En la imagen, “El incendio de Troya”. Museo Nacional del Prado, óleo sobre lienzo fechado posiblemente antes de 1634; atribuido a un pintor poco conocido, Francisco Collantes, que pudo haber trabajado en la Corte madrileña en el círculo de hombres ilustres como Palomino o Carducho. 

“Quebrantados por la guerra y contrariados por el destino en tantos años ya pasados, los caudillos de los griegos construyen, bajo la divina inspiración de Palas, un caballo tan grande como una montaña, cuyos costados forman con tablas de abeto bien ajustadas”.

(P. Virgilio, Eneida, según edición y traducción de A. Cuatrecasas. Austral 2012).

 

La sociedad perdida. Cap. IX. A propósito de la cerrazón, la cobardía y la mala conciencia de la sociedad española que participa en política sin haber democracia 

 

Temas: Libertad política y democracia. Corrupción política. Problema político. Sociedad civil. Izquierda política. Estado de partidos. Consenso político. Reconciliación nacional. Ideología de la socialdemocracia. 

No es por error, equivocación o inofensiva ilusión, ni mucho menos por lógica, si se excluye el oportunismo de muchos, que aquellos que votan y participan o quieren participar en las cuestiones públicas o políticas dentro del contexto funcional del actual Régimen de partidos, practican una conducta evidentemente inmoral. Y no es tan inocente, aunque la voluntad sea la de arreglarlo todo, en tanto en cuanto surge de la impotencia (indignación) y el hastío interior que supone no conocer las causas que producen el abuso, la injusticia o la corrupción política, que es conocer precisamente el problema político. Aquel que acude a votar sin democracia a organismos del Estado como son los partidos o sindicatos estatales, se apunta a un partido o sindicato y quiere participar de una u otra forma en los asuntos públicos con el afán ansioso de cambiarlo todo, lógicamente, sin el reconocimiento epistemológico del nombrado problema político, que es únicamente la ausencia de libertad política y democracia formal, terminará siempre en el fracaso total, porque cada paso que intente dar dentro de este Régimen, el cual impide precisamente la libertad política y la democracia, no conseguirá variar un solo átomo en cuanto al problema nuclear anteriormente dicho, y los efectos seguirán siendo los mismo, o incluso peores.

Así, proliferan con mucha normalidad, pero con poca duración, no sólo por la inútil efectividad como solución viable, sino porque producen el efecto contrario y se llega pronto a desistir (por eso digo que volverlo a intentar una y otra vez por los mismos medios “legales” es ocurrencia perversa o necia o con un fin lucrativo o de fama), varios tipos de casos de participación o asociacionismo político, todos conexos o relacionados con la acción y pensamiento de los partidos del Estado, que son los corruptores y corruptos (por eso empecé diciendo que no era un asunto de inocencia). No siendo ningún movimiento el cual haya surgido del seno de la sociedad civil como posición contraria al Régimen establecido, que es el que provoca aquello que se quiere arreglar; es decir, ningún movimiento político en España se sitúa en una posición política ajena o al margen de las consignas legales del Estado (izquierda política); podemos ver: aquel que por oportunismo se apunta a asociacionismos o cargos institucionales para beneficiarse y enriquecerse a costa de ello, donde existe la lógica y la moral natural y evidente propia del corrupto o del sinvergüenza; o nos podemos encontrar con aquellos que, en un intento (inútil) delirante de heroísmo (podemos decir caritativo o no sabría decir exactamente de qué naturaleza, supongo que en ello existe un afán de fama o reconocimiento vecinal) de hacer una limpieza inmediata de las penurias, abusos y humillaciones que se sufren, frutos y efectos directos del Estado de partidos actual, en el cual, insensatamente se apoyan legalmente para llevar a cabo tal delirio.

Aunque a alguno le resulte ofensivo o escandaloso decirlo, el que participa de ello, realmente posee una enfermedad relativa a la rabia o la ira, y que tienen mucho más que ver con los síntomas característicos de la esquizofrenia. Es un estado de demencia furiosa realmente, y lo vemos muy fácil si nos paramos a pensar profundamente, a pesar de lo desagradable que es realmente para cualquiera aceptar un asunto de tan gravedad. Entre otras causas más superficiales, uno de los principales y más profundos motivos del deterioro del cerebro y la moral de los españoles son los efectos devastadores que produce en la persona el consenso político, el cual aquellos que votan y participan de una manera u otra, comparten y aceptan desde hace 45 años. Un mal especialmente contagioso que, confundido con la democracia, que originariamente constituyó el principio funcional del Régimen y que simboliza como propaganda la reconciliación nacional, pero que en la realidad es REPARTO de botín (cargos, poderes y dinero entre los partidos dentro del estado, es decir corrupción, es decir, a lo que se apuntan todas estas personas salvapatrias, como digo, enfermas moral y mentalmente), ha atravesado generaciones enteras aniquilando la capacidad de pensamiento de las personas. Lo que sostiene al período dictatorial, el miedo social a todo lo público o político, erigido en la educación y la conducta social bajo la fuerza del poder autoritario, hoy, el espíritu del actual Régimen está sujeto a dicho consenso entre las facciones que toman el testigo del poder en el Estado, con el añadido del miedo tradicional heredado de las generaciones anteriores. Un problema social de conciencia y moral que, al no haber habido ruptura moral del paso de un régimen a otro, comienza con el miedo en la dictadura ocasionando en la comunidad vigilancia y desconfiada al vecino haciendo a cada uno policía de todos, fenómeno, de hecho, que perdura y se traslada hasta día de hoy en cualquier comunidad vecinal. De esa naturaleza y hábitat son la envidia, que termina en calumnia y la difamación; la antipatía y la inquina, que destruye la confianza siendo todo “malas habladurías”; y el cinismo de todos, que es donde viven hoy todos los españoles, por estar tanto tiempo fingiendo creerse la mentira de “la democracia española y el consenso”. Esto les sonará a muchos, o, mejor dicho, a todos. Este es el modelo de vida social en España que hoy se conoce.  

Después de que el poder haya estrujado los cerebros, de haberlos sometido a la coacción y la mentira, de haber humillado durante generaciones enteras inyectando desde las escuelas ignorancia y adoctrinamiento y eso se acepte con toda naturalidad; después de que haya sido el Estado el que interfiera en la natural educación familiar de los niños, barbarie animada por la aquiescencia del profesorado y que hace culpables a todo ese sector, hoy sumido en la putrefacción natural del propio Régimen y de la que todos somos testigos, no hay un español, ni siquiera intelectual, que tenga el valor y la dignidad de decir la verdad. Los españoles están imbuidos y atragantados con el consenso político de la ideología de la socialdemocracia. Son garantes de la nada moral y testigos como culpables de la absoluta corrupción. Quieran o no con toda la buena voluntad apuntarse a un partido para arreglar nada, van a empeorar todo más, incluso a ellos mismos, ya que pronto van a ver que no vale para nada y será inútil, en todo caso que no sea de aprovechamiento personal, entonces no sería buena voluntad.

Después de que el poder ha hecho creer a los españoles que la corrupción sistemática es normal en política, o que “los políticos son corruptos”, en pleno siglo XXI, la sociedad española se ve incapaz de decir o mirar a la verdad a la cara, de manera responsable, para poder constituir unas instituciones que puedan controlar dicha corrupción. Por hastío, prefieren vivir en la mentira, o en este caso, en el eterno fallido intento de arreglar lo que hay desde dentro de las instituciones establecidas, utilizando la legalidad vigente, que precisamente es lo que provoca la penuria y es lo que hay que arreglar. De lo que todos somos y hemos sido testigos pero que nadie se atreve por nada del mundo decir, es la ausencia de libertad política y democracia, empecemos por decir lo que tenemos de verdad. Lo que tenemos no es fruto de la democracia porque nunca hubo democracia, son los efectos de un Estado de partidos o Partidocracia. Los españoles, le pase a quien le pese, han vivido engañados toda la vida, ese ladrillo hay que tragarlo, se derrumba el ego personal y aparece la verdad, la vergüenza pública, que hoy no hay. Hay que digerir que se han equivocado, todos, que están equivocados y que se han criado y crecido a generaciones enteras en la recalcitrante costumbre de la servidumbre, de la mentira y de la inmoralidad. Es difícil aceptar tal empresa, pero no imposible, hay personas que lo hemos aceptado ya y lo decimos, como estoy haciendo yo aquí ahora mismo. Es decir, no se puede salir del leganal donde está sumida la sociedad española sin previamente, individualmente, no se ha hecho un ejercicio en conciencia de reconocimiento de la realidad pública, esto es, de aceptar la verdad y decirla, objetiva y desapasionadamente, sin ningún tipo de prejuicios, obcecación ni romanticismos ideológicos u opiniones personales. 

Aquel que se dé cuenta de esto, que reflexione y entienda la gravedad que implica continuar con estas conductas suicidas y necias de querer continuar por caminos ya fallidos, puede poner remedio, y no precisamente participando de lo que hay. Puede decirlo también y ser ejemplo, sin complejo: “en España no hay democracia”. Por necedad y mezquindad no se transige, y no se hace el mínimo esfuerzo de llevar a cabo el ejercicio reflexivo, personal, moral, de acatar la única realidad política que todos podemos apreciar para poder poner remedios lógicos y viables. Este sobrepeso amargo de la conciencia, esconder tu propia mentira, produce un estado de la moral pública perverso y trastocado, y que será algo que tardará generaciones enteras para sanarlo. El que vive en el cinismo, termina por no respetarse ni guardarse dignidad a sí mismo. La sociedad española vive desde hace cuarenta y cinco años en una mentira y un fraude público. El negarse a asumir una responsabilidad pública de tal calado por cerrazón, por oportunismo o por fanatismo ideológico, provoca con el tiempo la irritación y el complejo interior, una cólera depresiva con uno mismo que termina por ser una verdadera enfermedad, como decía al principio. Termina en las urnas de la corrupción y la desesperación, ahí termina.

“Frente a la organización institucional de la indecencia política, han fracasado las personas honestas, pero ilusas, que se incorporan a los partidos estatales creyendo que pueden mejorar el Régimen. Y fracasaría la organización de la decencia civil, si prometiera adecentar la vida pública participando en la contienda electoral partitocrática, para instaurar la democracia desde el interior del Estado de partidos. Eso sería pura utopía de la pura idiotez y otra ilusión reformista para el engaño de sí mismo.”

Antonio García-Trevijano Forte (Teoría pura de la Republica Constitucional) 

Este ejercicio descriptivo, que no es ninguna opinión, sino que describo lo que mis ojos pueden ver y que está a la vista de cualquiera, como son los asuntos públicos, manifiesta mi afán y mi esfuerzo por destruir esas barreras, casi infranqueables, del miedo, de la ofuscación y de la incredulidad de los españoles, que viven con la rabia y la espina de saber que les han engañado toda su vida pero que, ridículamente, no se atreven a decirlo, lo guardan o lo ocultan, tienen miedo. No se puede creer en la verdad si constantemente uno mismo se la niega en su propia conducta. Pero en cambio, cuando uno vota, o que se afilia o apunta al asociacionismo legal de los partidos o sindicatos estatales, sea cual sea su voluntad, sabe muy bien que vota y apoya a ladrones, sabe que es inmoral; ya no hay ignorancia ni ingenuidad, se sabe y se sabe muy bien que, el que va, va a corromperse para ser igual de sinvergüenzas como la clase estatal a la que vota y apoya en la urna. Ahí no hay pena ninguna, y mucho menos gloria, ya que, desgraciadamente, afecta, no sólo a él, sino a todos los demás convecinos; como vemos, cada vez todo está más muerto debido a todo lo que acabo de escribir aquí.

Cualquier sociedad que rechace o se aparte del principio político fundamental de la Libertad Colectiva, está condenada a la muerte en vida.

 

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Artículo de Antonio HR, lunes 3 de julio de 2023.

Un comentario de “La sociedad perdida. Cap. X. A propósito de la cerrazón, la cobardía y la mala conciencia de la sociedad española que participa en política sin haber democracia

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