventa y fabrica mediante logotipos, símbolos y colores con los que el ciudadano de a pie se pueda identificar. Gracias a la indignación que el mismo ciudadano puede expresar por ejemplo en una manifestación o en la charla cotidiana con un convecino a causa del mal gobierno, el Estado adapta esa indignación y la considera demanda popular, ahí se produce y se fabrica la oferta política, para que el ingenuo votante lleno de ilusiones se lance a la urna con la inútil esperanza de decidir o cambiar algo de eso que tanto le perjudica y le atañe en su día a día. Por ejemplo, los logotipos y emblemas que estamos acostumbrados a ver en la propaganda y que van apareciendo a lo largo de este período partidocrático desde la transacción, conocida comúnmente como la transicion española, son los partidos que en su propaganda llaman al cambio, todos promueven en su propaganda electoral el cambio, algo que realmente no puede suceder y como hemos visto tras 42 años nunca ha sucedido, y es que es la palabra clave engañosa de la propaganda para que las nuevas ilusiones políticas de renovación del ciudadano y tras un período de 4 años de gobierno corrupto, por parte de cualquiera que haya llegado hasta ahí, se alivien pensando que algún día se dará ese cambio tan esperado y todo vaya a mejor. Se trata de crear una ilusión, una falsa esperanza al votante, para que este, ciego de ideas, vaya a refrendar la lista de diputados que el jefe de partido elavora, y además de no elegir ni decidir absolutamente nada en la urna, se cree de iluso que los intereses y objetivos reales de este partido están en mirar por él y sus convecinos, asi se confunde la identificación con la representación política.

Otro ejemplo de logotipos y emblemas en la propaganda del Régimen es poner nombre a las facciones del Estado con ideas de formas de gobierno o con deseos públicos de los individuos atendiendo a la demanda que desde la indignación popular o desde la propias urnas se percibe desde el poder; por ejemplo, poner de nombre a un partido “Partido anticorrupción”, “o Partido por España”, “Partido anti Podemos”, “Partido anti Vox”, “Partido antifascista”, “Partido de la república”; estos son entre otros miles que podríamos señalar, ejemplos de nombres que podemos encontrar según esté orientado el pensamiento e ideología o la indignación de los ciudadanos; es decir, que si se reprocha por ejemplo la corrupción, pronto el Estado fabricará un partido que diga que acabará con la corrupción política y lo promoverá hasta la saciedad, no sólo eso, es que, además, es el dinero público con lo que el Estado fabrica estas facciones, legales sólo dentro del marco estatal, llevando adelante la propaganda del Régimen. Si aparece un partido como hemos visto tras el movimiento de los indignados como Podemos, inmediatamente aparece lo opuesto a ello aparentemente como Vox, facción totalmente igual y con el mismo origen estatal y condicion jurídica, la misma ideología socialdemócrata, monárquicos los dos, siendo exactamente lo mismo como órgano del Estado, lo que mueve a las masas no es la naturaleza real y política de estos, el hecho que mueve a que los individuos a votar a estas facciones son los colores y los logotipos pretendidos mediante un acto teatral en mítines o pregones, y nunca es la razón.

Como es inevitable, necesaria y es factor de gobierno la corrupción y el mal uso del poder en el Estado de partidos, la conciencia de la clase estatal naturalmente y desde su origen también es corrupta. Es necesario estar corrompido moralmente porque todo aquel que entra dentro de ese margen estatal es consciente de que se está participando en el fraude y en la mentira legalizada. El que entra a formar parte de la clase estatal sabe y conoce muy bien ese terreno y lo hace en conciencia de manera voluntaria, se sabe verdaderamente que se va a participar de lo que está ocurriendo que es el fraude o corrupción institucional permanente, sistemático y sistémico, se sabe y se es consciente del hecho que mueve el fraude y la causa principal de lo que sucede como el niño que sabe que ha roto un cristal y quiere esconderlo; no hay nadie de la clase estatal que pueda ser digno ni una persona con la moral limpia, se precisa de ser corrupto, moral y materialmente, no es la personalidad de la propia persona sino la característica de la propia estructura de poder la que obliga y hace que, entre quien entre a funcionar dentro del mundo político, termine podrido de corrupción. Es la indignación necesaria el faro y guía para el Estado y para los partidos políticos para fabricar excusas en sus mítines y propaganda y, como pez que se muerde la cola, la aparente oposición replica al cada vez más incompetente gobierno en funciones, entrando así en un bucle que solo puede frenar la sociedad dejando de refrendar esas listas que los jefes de partido elavoran. Este fenómeno hace que la sociedad civil juegue siempre en el campo del Estado, nunca en su campo que es la Nación, ya que la participación es el elemento que necesita el Estado de partidos para funcionar y así llegar a su único y principal objetivo que es la integracion de las masas en el Estado. Cuando la demanda de la opinión pública llega a manos del Estado, este, se lo da en forma de facción o de pregón, para conseguir lo único que las oligarquías necesitan para poder seguir donde están, el voto, así y de esta manera, el cambio no pueda suceder jamás por mucho que se vote y por mucho que se participe en la urna, venga quien venga o apliquen partidos u organismos nuevos atendiendo a dicha demanda, inevitablemente el que entra no es para cambiar nada, el que entra lo hará para reforzar lo que hay, con las mismas reglas de juego y con el mismo espíritu corrupto. Por esta razón, la participación en la urna es una trampa para ratones que sufre cada 4 años la sociedad con derecho a sufragio en España y que prepara el Estado con los propios votos de los indignados dependiendo de esa demanda, en lo que por ignorancia u oportunismo, los siervos voluntarios, participan en las votaciones que con tanto afán y con ayuda del dinero del contribuyente, las facciones del Estado preparan con una engañosa y confusa propaganda. No solo eso, de la suma de la consciencia y la voluntariedad que trae consigo formar parte de la clase estatal, con lo cual, de la corrupción  inebitable en cualquier caso, tenemos el resultado de la inteción de que, el que entra ahí dentro, ya sabe a lo que va, sabe que entra para corromperse dentro del teatro y el circo de la apariencia, y el votante es el que fracasa atendiendo a la película que ya todos saben el fin; no obstante, cuando este nuevo que entró y prometió se ha llenado los bolsillos, no sabría decir porqué, el fracasado, se carga de nuevas ilusiones para esperar la nueva oferta del Estado convirtiendo el asunto en un toma y daca donde el elector termina por fracasar una y otra vez y la corrupción se vuelve incesante e imparable, factor de gobierno.

 

Hay que dejar clara una cosa que al menos yo considero imprescindible y que hay remarcar cuando lo que queremos es hacer una valoración de la moral del votante en España. Puesto que el voto acarrea una responsabilidad moral y personal que se implica inevitablemente en la conciencia pública de los ciudadanos, si nos referimos a que cuando se vota es porque personalmente se concede o existe una relación de confianza en el acto del voto y en lo que se va a votar, tenemos que plantearnos una pregunta, ¿En que se puede confiar cuando lo que desde hace 42 años estamos viendo cotidianamente es el no cumplimiento de los programas electorales?; por ejemplo, no sólo es incumplimiento, sino que se hace lo contrario de lo prometido, o que es tan obvio que las instituciones no son democráticas que no existe la justicia porque está en manos del Ejecutivo, allí donde haya un ministerio de justicia no puede haber jamás una justicia independiente, que estamos viendo que la corrupción forma parte de nuestras vidas desde primera hora de la mañana, que no ha cesado ni un solo minuto, ¿dónde esta esa responsabilidad como ciudadanos que tienen la intención de cambiar algo?. Quiero decir con esto, y que nadie se ofenda y como personas sensatas pensemos y recapacitemos; es que no es ser ingenuo, ingenuo se es cuando se desconoce las consecuencias de haber votado, porque por lo general, se desconoce que no hay democracia, se cree que la hay, entonces sí, se peca de ingenuo cuando se vota, pero si atendemos a la pregunta que antes he desarrollado ya no es ingenuidad, es de ser imbécil o muy poco responsable, todo sea que no sea uno un oportunista que le venga personalmente bien que todo siga así, tal cual está, entonces sí, que vote. Pero si lo que se pretende es cambiar algo y se ha intentado ya por ende, ¿cuál es el motivo o la razón para confiar en las urnas cuando se vota en España?, es de un grado de irresponsabilidad como ciudadanos que podemos decir que el votante en España no tiene la más mínima responsabilidad ni civil ni pública (tema, la responsabilidad que en otros artículos considero un tema a desarrollar), estamos hablando de un grado de corrupción moral de una magnitud casi yo diría inalcanzable. Cuando una gran mayoría se indigna al no ver cumplido el programa electoral que votó, ya no hay excusas para quejarse, y mucho menos para que si vuelves a confiar te sorprenda que vuelva a ocurrir otra decepción. Aunque hay un caso de personas aún peor, y son esas que te dicen que ya se esperaban que iba a suceder así pero que aún van y votan, ¿Cómo calificarían ustedes a eso?, porque yo sinceramente no le doy crédito. Es algo así como el sadomasoquismo o hacerse el “harakiri personal” o hay que tener una moral podrida absolutamente y no con muy buena fé. Ingenuo es aquel que, en el Estado de partidos, confía en la clase estatal y se cree que los políticos miran por su futuro, ingenuo es para mi decir ignorante, ignorante en la materia claro, pero muy estúpido si cuando ya te han decepcionado tantas veces vuelves a arrastrarte a la urna. Es de género enfermizo la confianza de los gobernados a los gobernantes en España, y es que son casi 2/3 de la población quien se lanza a la urna a ratificar la corrupción y la mentira. Realmente el Estado de partidos, no solo ha convertido a los gobernantes en corruptos, también los gobernados, de manera moral e irresponsable sin ninguna disciplina civil, se han convertido a lo largo de este Régimen en corruptos y farsantes, y es que los gobernantes tienen los pueblos que se merecen. Siendo esta la realidad, ya no se puede ser ingenuo de ninguna manera. Será otra cosa, otra cosa nada buena, y es que una vez que se vota, y al contrario de lo que se cree, luego no te puedes quejar.

La realidad de este Régimen de partidos es que reúne todos los ingredientes para terminar siendo el fracaso de cualquier votante, no hay nada donde se pueda un ciudadano apoyar, no hay nada que sustente ni nada sensato y productivo, se hable de lo que se hable y se toque lo que se toque uno se quema. Son muchos los ejemplos que podríamos poner pero lo quiero resumir en la propaganda, los mítines políticos que se celebran a lo largo de todo el territorio español, donde las promesas de los partidos son la propaganda directa y con lo que los espectros de votantes se identifican y crean sus propias expectativas políticas e ilusiones que nunca llegan, que no pueden llegar y, que nunca han llegado. El protagonista de la conciencia de cualquier votante en España es el fracaso. El creerse que el poder está en la sociedad porque lo dice un papel, la creencia ciega en pensar que elige o puede cambiar algo en la urna, o que hay separación de poderes, o que votar es un deber, o que existe la izquierda o la derecha, o pensar que la justicia existe y es fiable en España cuando es el brazo del Ejecutivo, pensar que forman el parlamentarismo español, creer que existe la política en España, o decir que el consenso es lo mejor que puede suceder a la sociedad española, por aquello de la concordia y reconciliación (algo que produce inconscientemente por parte de la sociedad una sedación mental y moral que dura desde hace 42 años y que hace que la sociedad permanezca muerta y sin criterio político ninguno como podemos observar), son ejemplos de lo que produce la ingenuidad, la ignorancia y la cerrazón, causas verdaderas y principales que producen el fracaso y la decepción de cualquier votante en el Estado de partidos que hay en España como forma de gobierno. 

Como hemos hablado de confianza de los gobernados en los gobernantes, realmente, sucede todo lo contrario que sucedería en el caso de que fuera una sociedad en democracia. Tenemos que saber que precisamente la democracia se fundamenta y nace de la desconfianza de los gobernados hacia los gobernantes, y por eso, se crean unas instituciones que cuidan esos valores e instrucciones del pueblo a sus gobernantes, unos mecanismos y medidas de control del poder, es decir, que exista democracia quiere decir que los ciudadanos en el ejercicio de su Libertad Política pueden elegir directamente a sus representantes, pero no sólo eso, sino que también les pueden revocar. Pueden también elegir a su presidente del Ejecutivo y su gobierno ellos directamente en elecciones por separado, para plasmar uno de los dos principios básicos y fundamentales que tiene que cumplirse inevitablemente para que pueda existir democracia, la separación de poderes, con una misma fuente para legitimar, el pueblo, pero distintos poderes separados, por un lado tu representante y por otro tu presidente, lo que viene a ser democracia, un sistema de poder basado en mayorías y que es totalmente desconocido en España. Que el poder judicial sea totalmente independiente de estos es algo primordial, porque así se garantiza una justicia igual para todos sin que este poder incumba en los otros dos poderes ni los otros dos poderes incumban en este. Tal es así, que son mecanismos que demuestran que es el pueblo quien dicta y decide cómo y quién tiene que gobernar, es el pueblo realmente quien decide quién hace y cómo se tienen que hacer sus leyes aquellas que ellos mismos tienen que cumplir. Con esto demostramos que la desconfianza al poder y a la clase estatal es innata, es una virtud que media la relación entre gobernado y gobernante, también con estas instituciones se pretende tener un control del poder para que no se corrompa y para que, al menos, la mentira y la corrupción no sea sistemática y sistémica como pasa en el Estado de partidos actual en España. Podemos decir que aquí el ciudadano tiene en sus espaldas la responsabilidad que le trae en su conciencia como ciudadano libre de la elección de su futuro, y deja de lado el fracaso de una servidumbre voluntaria de ingenuos, tercos y oportunistas votantes del Estado de partidos.

HR Antonio, 8 de marzo de 2021.

2 comentarios de “De la ingenuidad al fracaso social y personal

  1. Daniel Prieto dice:

    Es el propio sistema lo que ha de cambiarse y no una facción por otra. Los gobernados en España están anestesiados por la propaganda en su mayoría. Hay que mostrarles las alternativas ya que muchos desconocen su existencia.

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