Foto, El sentimiento de pecado.

 

El peligro de votar sin democracia

En el Estado de partidos o Partitocracia como vulgarmente se dice a esta forma de gobierno, no son los gobiernos de turno los culpables del fracaso social y político, es el Régimen de partidos estatales sujetos a la Carta otorgada llamada equivocadamente constitución del 78 que, mediante el pacto en consenso de todas las facciones estatales, principalmente las más grandes, forman una oligarquía dentro del Estado rotando por turnos llegando al gobierno en funciones, con pactos si fuera necesario, para repartirse en cuotas el poder en la proporción de los votos captados; este es el origen y fundamento de la degeneración social y política; es la constitución la que permite lo que cotidianamente vemos en los medios. Puesto que la política de cada órgano estatal es la misma y están sujetos a un único poder soberano que es el del Estado, cada vez que se cambia de gobierno en funciones continua la corrupción necesaria para la estabilidad de este tipo de régimen de Estado de partidos. Las jugadas de gobierno se resumen en una propaganda inútil que jamás es cumplida, puesto que en ausencia de Libertad Política nadie cumplirá lo prometido, ni nadie lo cumplió. Es inútil entonces hablar de sanidad, de educación, de impuestos, nada de lo que en las campañas electorales se predica será llevado a cabo en el ejercicio del poder. Podemos encontrarnos en los partidos que se llaman de derechas las mismas estrategias políticas que podemos encontrarnos con los que se llaman de izquierdas, no cambia absolutamente nada. Por esto que explico aquí, votar en el Estado de partidos que hay como forma de gobierno en España no sirve para nada, no cambia nada salgan de un color o salgan de otro, todos son órganos permanentes del Estado, si pierden en las votaciones, seguirán en el poder, si roban o matan seguirán ahí, ya tienen ellos el poder y es cuestión, al ser una oligarquía, de reparto, sino de poder, de riquezas y cargos.

Régimen que ha desembocado, tras más de cuatro décadas, en un entramado institucional, económico y empresarial, podrido de corrupción y mentira, de ficción y apariencia, donde la nota colindante de lectura popular será el miedo. Cáncer que parte primero de la moral y voluntad del pueblo y su fe ciega e irracional a corroborar con las listas de funcionarios políticos puestas por los jefes de los partidos estatales, listas desconocidas por el pueblo y que no le representan y le somete a su antojo. Esta intención y voluntariedad de la sociedad para la participación en las urnas de carácter litúrgico y servil, mantiene y sustenta el poder de los partidos en su propia moral voluntaria a base de falsas y ficticias ideologías, de cobardía, de orgullo, de cerrazón y en muchos casos confusión e ignorancia, así se sostiene legítimamente la estafa institucional y política. Como segundo punto consecuente con el anterior, es decir, sin el primer punto no se daría el segundo, lo precede la corrupción material, basada en la mentira y la apariencia de hacer creer que se vive en democracia y libertad y que esa participación es un beneficio público donde se elige y decide el futuro de la Nación. Corrupción material basada en la confusión y la degeneración de todas las instituciones gubernamentales y del Estado mediante el combustible para el Régimen que es el consenso político, que permite los famosos pactos entre facciones, que refuta por completo y aniquila todo conato de libertad de pensamiento y garantiza la traición al votante; corrupción basada en pactos para el reparto de poderes y riquezas, empresas y dinero de fondos públicos, donde es la traición al votante, que ha creído elegir algo, la protagonista. Corrupción material basada en el robo delante de las narices de todo el pueblo español de una cantidad ingente de dinero, incalculable, desde hace más de cuatro décadas, que ha ido a parar a manos de cuatro ladrones, defendidos y apoyados por el mismo pueblo en esas falsas elecciones, que son motivo de disputa social entre los individuos. Corrupción material sostenida y premeditada sujeta a unas leyes totalmente nulas de pleno derecho, de las que el pueblo ni conoce ni es consciente de su nula validez jurídica, puesto que no responden a ninguna constitución ya que no la hay, pues son dictadas por el gobierno en función con mandato imperativo, requisito que prohíbe la Carta Otorgada del 78 llamada equivocadamente Constitución, semilla esta, de todo lo anteriormente escrito y la que da paso y permite a todo ello. Una Constitución que nunca estuvo en vigor ni puede estarlo, porque ni es legítima ni es constitución, ya que no separa los poderes Legislativo y Ejecutivo en elecciones por separado ni nace desde un poder Constituyente, sino que parte de un poder constituido mediante pactos a espaldas del pueblo, esto es, que no es el hecho de la mentira, que podía ser señalada por cualquiera que no reniegue de la verdad ni de la realidad, sino las formas y modales en que se llevó y lleva a cabo una auténtica brutalidad y aberración sociopolítica que no puede tener más que el nombre de tiránico y despótico, de fascista y totalitario.

No sólo es que votar sin democracia sea perjudicial para uno mismo, sino que es perjudicial para el convecino, para la sociedad entera y para su progreso, en lo político, en lo social, en la mente y la moral del individuo. Que se vote en un Régimen autoritario y fascista como es el Régimen del 78, ayuda a que, cada día más, como nuestra propia experiencia nos ha descifrado y descrito en nuestro día a día cotidiano, a que todo se corrompa y se deteriore más y más, a dar permiso para que continúe la corruptela de todo y de todos. Aunque, por otro lado, y tras el desarrollo y transcurso sociopolítico y la experiencia de estas más de cuatro décadas en lo que responde a la participación en las urnas, la situación y el momento decadente del pueblo español sea lo normal y lo natural, y es que, el individuo más desinteresado del asunto se daría cuenta de que, un régimen que nace torcido y que pretende torcerse a medida que avanza, cuanto más se le dé fuerza en la urna, ya que el voto es puramente fuerza, y me atrevo a decir que hasta si se hubiera intentado arreglar hubiera sido en vano, no podía desembocar en otra cosa nada más y nada menos que en la miseria, la indignidad, la crispación y la psicosis, la locura y el suicidio; y no sólo eso, que como vemos, lo que demuestra el pueblo español es una inmadurez e irresponsabilidad innata permitiendo la destrucción de un pueblo entero consintiendo con su voto la eterna mentira y corrosión de todo. Una sociedad incapaz de dar la cara ante sus gobernantes, que a mayores y para más inri, les defiende y pelea por ellos ciegamente, pueblo irresponsable allá donde los haya, por el incumplimiento de su deber, al menos moral, de defender su presente y su futuro para las generaciones venideras, la pérdida de unas costumbres y tradiciones milenarias, la degeneración y destrucción del lenguaje y el aspecto que da una nación totalmente a la deriva.

Esto que escribo no es indignación, ni mucho menos, esto ya se sabía desde el primer momento que empezó, de hecho ya hubo quién, cómo el pensador y jurista García Trevijano, que denunció las formas y el hecho que convocó a los participantes y protagonistas del pacto entre antiguos enemigos para repartirse el poder y, que sin haber habido ruptura con lo anterior, todos fueron traidores a sus principios, de espaldas al pueblo mediante el consenso político, crearon y dieron paso mediante una reforma de lo ya habido a este monstruo político, institucional y social. Salido como de un leganal de escoria, carcoma y podredumbre, de la traición y corrupción moral de los protagonistas de ese pacto, hijo directo de aquella recalcitrante y mal oliente dictadura que es hoy la que legitima el mismo poder que tienen los partidos estatales, que actualmente someten y degeneran al pueblo español. Con esta Constitución la corrupción será factor de gobierno” (Antonio García Trevijano, foto, 1977). Precisamente, y de hecho como ya he señalado con anterioridad a comienzo de este texto, que el pueblo, o una gran parte de él, ya estuviera avisado y advertido de las consecuencias de aquellos acontecimientos políticos de la transacción de la dictadura al Estado de partidos como forma de gobierno, que hoy se siga votando muestra el nivel de podredumbre moral del pueblo que vota y participa con ello. Eso por la naturaleza y dimensiones incalculables de indignidad e irresponsabilidad cívica de la sociedad en el asunto, se pagará muy caro, y lo tendremos que pagar también los que en conciencia y por dignidad, ni se nos pasa por la cabeza arrimarnos a una urna, a no ser que sea para romper la papeleta en las narices de los allí presentes.

Los votantes son el desangre del pueblo español. El que se dé cuenta de esto está aportando más a sus convecinos que toda la población de votantes que se consideren justos por muy buenas intenciones que tengan. Un gran paso es, cada persona que se da cuenta de ello, un retraso a miles es cada papeleta que se introduce en la urna. La dignidad en una persona la marca la integridad moral y consciente de esa persona entre sus convecinos, esto son los hechos y las acciones, lo que no es digno es participar en asuntos que, al pueblo, a la Nación, no le atañen, como son los asuntos de los partidos, todos estatales, y que no responde por el pueblo sino por los intereses de quien les paga que es el Estado.

La moral y la conciencia, la verguenza.

Se precisa de un cambio moral, primeramente, para que el cambio se pueda traducir en un cambio material, es necesario entonces que al igual que en el terreno personal a la hora de asumir un error o cambiar la actitud tenemos que acudir a la psicología y a la conciencia individual, removerla y dar un golpe de atención para modificarla, corregir o cambiar lo fallido o lo que nos perjudica, en el caso de una sociedad que lleva consigo la marca de la corrupción moral en su frente sucede lo mismo. Es necesario raspar y limpiar la mugre que acumula la sociedad española tras estas más de cuatro décadas refrendando listas de ladrones, corruptos y criminales. Millones de españoles, hagan lo que hagan los partidos mas grandes, roben, maten, prevariquen…, antes de cada proceso de votaciones tienen ya millones de votos; para quitar esa fea manía hay que limpiar mucho, hay que desinfectar el pus de la herida infectada y eso escuece, aunque en el caso de España, ya no es infección sino podrido o mas bien muerto. Es muy amargo, levantar las vergüenzas de uno, es pesado aceptar que hemos sido participes de un fraude y que lo seguimos siendo cada vez que se participa en la urna en el Estado de partidos y cuando nos lo recuerdan nos arden los oídos, se mira para otro lado o se justifica con cualquier idea estúpida que a nadie le importa; el hecho es que, en una sociedad avergonzada por su complicidad en una mentira, levantar la mentira y las vergüenzas produce ofensa y pavor.

La palabra conciencia abarca, en realidad, varios sentimientos diferentes; el más simple de todos es el miedo a ser descubierto. Estrechamente relacionado con el anterior está el miedo a ser excluido del rebaño. El hombre que acepta por completo la moral del colectivo y aun así actúa contra ella, sufre muchísimo cuando es excluido, y el miedo a este desastre, o el dolor que ocasiona cuando sucede, puede fácilmente hacer que considere sus actos como pecaminosos, creando el sentimiento de pecado.

Pero el sentimiento de pecado (foto), en sus formas más importantes, es algo aún más profundo. Es algo que tiene sus raíces en el subconsciente y no aparece en la mente consciente por miedo a la desaprobación de los demás. Cuando un hombre comete esos actos, se siente molesto sin saber bien por qué, desearía ser la clase de persona capaz de abstenerse de lo que considera pecado.

Esta es una prueba, en una manera ruda y pesada, sin ningún tipo de rencor ni odio a la sociedad, pero real y existencial de mostrar la podredumbre moral que la sociedad española alberga en su vida pública y cotidiana. No se sabe vivir sin estar corrompido moral y mentalmente. No sólo es aceptar lo que a la vista de cualquiera es más que evidente, es el hecho de que hay una incapacidad para aceptar la realidad del hecho y de lo que lleva consigo, esto es, señalar y aceptar el peso de la responsabilidad que lleva acatar el problema real y solucionarlo. Aceptar que se ha compartido y tolerado vivir en la mentira y en la corrupción, que se ha dado por bueno esta inmoralidad y hay un grado de aprobación generalizada para que ello continúe sin nadie que lo ponga en juicio. Se participa en ello, se acepta y además se comparte. Es tal el grado de inmoralidad y de corrupción que lo raro es ser una persona que diga la verdad y que no participe absolutamente en nada de lo que abarque este entramado sociopolítico, del que forman parte la clase estatal y todos los siervos voluntarios que se acercan a refrendar listas de partido que ponen los oligarcas que tienen el poder, aprobando y compartiendo la corrupción de toda esa casta estatal, podridos de injusticia y abuso de poder. Tiene más dignidad uno que no vota en conciencia de lo que hay, que mil personas, con toda la buena intención del mundo, que van a refrendar listas de partido que se deben al que les puso allí y no al pueblo, siendo cómplices de todo lo que está pasando; no hay algo más peligroso que instituir amos y prestarles toda la confianza ciega en sus decisiones políticas y sociales.

Los medios.

Que la controversia vende es algo que todos los medios saben y explotan, la confusión y la apariencia. Herramienta del Régimen para atender a la demanda publica, sus ideologías e indignación. Es la confusión la propaganda fácil y sencilla dentro del juego de la apariencia y el parecer de todo lo que se habla. Su hambre insaciable de audiencias que generen ingresos millonarios les obliga a reincidir sobre aquellos debates que más aforo movilizan. Poco importa que esos debates hayan sido filosóficamente superados (o experimentalmente desacreditados por el devenir histórico), porque lo que se busca desde los medios no es la liviana indulgencia de la excelencia ni su futura proyección intelectual, sino la pesada carga del prejuicio y la polémica que suscita; los ciudadanos no llegan a pensar nunca lo que realmente está pasando, solo se rinden a opinar o decir lo que en estos platos de la incultura, la confusión y del desconocimiento se promulga. Se pretende un estancamiento psicológico, mental, irracional y con la finalidad de erradicar el criterio de los individuos, al no plantearse ninguna realidad de lo que sucede, en cambio la sociedad prefiere estar anclada a lo que vende y al morbo de la propaganda estatal en los debates mediáticos.  Se prefiere el debate antiguo y sucio porque es lo que vende, y cuando mínimamente surge una nueva veta de diálogo que pudiera oxigenar el panorama aportando nuevos retos y mayores horizontes, inmediatamente se secuestra con los parámetros de esa estrategia mediática que transforma un posible debate prolífico en esa inmensa y estéril llanura en donde todo debate se ve relegado a discusiones inanes y banales que suelen desembocar en los típicos exabruptos circenses en los que ha derivado nuestra cultura del morbo; eso es lo que vende y a eso es a lo que nos hemos acostumbrado.

Hasta un niño lo entendería, ¿qué dudas hay a estas alturas de competición?; si no votamos, no hay clientela y se tienen que ir de ahí, aunque son tan corruptos que no lo harán, pero hay que ser conscientes precisamente y valga la redundancia, de que no votar en conciencia provoca que el día que se llegue a una abstención notable que supere un 60 por cien del sufragio, no habrá mas remedio que cambiar las reglas de juego. Estamos hablando de legitimidad, uno de los dos pilares que sustenta el poder, y que cuando no hay democracia, la falta de legitimidad produce efectos demoledores en el sistema y en la clase estatal dominante, no en cambio sucede así en el caso de la democracia, que la abstención no produce efectos, que el no votar obedece al ejercicio del derecho político a no hacerlo.

En España NO hay democracia, hay un Estado de partidos. 

¿Sabíais que votar cuando no hay democracia es perjudicial para uno mismo y para sus convecinos? Si, miren ustedes hacia atrás estas últimas más de cuatro décadas, todo a mejor verdad, ¿lo veis?, no ocurre otra cosa nada más que hemos estado participando en un fraude donde el pueblo ha salido perdiendo y se ha desgastado. La mentira, la corrupción, la confusión y la servidumbre voluntaria ha mermado a la sociedad española. La ausencia de Democracia y de Libertad Política es la única causa de ese deterioro, con el apoyo irracional de un pueblo que, como perro de presa persigue y cae en la trampa del teatro de las ideologías y, mediante la ratificación de listas de partidos estatales que no eligen ellos, legitiman el poder que los somete sin la posibilidad de cambiar ni elegir absolutamente nada en la urna.

No existen ideologías, son falsas cuando no hay Libertad Política de todos.

Por eso, la única vía pacífica y civilizada para llegar a un verdadero cambio sociopolítico es la ABSTENCIÓN ACTIVA, para quebrar uno de los dos pilares del poder establecido del Estado de partidos sujeto a una Monarquía de partidos de origen franquista y recalcitrante, la legitimidad, el permiso moral del pueblo.

ABSTENCIÓN ACTIVA hasta la Libertad Constituyente, hasta que podamos elegir los individuos con derecho a sufragio en España la estructura de poder y a los gobernantes, y no sólo eso, sino que, mediante el ejercicio de esa Libertad Política permanente, poder revocarlos si no cumplen con lo que prometen o se corrompen.

La democracia no son ideologías, no son fundamentalismos de gobierno ni jugadas de gobierno, se trata únicamente de las puras y meras reglas de juego. Se trata de un sistema de poder basado en mayorías, y no régimen, con dos urnas, una para tu representante y otra para el presidente del gobierno, así de fácil. Todo lo demás es confundir y falsear lo que es verdaderamente la democracia, única y sin apellidos. Por eso quiero señalar que votar no quiere decir siempre elegir, es un asunto que pretendo remarcar, pues trae consigo en muchos individuos a la confusión, porque se creen ellos que eligen al presidente del gobierno, o que eligen a los diputados, eso es rotundamente incierto. En España hay un régimen de poder, eso quiere decir que el poder se constituye de arriba hacia abajo, quiere decir que no son los individuos con derecho a sufragio los que constituyen la estructura de poder, no es el pueblo quien, en pleno ejercicio de la Libertad Política, deciden ni eligen a sus gobernantes ni siquiera la manera de gobernar. El sistema electoral proporcional de listas no esta concebido para la elección, está hecho solo y únicamente para ratificar partidos políticos y darles más o menos reparto según la coacción de los votantes, pero eso no implica la elección de nadie, se votan a partidos, a listas de partido que ha puesto ahí el jefe de partido, los diputados les ponen los jefes de partido y, al presidente, de forma reciproca, esos diputados de listas son elegidos para que, en la envestidura, elijan ellos al presidente, el ciudadano queda totalmente al margen de cualquier elección y decisión política. Y esa es la prueba también de que no estamos representados por nadie, que no hay representación política, porque ni la forma de gobierno ni el sistema de elecciones proporcional de listas es ni puede ser representativo de nadie, los diputados se deben al que les puso ahí y no a los ciudadanos, ni si quiera se deben al partido. El cómputo de votos de todas las facciones constata el reparto de poderes y riquezas con independencia de la intención ideológica y política de los ciudadanos, ellos eligen y el pueblo refrenda para el reparto, a más participación más reparto. No sucede otra cosa. Realmente votar en España es un suicidio y es una gamberrada, para que la corrupción continúe, para que todo llegue a peor, para que nunca haya Libertad Política y nunca podamos decidir los ciudadanos absolutamente nada. En mayor medida y aun teniendo las mejores intenciones, el voto es fuerza, es apoyar, es ratificar lo que hay, compartirlo, con lo cual, es una manera de tirar voluntariamente la dignidad como persona, pues no se elige nada ni se decide nada en la urna y ayuda a una clase estatal y a una oligarquía de jefes de partido que tengan más o menos reparto dependiendo de la coacción ciudadana.

No es algo que no se pueda ver ni podamos mostrar, y el hecho es que cada vez todo es peor, se mire donde se mire y se toque lo que se toque, el grado de corrupción, tanto moral como material, de expolio y de prevaricación es tal, que no existe ya sociedad civil, lo que hay son esclavos ciegos y perdidos, pero lo peor de todo es que no saben que lo son, y, además, aceptan y corroboran la situación. Y estoy de acuerdo, en poner en evidencia, sabiendo muy bien de lo que hablamos y exponemos, a todas las instituciones gubernamentales españolas ante el mundo, denunciarlo y, desde fuera de las instituciones y del derecho, en la clandestinidad, señalar el grado de corrupción y de manipulación del gobierno, porque la imagen que da el pueblo español en la esfera exterior, solo los que tenemos la experiencia de haber vivido fuera la sabemos, y no es muy grata que digamos.

 

La soberbia.

Claro que sí, hay una parte notoria de la sociedad española que apoya y colabora con este Régimen y está de acuerdo con que todo siga igual o peor, por cobardía, orgullo y soberbia, y que perjudica directamente para que nunca se pueda cambiar nada en favor del pueblo español, ya que cuando se vota se está dando poder a órganos del Estado y no en peso del ciudadano, es decir de la nación. Claro que hay personas que les da pavor la Libertad, el hecho de que el vecino elija en libertad, eso es cobardía. La no apreciación como persona cívica a tus iguales en el ámbito público y no considerar, ni siquiera a los convecinos como sujetos constituyentes de la libertad de uno mismo, es de un grado de atraso y de falta de humanismo que no responde a nada mas que a la soberbia, la cobardía y el orgullo en el peor de los sentidos.

La cerrazón.

Una agonía que durará hasta que el pueblo mismo quiera que dure, todo lo que sea participar en el espectáculo y circo del Estado de partidos será para que, del siguiente golpe, a las siguientes votaciones, se salga a peor. Y es que, solo la sinvergüencería, el fanatismo y la cerrazón, la sabiduría innata de los españoles, está siendo la herramienta para cavar su tumba y enterrar en vida a una sociedad entera cada vez que se vota y se participa en este juego podrido y fraudulento.

No hay nada que pueda justificar ya la participación en las urnas en este Régimen corrosivo, en cualquier asunto público y político. Tanto para aquellos que dicen y quieren votar a los nuevos partidos como Vox, por aquello de que nunca estuvieron y están limpios y hay que darles un voto de confianza, a ellos decirles que jamás un partido puede cambiar nada participando y reforzando el sistema, ni tampoco va a cambiar nada de lo que le hizo llegar hasta ahí, jugando no se pueden cambiar las reglas de juego, un sistema que nos ha traído hasta aquí dándonos muestras que no dejan pie a la duda; la experiencia la tenemos en Podemos, otro órgano estatal permanente que además llego al poder promoviendo la revolución y el cambio, hoy monárquicos y de origen franquista como todos los demás, partido estatal que vive del Estado con dinero del contribuyente. Para aquellos que dicen ser de izquierdas, republicanos o comunistas y tienen la intención de votar, también desconocen, o no tienen la intención de conocer por la vergüenza que trae consigo aceptar la pésima realidad de traición que llevan los llamados partidos de izquierdas en España, esos que pactaron con los franquistas para llegar con ellos en consenso al reparto del poder del Estado, puesto que, o no saben que están votando a un Régimen franquista y si lo saben serían oportunistas, esa parte de la sociedad, la que se hace llamar de izquierdas, hipócritas, predicadores de la nada, que votan, ayudan y apoyan a que este Régimen recalcitrante franquista siga más vivo que nunca, de republicanos y comunistas, o con gente de izquierdas absolutamente nada tienen que ver y si, de personas amantes de la socialdemocracia, de la dictadura de la socialdemocracia y la dictadura del progresismo recalcitrante.

A todos aquellos que votan en el Estado de partidos que hay en España como forma de gobierno, no es necesario la justificación, solo la intención de votar sea cual sea el motivo, os hace ser indignos y no merecedores de ciudadanos libres, no tiene nombre aquel que quiera refrendar la tiranía con escusa de, o con razón de cual; el más desinteresado del asunto se da cuenta de que esto no se soluciona votando porque en 42 años jamás votando se ha solucionado nada, solo se ha ayudado a que todo se corrompa más.

La imagen real del votante español para el exterior debe de ser la imagen de una masa sin cerebro ni emoción ninguna para con su patria ni su pueblo. Un sin valor cívico. Debe de ser la imagen de un suicida sin razón de vivir, debe de ser, la imagen de un pueblo que prefiere tener la soga al cuello dejarse caer cada cuatro años para quedarse colgando del siguiente gobierno que nadie eligió. Debe de ser la imagen de la esclavitud en vida, pero a diferencia de un esclavo, debe de ser una imagen de una sociedad perdida en su propia ignorancia y soberbia, un esclavo sabe que es esclavo, en España, los individuos no lo saben o no lo consideran. Debe de ser la imagen del odio y la desconfianza al prójimo y a su propio pueblo, lo que es antinatural y rebasa los principios humanos es el gusto por la autodestrucción como sociedad, lenguaje, cultura, tradiciones.

Seguir votando ya no es por ideales, porque no les hay de nadie ni les puede haber; seguir votando hoy en España es por pura cerrazón y fanatismo, una estupidez que no tiene oficio ni beneficio; pensar que ir a votar, si nos fijamos, solo es por cabezonería y no por razón de ser. Que no tiene nada ya que sustente la razón de ir a votar a no ser que seas un sinvergüenza y un pobre hombre que quiere que todo siga en la misma constante, que te engañen una y otra vez y que todo termine en los derroteros del fracaso social y personal.

Cualquier casa sería mejor para vivir por poco techo que tenga que en donde estamos ahora, cualquier cosa que se haga en libertad y desde la sociedad civil española aseguro que será mejor que seguir colaborando y participar en lo que tenemos hoy. El fracaso es para cobardes para ingenuos, pero ya ingenuos no hay, ya sabemos que votar no vale absolutamente para nada.

 

¿Miedo a una revolución?, miedo hay que tener a una URNA cuando no hay democracia formal y en el Estado de partidos en España. La reflexión personal.

Se pretende con esto la motivación, una invitación a la reflexión, sin meterse en la experiencia personal de cada uno, que naturalmente da pie a las ideas sociales y políticas de cada cual, pero eso no quita de que, desde aquí, hagamos una llamada a la reflexión personal poniendo realidades que cualquiera puede contemplar, por más que nos pese. Y es que sabiendo que, por la condición y característica del sistema electoral de proporción de listas nadie elige nada en las urnas porque no está concebido para elegir a nadie ni a nada, solo para refrendar, ¿para que seguir machacando nuestro cerebro y nuestra conciencia en lo que no nos importa, como son las cosas del Estado?

¿Que más le hace falta ver a la sociedad española para darse cuenta de que el Régimen del 78 ha destrozado a la misma sociedad española?, que no ha dado ninguna garantía de equilibrio ni de mejora, en ningún sentido, es todo lo contrario, ha destrozado al pueblo español y no es la clase política ni el presidente de turno el problema, es el sistema entero que permite que venga quien venga, necesariamente se tenga que corromper más que el anterior. Es decir, que cuanto peor sea la situación menos hay que votar, cuanto mas se vote peor, mas lejos estaremos de la democracia y de la Libertad Política.

Los españoles no somos una sociedad unida, no hay conciencia de pueblo unido, es una sociedad triste y en depresión constante, enjaulada y sometida desde hace décadas, sólo la valentía y la honestidad podrán cambiar el rumbo de la historia del pueblo español hacia un verdadero cambio, primero la reflexión personal en cada individuo, después la conciencia y a posterior el cambio.

No hay pues que ignorar la falta de responsabilidad civil y personal que el pueblo español tiene como ciudadanos, pues lo que viene siendo desde hace casi un siglo, es propio de un pueblo servil y esclavo, instituyendo a sus amos, además, con un espíritu inmaduro como sociedad, como de la pura inocencia de niños que juegan con fuego, del no saber y la soberbia incrustada de la absurda e inútil ideología, de la irresponsabilidad como ciudadanos para tomar decisiones de futuro y la manera pasiva y ridícula de encarar sus problemas públicos, es esa infantil actitud de ceder la confianza al propio Estado, que sea el que nos organice la vida y nos diga por donde tenemos que ir; pues dejar los quehaceres sociales y políticos en manos de una máquina en manos de cuatro apátridas y psicópatas, no creo que sea la mejor opción, de hecho, si queremos democracia, es la desconfianza a esos gobernantes la que fundamente todo el sistema de poder y las instituciones en el caso de la democracia, es la desconfianza la protagonista 24 horas al día de la conciencia de los ciudadanos a sus gobernantes. Por eso, Montesquieu concibe un mecanismo de control del poder para evitar la corrupción sistemática, al menos, esa es la separación de poderes, con dos urnas distintas, principio fundamental para que exista democracia, tal es así, que un poder vigile a otro poder y se controlen entre ellos para que los ciudadanos, en mayor o menor medida, rebajen esa desconfianza al gobernante que tiene el poder.

La miel, no está hecha para la boca del asno y, en España, jamás llegará ni la Libertad ni la democracia porque el pueblo español no sabe hacer otra cosa que participar e imitar a la clase estatal que está instaurada en el Estado a costa de la Libertad Política de los españoles, para robarles, avasallarles, mentirles y reprimirles; que les mientan y les roben parece que le ha gustado a la sociedad española; esa es la servidumbre voluntaria y es lo que desde esta web pretendemos acabar. Al pueblo le encanta, que le digan que hay democracia y que vivimos en libertad y que votar es de ser democrático y correcto, que tenemos constitución, que hay separación de poderes, de eso come el español enterado; mientras la sociedad española no se ponga de acuerdo en la realidad existencial y física y que la tenemos delante de nuestros ojos, que el conocimiento en conceptos, al menos básicos, sea homogéneo para crear una conciencia común, y es que, no tenemos constitución, no hay democracia formal y, que llevamos 43 años engañados y confundidos colaborando y participando en la corrupción de la clase dirigente y que por mucho que votemos jamás podremos cambiar, elegir ni decidir absolutamente nada; mientras se siga pisando en légano, en légano andaremos cada vez más enfangados. Cuanto más queramos creer saber lo que hay votando y defendiendo el orden establecido, más pringados y arrastrados estaremos, no es algo que hoy se me haya ocurrido escribir aquí, es algo que, tras décadas, hemos podido ir experimentando en la vida cotidiana de cada uno de los españoles, a no ser, de aquellos oportunistas que no les puede ir mal porque comen de ello y a costa de que el resto se hundan en lo más bajo y mísero.

No son opiniones, son hechos.

Esto que he escrito aquí, no son opiniones y puntos de vista ni nada que tenga que ver con una observación personal, es una pura descripción de lo que, al menos mis ojos, que aún funcionan correctamente, ven, observan y porque no me quiero engañar, tampoco quiero etiquetas ni posicionamientos ideológicos para ignorantes y supersticiosos, quiero vivir de la realidad y quiero pisar el suelo para poder sentir la realidad en la que vive la sociedad española hoy en día. No hay escusas ni hay objeciones a una realidad tan latente como es la corrupción moral, la mentira, el miedo, la irresponsabilidad ciudadana, la servidumbre voluntaria y la obediencia ciega que arrastra el pueblo español hacia su descomposición y destrucción lógica y natural tras décadas viniendo con un cáncer llamado Constitución de los partidos políticos.

El voto es inútil, cuando hay consenso y cuando no hay democracia. Sólo sirve para que ese pacto sea legítimo y perdure, impidiendo que nunca haya, cuanto más se vote, libertad y democracia. Por eso, cuanto más se vote en ausencia de democracia, más lejos estaremos de ella, más poder daremos a la corrupción ilimitada y descontrolada, precisamente por los mismos que la ratifican en las urnas.

Que se vote en España es decir que la corrupción continúe, que el votante saque escusas de la manga para votar es una anomalía y un deterioro de la moral. Votar sin democracia es negar la buena fe, es corroborar la injusticia, alimentar la indignación para que la rueda siga, es acatar el suicidio y al fracaso como persona, mantener la mentira y la farsa, alargar la agonía de la sociedad y posponer cualquier tipo de cambio que naturalmente se tendrá que dar tarde o temprano.

Sólo se puede dar el rechazo de la libertad en un pueblo cobarde como es el español, que con tal de que no haya nunca libertad de todos, es capaz de desangrarse hasta la última gota, por soberbia y cobardía.

Que haya hoy personas después de la experiencia política de las últimas décadas, sigan creyendo en este Régimen de poder y en esta falsa Constitución del 78, solo puede suceder por tres cosas, por ignorancia, por irresponsables cívicamente hablando o, por oportunismo personal.

Cuando ya no hay nada que sostenga la mentira, la impostura y la prevaricación, naturalmente que es el pueblo quién sirve de soporte para que la clase estatal, los partidos o facciones estatales se aprovechen de esos tres factores que he mencionado anteriormente, para que de ninguna de las maneras nada cambie y todo diga igual o peor.

No sé a vosotros, pero a mí, la escusa y la propaganda de que viene la derecha o que viene la izquierda ya no la trago, eso se lo pueden decir a un tonto cualquiera en cualquier barra de bar, o pintarlo en las paredes de cualquier barrio obrero, pero que es sabido que no existe ni izquierda ni derecha porque no hay Libertad política, es algo que hasta el más ignorante del pueblo o de ese barrio sabe, y que no queda ya excusa ninguna para poder participar con decencia en este tinglado.

Que la situación desastrosa y catastrófica que hay sea la excusa para votar, eso lo dirán los enterados y los listos que lo saben todo, y también los cobardes y mentirosos, soberbios y apátridas, que no quieren que haya nunca democracia, porque hay que ser sinvergüenza para anteponer tu moral a la situación provocada por lo mismo que se va a apoyar y refrendar, es decir, dadas las características del régimen de poder y su estructura institucional y política, se vota para que la situación siga igual con otros en el poder. Y vendrán otros y harán que pase lo mismo o aún peor, y así los otros tendrán la excusa para decir lo mismo que hoy dicen estos, y así, seguir este sin dios, este desmán, que se debe nada más y nada menos que a un pueblo podrido en el ámbito público moralmente y cobarde se aferra al clavo ardiendo de la impostura y el no raciocinio de votar a quien le machaca por pura cerrazón.

Participar en esto solo lo puede hacer un sinvergüenza, creo que aquel que se sienta ofendido o aludido por yo aquí usar el lenguaje español, es porque no aguanta levantar la verdad, esa responsabilidad de asumir un error de décadas, no se soporta aceptar la realidad que supone mental y sentimentalmente reconocer la colaboración y la complicidad con un fraude, que es real y lo tenemos delante, que se participa en lo ignominioso, y se sabe, que tiene efectos realmente devastadores participar en esto, y se sigue participando, que es la pura y mera moral del votante, el único factor para que esto continúe, todo lo demás son escusas para ir a votar y no salir de donde estamos. Lo normal no es decir que “hay que votar”, lo normal sería condenar el voto.

El consenso.

El consenso político, la negación al pensamiento libre, el reparto de botín mediante acuerdos y pactos, dan origen a la incapacidad del pueblo de poder decidir y entenderse con la verdad y la cordura. La mentira política y la confusión de principios, morales y mentales, que da paso a una corrupción del espíritu, en el ámbito público. Haciéndose todos los partidos estatales, conforman una oligarquía que, el papel moderador del Rey la encabeza, por esta razón y al pertenecer todos a un único conjunto, ser subconjuntos de un único poder soberano que es el Estado, la izquierda y la derecha desaparecen, para dar paso a una oligarquía de jefes de partido apátridas, con la intención y el afán único de poder y riquezas, las ideologías son la mera propaganda para captar lo único que necesitan las oligarquías para seguir ahí, el voto. Es el consenso, la escusa para permanecer en el Estado, la apariencia de cordialidad y reconciliación, algo inusual y utópico cuando se habla de política, pues la política es la mera lucha por el poder, basada en ambiciones e intereses, únicamente de poder, la reconciliación no existe, existe mediante el consenso el reparto. Algo que ignora la mayoría de las personas es que, votando, se da poder a todos los partidos, es decir que, si se ha votado a unos, indirectamente se esta dando poder a otros, ¿Cómo?, es fácil de entender, la fuerza del voto no va a ese partido, va directamente a la legitimación de toda esa oligarquía en el Estado, donde luego ellos, mediante cuotas se reparten la tarta. Es decir, si usted vota a Izquierda Unida, por ejemplo, la fuerza del voto va al Estado, para que ese voto fortalezca la forma de gobierno y esa estructura gubernamental. Es sencillo, a un partido le da lo mismo que se le vote o no, lo que le importa es que se vote, a quien sea pero que se vote, no es muy difícil de entender, es cuestión de reparto nada más.

Las creencias y tópicos.

Hay una fea manía de vivir de los tópicos, de las creencias, de leyendas urbanas y supercherías, infundadas en composiciones de lugar personales que de reales no tienen absolutamente nada, pensamientos tradicionales y costumbres perjudiciales, como la de ir, como si fuera un asunto de fe religioso, a votar a las facciones del Estado y a esa clase de dirigentes apátridas, sin raciocinio ninguno, únicamente por tradición o por simpatizar con el discurso o los colores de la propaganda. El voto útil, el camino al fracaso, no existe voto útil, todo voto es poder y fuerza para todos; o los típicos dichos de, “voto a este para que no salga el otro”, una autentica aberración si se habla de moral; hay otro peor, “prefiero que me roben los míos”, un despropósito irracional y corrupto en la moral y pensamiento; el voto al “menos malo”, es la hipoteca del fracaso como persona y como sociedad; pensar que votar es un deber, algo totalmente falso, pues votar es un Derecho político y no un Deber Civil, es un Derecho político y ganado con mucho sudor por generaciones anteriores, si es Derecho jamás puede ser Deber, la confusión y el error es pensar que es un Deber civil. Es esa complicidad, gobernado y gobernante en el Estado de partidos lo que, al gobernante, en forma de agradecimiento y de identificación también recíproca con el pueblo, quien devuelven el aplauso por ser un pueblo tan obediente, servil y corrupto como ellos.

El pueblo español tiene que saber que cuanto más se alargue la mentira más nos costará quitarla de encima, y en eso somos expertos, ya que vivimos en una desde hace 42 años y aún seguimos refrendándola, sí, me refiero a creer que en España hay democracia y que en las urnas decidimos los españoles nuestro futuro. En creer mentiras, eso, a los españoles, se nos da de lujo, saberlo todo y votar, eso también, un plato fuerte nuestro. Así es que votar, ser obedientes, a ver si algún día dan un premio a cada individuo en España por tanta inteligencia y sabiduría. Y es que hasta que no se acepte la vergüenza que supone haber participado tanto tiempo en un fraude, las verdades nos parecerán ofensas, el fraude continuará y la vergüenza será mayor. Y es que una cosa son opiniones y otra muy diferente es decir la verdad, que, aunque no la podamos poseer nadie, si la podemos decir o mostrar y, desde esta web, no es que sea un honor decir la verdad, sino que luchamos por llegar a ella y aproximarnos en la medida en que los acontecimientos y lo que nuestros ojos puedan contemplar nos dejen. Somos conscientes de que sin verdad no hay libertad, y es la Libertad Política Colectiva, nuestro único objetivo a remarcar, Libertad madre del cordero de todas las demás libertades individuales y derechos y la fundadora y fundante de la constitución y de todas las leyes fundamentales que parte únicamente del ejercicio del pueblo en libertad, eligiendo y si fuera necesario revocando a sus gobernantes y decidiendo las formas de Estado y de gobierno en referéndum. Por eso, cuanto mas se vote sin democracia, mas fuerza se le dá a que nunca la haya.

Llegara el día, y no hablo de un futuro muy lejano, que el votante español tenga que ir a escondidas a la urna, para que no se le caiga la cara de vergüenza de que le vean sus convecinos ir a votar a ladrones y participar en esta amalgama de mentira, de abuso de poder, de confusión, de corrupción total, de malversación, de corrosión de lo público y de las personas”.

 

HR Antonio, 18 de julio de 2021

2 comentarios de “El peligro de votar sin democracia

  1. Daniel Prieto dice:

    Gran trabajo como de costumbre. Si me permites la sugerencia hacer una versión resumida de este artículo para difundir sería fantástico. Pocos leeran algo tan largo en una pantalla a pesar que sea de primera calidad como es el caso. Gracias por tu labor. Un saludo. Slow Rider.

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