(El Consejo de los dioses entre 1517 y 1518. 1038 Raffael, Loggia di Psiche, Villa Farnesina, Roma 03)

 

De la influencia del Estado en el pensamiento. Parte I. 

 

Temas. Concepto de libertad. Libertad política Colectiva. Periodo de libertad Constituyente. Constitución. Derechos y libertades individuales. Dictadura y oligarquía. Libertad de pensamiento. Consenso político. Nación y Estado.

 

La libertad individual NO EXISTE, o carece de valor, si no hay una libertad Colectiva o Constituyente previa que la proteja y la garantice. La concepción de lo que hoy generalmente se entiende por libertad, tras la instauración de la forma de gobierno de la oligarquía estatal en consenso, sin periodo de ruptura, con reformas políticas de las dictaduras del pasado siglo, nace con la concesión de derechos subjetivos, libertades siempre individuales, que no existían durante la dictadura, y que se emiten generalmente mediante el derecho positivo o leyes. La consecuencia, como vemos, irremediablemente, no puede sino traducirse en privilegios de unos pocos y sometimiento para todos los demás. Es normal que predomine el despotismo y la tiranía. La corrupción y el crimen institucional termina siendo legal, por lo tanto, la moral totalmente contaminada, y, el pensamiento, en virtud de ese consenso propio de la oligarquía estatal, prohibido.

 Si no hay, y de hecho no hubo, un periodo de ruptura, o de conquista para ser más exacto en sus propios termino, donde sea la libertad Colectiva o Constituyente el principio y fundamento de toda la materia y sustancia política y social del nuevo edificio, lo que vendrá a posterior serán siempre derechos otorgados por el Estado. Porque lo que implica un periodo de libertad Constituyente no es solo la elección en referéndum de las formas de Estado y de gobierno, sino la consecución de una verdadera constitución, esto es, lo que se consigue, y es lo que garantiza en todo momento esos derechos inalienables de los ciudadanos, es separar a la nación del Estado. Si existe esa separación, entonces hay constitución, y esos derechos quedan absolutamente garantizados. No son ya, los miles de decretos gubernamentales, a los que estamos tan habituados, la forma de legislar y la garantía de derechos, sino el poder constituyente, esa libertad Colectiva, que mantiene el funcionamiento de todo el edificio social y político.

Si la libertad, en sus propios términos, no nace de una conquista de los gobernados que constituya una fuerza o poder que sea capaz de crear y garantizar esos derechos con la apertura de un periodo llamado, periodo de libertad Constituyente, que tenga el cometido último de la elaboración de una constitución, si ese periodo no separa radicalmente el Estado de la nación, que es la principal función jurídica constitucional, todos esos derechos serán permisos y autorizaciones que ofrece el poder, es decir, el Estado. De esta forma, el Estado concede aquello que es imposible negar y tolera lo que no conoce, que es el natural pensamiento libre. 

Si antiguamente era la fuerza de la autoridad la que sojuzgaba la forma de pensar libre de las personas, hoy el poder ha disfrazado la libertad de pensar en esa ficción que llaman “la libertad de expresión” supliendo la fuerza que empleaban los regímenes antiguos y dictaduras por el consenso político, fundamental para mantener equilibrados los elementos estatales (los partidos) que son los que ostentan la iniciativa y acción política legal, el pensamiento libre está vedado, limitado o prohibido. El papel moderador de la monarquía actual es porque hay una oligarquía que implica un único pensamiento para poder constituirse y permanecer en el poder. Ellos ponen las consignas, decreto/ley, derechos subjetivos y propaganda, y fuera de ese perímetro el individuo queda absolutamente excluido del resto, no solo por lo oficial, sino por el resto de la sociedad.

La historia nos ha dejado un sinfín de evidencias de que los medios con los que el poder se ha servido para coartar el libre pensamiento han sido siempre los mismos. Después de un siglo XX lleno de guerras mundiales, crisis económicas, dictaduras, mercados intercontinentales comunes y la evolución extraordinaria del mundo tecnológico, la medicina y la ciencia, desde el punto de vista político, es decir, desde la máxima expresión de la moral, en el mundo occidental actual solo se concibe la idea de que la libertad como los Derechos subjetivos que sostienen los decretos/ley que dicta el consenso de todas las oligarquías que ciertamente sucedieron a las formas dictatoriales. Eso es lo que existe hoy en toda Europa y la gran mayoría de países del mundo.

Es por eso por lo que, tras casi medio siglo en España y casi un siglo en la Europa continental, sin haber conocido lo que es la libertad, sin que las sociedades no sean conscientes de lo que implica ser libres ni donde se encuentra la verdadera libertad, sin reconocer que la libertad es falsa si son derechos y concesiones otorgados desde el poder y por eso debe de ser una conquista, hace de muchos la imposibilidad de creer en la democracia. El paso del tiempo sometidos a decretos de gobierno, por lo tanto, a una debilidad del mundo de la Justicia absolutamente indefensa e inútil, dependiente de los partidos en el Estado, hace que no se pueda imaginar en la grandeza que implica el significado de la libertad, situándola en el terreno de lo individual (riqueza, pensamiento místico libre, fama…).

Si a esto se le añade que está prohibido pensar más allá de las consignas de ese consenso, consecuentemente, las aspiraciones a una revolución de la libertad hoy son nulas o en el mejor de los casos excesivamente ínfimas. Por lo tanto, el vasallaje, la impunidad del delito y el abuso de poder están sellados en las instituciones. Las sociedades hoy se ven incapaces de imaginar una salida de escape a los medios coercitivos del Estado, lo cual, el pensamiento termina en un bucle que termina consumiéndose, coartado, si no pudriéndose en el mismo patio del consenso oligarca. Los medios, las cátedras, los intelectuales, los artículos de opinión, etc.…, han sucumbido a los derechos individuales, absorbidos, vigilados y al amparo del poder del Estado, pretenden en todo momento y situación execrar y enterrar la posibilidad de sacar a la luz información para crear una conciencia que se deba a la conquista de la libertad Colectiva que no existe ni ha existido nunca.

El producto moral e intelectual que resulta en la sociedad de la educación en la servidumbre y los excesos de la tiranía de los Regímenes oligárquicos actuales, donde no hay representación del ciudadano ni separación de los poderes, es decir, en aquellas naciones donde no existe una constitución como tal, hace de la libertad un concepto absolutamente desubicado de su verdadero significado. La moral social, al no encontrar esa salida de escape, ese desahogo moral, al paso del tiempo, termina podrida, porque quiere siempre convivir con la energía que aporta la forma de gobierno, la oligarquía, la cual, sin constitución, solo puede ser una forma corrupta. El fruto, una sociedad sin valores que no cree en nada, que sólo piensa en el dinero, en tener la odiosa “fama”, que no hay cosa más nociva y corrosiva para los valores y principios naturales del hombre, y en buscar ese YO sagrado que extermina a la familia, a la natural relación entre personas y el progreso y evolución de las cualidades humanas.

Lo que existe hoy son ollas a presión, los países, con los ingredientes perfectos para la corrupción. Sin libertad, sin libertad Colectiva o Constituyente, es decir, SIN SEPARACIÓN DE PODERES, no hay escape, no hay posibilidad ninguna de renovar el pensamiento, por lo tanto, tampoco la moral. Todo serán DERECHOS INDIVIDUALES OTORGADOS MEDIANTE DECRETOS DE GOBIERNO, no por Leyes aprobadas por una Cámara de representantes que responda a los intereses de la nación, no, hoy se gobierna por “Decretazos a granel”, y eso es lo que hoy, toda la sociedad, considera que es la libertad. La nación, el concepto de nación, nosotros, las personas, las generaciones, todo lo que pertenece al mundo humano de las sociedades, queda absolutamente relegado al abismo de la servidumbre, al sometimiento por el Estado y a la impotencia absoluta.

 

“La libertad política sería algo carente de valor si los derechos de los individuos no estuvieran protegidos contra toda violación. Cualquier país en el que no se respeten esos derechos es un país sometido al despotismo, con independencia de cuál sea la organización nominal del gobierno.   

Contra la opinión muda, se pueden desplegar todos los recursos de la curiosidad inquisitorial. Es posible indagar sobre las conciencias, imponer juramento tras juramento, con la esperanza de que aquel cuya conciencia no se ha indignado ante un primer acto se rebele ante un segundo o un tercero. Los escrúpulos pueden ser sacudidos con un rigor desmedido, al tiempo que se contempla la obediencia con una desconfianza inflexible. Es posible perseguir a los hombres orgullosos y honestos, dejando en paz de mala gana a los espíritus flexibles y complacientes. Se puede ser incapaz tanto de respetar la resistencia como de creer en la sumisión. Es posible tender trampas a los ciudadanos, inventar fórmulas rebuscadas para declarar rebelde a todo un pueblo, ponerlo fuera del amparo de la Ley sin que haya hecho nada, castigarlo sin que haya cometido delitos, privarlo del derecho mismo al silencio; es posible, en fin, perseguir a los hombres hasta en los dolores de la agonía y en la hora solemne de la muerte.

¿Qué ocurre entonces? Los hombres honestos se indignan, los débiles se degradan, todos sufren, nadie está satisfecho. Los juramentos impuestos como órdenes son una invitación a la hipocresía. Solo logran lo que es criminal lograr: afectar a la franqueza y a la integridad. Exigir asentamiento es hacer que este se marchite. Apuntalar una opinión con amenazas (hoy con el consenso) es invitar al coraje de desafiarla; intentar conducir a alguien a la obediencia prestándole motivos seductores hace que la imparcialidad se vea obligada a ofrecer resistencia”. 

 Benjamín Constant, “La libertad de pensamiento”. 

 

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 Redactado por HR Antonio, lunes 29 de marzo de 2021.

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