(En la imagen, Diógenes, visto por Jules Bastien-Lepage, 1873)

 

La mentira sostiene al Régimen de partidos 

 

Temas: Sociedad. Constitución y ley fundamental. La Transición española. Consenso político. Democracia y estado de partidos. Moralidad pública y honestidad intelectual. Manipulación del lenguaje. Indignación social. Relativismo. Estado.

 

Más que ver la verdad, que sería el motor principal de la Libertad Colectiva si la hubiera y el útil para que la haya, lo que da verdadero poder es identificar dónde está la mentira política, escondida en el magno amasijo de corrupción de las instituciones y la propaganda de los medios, todos al servicio corporativo y empresarial del Estado. Y así, podemos encontrar grandes mentiras mediáticas en expresiones como: “Partidos constitucionalistas”, dando a entender que, como oposición política a estos, existen otros partidos que son anticonstitucionalistas. La verdad es que, al no existir una constitución en España, porque no hay separación de poderes, ningún partido estatal de los que conocemos en el escenario político puede ser constitucional, ya que todos aceptan el documento jurídico actual y que hay desde 1978, el cual, no es una constitución, sino una Ley fundamental, o en rigor, una Carta otorgada.  

No hay partidos constitucionalistas porque en España no hay constitución, y los que están legalmente establecidos como organismos estatales no están amparados en ninguna constitución y no abogan por ninguna separación de poderes ni mucho menos, ya que ese hecho implicaría una ruptura con el poder actual y la apertura de un periodo de Libertad Constituyente, necesario para redactar una constitución. No quiero entrar a explicar por qué ese documento jurídico no es constitución, para eso hay otros artículos dedicados específicamente para ello y que pueden encontrar ustedes en esta Revista y en la web www.Libertad-Política.com, lo que trato de señalar aquí es la cualidad y las características de la propia mentira política, esa que usa la propaganda del Estado, para así poder entender cómo se desenvuelve el poder entre los individuos.  

La mentira política en España no consiste en el tradicional y conocido incumplimiento de los programas electorales, aunque sean mentira también, pero no es la mentira esencial; o que “los políticos roban”; o que sean los políticos mentirosos u otros tópicos relacionados con la mentira que el poder usa desde tiempos remotos para mantenerse por encima del gobernado. La mentira política, en España, está en la realidad vivida, desde su origen, y comienza a florecer con el uso del lenguaje y su continua y constante deformación y manipulación, como fundamento fundante del Régimen de 1978, tanto en gobernantes como en los gobernados. Trata de jugar con los sentimientos y emociones de los individuos, utilizando términos que no existen o que no tienen un significado que se pueda aplicar o correspondan con la realidad política que se puede observar en cuanto la estructura de poder y de las instituciones en su desarrollo. Esa mentira, propia del Régimen de los partidos del Estado, nace con el consenso político, mito fundador de la mal llamada “Transición española”. Trata de una ficción ensoñadora, que apacigua las almas y las conciencias de los individuos en tiempos de esperanza para un verdadero cambio sociopolítico después de cuarenta años de un régimen dictatorial, y crea una opinión pública y un debate no poco lejano, ajeno absolutamente, a la realidad pública de los españoles.  

Se manipulan y confunden términos que generalmente se considerarán siempre bien vistos y serán paradójicamente admitidos como buenos por la sociedad; tenemos ejemplos como el término democracia, constitución, Cortes Constituyentes, Estado de Derecho, reconciliación y concordia o Representación política entre otros. Aparecen, como sacados de la manga, otros que, de tanto haberlos escuchado en los medios infinidad de veces, han caído bien en la consideración de la sociedad y no se interpretan con el reparo pertinente, lo cual hace que se entiendan o asocien con otro significado totalmente distinto al que realmente tiene, como, por ejemplo: el consenso político, la tolerancia y la reconciliación nacional entre muchos otros. 

Sin una ficción o teatro fingido e intencionado, en mi opinión realmente ridículo y penoso por el poco talento para hacer teatro de la clase estatal actual, y la manipulación necesaria del lenguaje, sería imposible y no se podría sostener tan solo un minuto más el juego partidocrático de la propaganda, que ha sido el promotor, en peso del poder, del abismo de confusión en la que llevan viviendo los españoles desde 1978. Lo que generalmente entienden los españoles como democracia o constitución, ha sido desde sus comienzos y sigue siendo la mentira fundante, el “mithos” de la verdadera Transacción española, el paso de un Régimen autoritario a otro de las mismas características en cuanto al resultado mando/obediencia, sin cambiar, en lo esencial, ni un átomo de la estructura de poder, y una herramienta funcional, fundacional y fundamental para poder establecer, y a la larga mantener, a los partidos dentro del Estado en el poder establecido. Es paradójico que, sin esa mentira, nadie podría entender nada de lo que pasa y ha pasado en España en términos públicos desde 1978, porque es y ha sido la mentira y el cinismo, para aquellos que la han sabido apreciar y detectar, el propio utensilio para poder conocer y estudiar a fondo el interior del mecanismo funcional del Régimen. Del “mithos” fundador, se pasa por los “mithos” fundantes, que son los que sostienen al primero, esencialmente mentiras enrevesadas con verdades parciales y palabras de “buen oído”, tópicos y frases hechas ante hechos delictivos evidentes, que son los que, precisamente, prueban que en España nunca vino la democracia ni nunca hubo una constitución

No se puede entender la política en España si lo primero que se tiene que entender no se entiende, y es que en España nunca vino la Democracia, nunca hubo una constitución y no hubo una RUPTURA con el régimen dictatorial anterior. Por eso, y aunque a mí personalmente me cuesta a veces creer, los españoles de una manera u otra, moralmente, viven en un constante esfuerzo mental, anormal, en su cabeza, porque, si no, de apreciar la realidad tal y como es en verdad, no podrían dar un paso más en este Régimen y poder seguir las consignas de la mentira política necesaria del Estado de partidos. Para aliviar el peligro neto que implica aceptar la mentira política en cuanto a la situación real de la moral en la sociedad española, es imprescindible la honestidad intelectual, el perturbador fruto estriba en una transgresión moral de los principios de cada uno que se instituye con el consenso político entre fuerzas políticas antiguamente enemigas, el miedo de los vencedores se une con la ambición de los vencidos, en la Guerra Civil, para alcanzar el poder en el Estado; se reparten sindicatos, pagas, puestos, cargos, poderes y empresas públicas. Así se reparte España, en virtud del Sistema de Autonomías, para colocar a los segundones de los partidos a la muerte del dictador.  

Si se atiende honesta y correctamente al significado de las palabras no puede haber confusión en los términos y conceptos. Las cosas no significan una cosa u otra en base a nuestro parecer y en peso de nuestros sentimientos, una cosa es la opinión, otra cosa es la razón y otra muy diferente la verdad. No puede existir relativismo cuando se trata de describir algo utilizando el lenguaje correctamente, en cualquier otro caso sería una anormalidad de la mente y la ausencia de honestidad intelectual. Todas las cosas tienen su significado único y propio, para poder distinguirlas de las demás cosas, y en política, no sucede nada distinto.  

Es más, la magna prueba de que el pueblo español es un pueblo de los más corrompidos moralmente es, que después de la experiencia partitocrática, después de haber experimentado sin lugar a duda la presente mentira, en todo momento, esta se sigue compartiendo en las urnas, sin querer percatarse en muchos casos, y en otros muchos tantos, no hacer el esfuerzo de aceptar y reconocer la complicidad con la que se ha participado o se participa, ya sea en la urna o mediante una obediencia ciega o irracional. Esa reflexión sincera y coherentemente surge como consecuencia del propósito de liberación personal con esa mentira, dando un paso atrás y oponiéndose al fraude público existencial, como son las urnas sin democracia del propio Régimen. En España una persona que siga el ruido de sirena de los partidos estatales, con sus cánticos y sonatas celestiales que llenan la boca a oportunistas, ignorantes y estómagos agradecidos, no puede vivir ciertamente de la realidad, y estará inevitablemente en una constante lucha moral y esfuerzo mental, un estado de verdadera depresión, decepción y hastío y rabia a la vez.  

Y así, podemos escuchar palabras rimbombantes, que no significan ni quieren decir nada, como: democracia real, democracia avanzada, democracia participativa, Estado social de Derecho, Pactos de Estado, reconciliación y concordia, “la constitución que nos hemos dado” …. Una persona con la mente y la moral sana no puede atender ni una palabra de cualquier medio en España sin terminar trastornada, porque al abrir sus ojos y atender honestamente a lo que existe realmente en términos públicos o políticos, no puede dejar de ver la única verdad que a todos los españoles nos concierne, que es la corrupción, el cinismo, la degeneración de la moral y la aniquilación de la nación española.  

La realidad pública ofrece al buen observador la mentira política, así como infantil y descarada, es una burda comedia de la cual, todos los españoles, saben muy bien los resultados y el final, por eso es costoso creerse para cualquier mente cabal y sensata, o persona que no esté agraviada moralmente, que ningún partido, ninguna ley o ningún juez ni Tribunal pueda arreglar la forma política actual desde dentro como nos cuenta la propaganda de los partidos del Estado. Siendo la mentira puramente necesaria, la solución cabal es decir la verdad. No implica nada más que eso, decir la verdad, para empezar a poner soluciones. Aquí entra otro tema que es capital: la ignorancia, y el grado superlativo de esta entre la población española. Eso lo dejaremos para otros artículos, ya que es un tema que tiene tanta extensión como el de la mentira o incluso más, y la prueba de lo que aquí digo son todos los movimientos de indignación social que podemos percibir constantemente. Hay indignación porque hay ignorancia, que tiene que ver con el conocimiento de las causas que producen tal indignación, que tiene que ver también, precisamente, con la mentira política de hecho. 

Es preciso, pues, un reconocimiento honesto y desapasionado de cómo funciona el mecanismo institucional y gubernamental del Estado de partidos, para poder entender y explicar los únicos resultados que se pueden esperar de esta forma de gobierno sin acudir a la fantasía. El Régimen se reproduce y se cobija en sus propias instituciones y organismos, por eso no es posible y es absurdo, y esta es otra de las mentiras del Régimen y sus adeptos, acudir a ninguna “reforma”, ni cualquier otra expresión “biensonante” adherida a dicha mentira y al “mithos” original partidocrático. Habrá constitucionalismo cuando haya una constitución, es decir, separación de poderes, y eso hoy ningún partido lo procura, es más, tratan de impedirlo a toda costa. No es por medio de una reforma por donde se llaga a una constitución, sino, en términos del derecho constitucional, mediante una ruptura, la cual, desde la muerte de franco, nunca se ha dado hasta la fecha.  

Sin Libertad Política, todo lo que vemos es falso, ya que nadie puede demostrar lo que afirma, por lo tanto, la demagogia y la mentira no tienen control verdadero y es difícil sufragar en la práctica. Ni siquiera es hipocresía, ojalá fuera hipocresía, es puro cinismo. Como aquellos ingenuos, o quizá cínicos, a veces no se sabe distinguir entre unos y otros, que dicen que se ha deteriorado nuestra constitución, pero no dicen, o no saben, que nunca hubo constitución, que hay una Ley fundamental. Hoy, en el estado actual de las cosas, todos los movimientos fuera de la veda legal del estado, en el idioma partidocrático, serían anticonstitucionalistas. Es decir, serían partidos de izquierda, ya que los que hay, residen y están en una posición estatal, o de poder.  

Lo que hay nace así, con la mentira, y es única y esencialmente partidocrático, un documento jurídico que no es vinculante, que es impracticable e inaplicable por ningún juez en España y que sirve para instituir un Estado de partidos como forma de gobierno, es decir, una clase estatal en el poder, donde el gobernado vive al margen de los asuntos públicos sin estar representado por nadie. No es verdad que la democracia haya degenerado porque nunca hubo democracia. No puede haber oposición política porque todos son organismos del propio Estado, que es la Unidad de poder soberana, única e indivisible en España, el Estado no se puede partir en partidos porque es una UNIDAD DE PODER.  

La mentira política seguirá danzando por la sociedad española hasta que se empiece a emplear el lenguaje correctamente, y a utilizar la verdad como motor y herramienta para que la libertad, la Colectiva, la única libertad que puede existir pueda llegar impoluta a la sociedad española.  

 También en el N XVI de junio de la Revista 2023 Libertad Política.

Artículos relacionados: La sociedad perdida. Cap. X. A propósito de la cerrazón, la cobardía y la mala conciencia de la sociedad española que participa en política sin haber democracia, Del fraude a la vesania, del cinismo al consenso, de la anulación del pensamiento a la nada moral, Sin constitución todos somos perdedores. Ensayo II., Las manifestaciones de la ignorancia, de la imbecilidad y de la corrupción moral, El Régimen del péndulo, un juego degenerado para indignados y otros rufianes del Régimen. II Parte.., Parte I. El Régimen del péndulo, un juego degenerado para indignados y otros rufianes del Régimen., Los medios y los fines, “La revista”. Escritos de abril de 2022, Número II de la revista Libertad  Política, De la mano con la mentira y la tolerancia.

 

Art. de Antonio HR, junio de 2023

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