(En la imagen: ‘La calumnia’, de Sandro Botticelli. 1494. Galería de los Uffizi, Florencia).

 

Instantánea inmediata de España

 

Temas. Sociedad. Corrupción moral, política y mediática. Los escollos de la libertad política colectiva.

 

Lo que era previsible y es hoy inevitable, tras 45 años de corrupción moral y política absoluta, es el hecho de que toda la sociedad española se encuentre envuelta en una atmósfera de convivencia pestilente en el sector social del que se trate; laboral, estudiantil, mediático y comercial. Una moral y un legado histórico nacional alarmantemente defenestrado, estatalizado, barnizado con toda clase de propagandas atiborradas de enjundia sacamuelesca, de falsos mesías y de grupos de sujetos ambiciosos y osados que tratan de tal manera los asuntos públicos y de la política mancillando el significado de todos sus conceptos, condenando al abismo la posibilidad de que alguna vez se pueda entender clara y pertinentemente la naturaleza y el carácter de la realidad de coexistencia política y social de los españoles.

Algo que es tan significativo como indiciado en todo esto es, que no hay escena en el proscenio mediático, que no sujete su lamentable guión, usando ilícitamente en sus manifiestos, la dialéctica política que representaba en toda esta materia de humanidades el ilustre pensador y jurista Antonio García-Trevijano Forte. Y el que la ignora, lo hace por complejo de inferioridad intelectual o principio represivo, como el ostracismo. En estos últimos años desde la muerte del jurista y pensador granadino, no pocos han sacado provecho lucrativo en busca de fama y reconocimiento social, a costa de sus enseñanzas, así como para ensuciar su tesis y postulado, la libertad Constituyente y la democracia formal como forma de gobierno. Para enmendar esa infección intelectual que pretende alejarse del verdadero camino hacia la democracia, basta simplemente leer al menos, aunque no se estudien, las obras del ilustre maestro Trevijano y cerciorarse de lo que aquí estoy diciendo.

Todo lo que se habla en España sobre materia de humanidades es absolutamente erróneo o falso. Así de simple, desde el más humilde colegio hasta la más significativa cátedra. Toda la pedagogía está sujeta a la inmundicia especulativa de las instituciones, los medios y de las personas, politizada hasta la médula por los partidos del Estado. El génesis del Régimen actual de 1978 preludió un caos intelectual absoluto, la confusión total del lenguaje y el significado de las palabras, y hoy, las generaciones actuales, consideran como un apestado a todo aquel que pretende el entendimiento fuera del consenso político, fuera de la tesis oficial. Los eufemismos lingüísticos represivos son pues usuales, como la famosa consigna de “negacionistas”, que sirve al Estado para crear animadversión interpersonal y execrar a las personas que quieren pensar independientemente por su cuenta.

Es tan eficaz el desarrollo de técnicas de sometimiento social al que ha llegado el Estado de partidos, que, cuídense de aquellas disidencias controladas, que en virtud del principio esencial característico del Estado de partidos, “la identificación”, ciertos movimientos y expectativas políticas independientes que han podido coger una fuerza significativa en la sociedad civil, inmediatamente, son absorbidos por la inercia de tal principio estatal, que consiste en dar vida política legal a nuevas gamas simbólicas con las que el feligrés de la servidumbre voluntaria de las urnas sin democracia tenga con quien identificarse, el Estado se nutre de su moral, se viste de ella, y abre la puerta del averno estatal a esa parte enajenada de la nación que cree que alguien ya les representa. Dentro de poco, en virtud de cómo se concibe hoy la libertad y la política y del grado de corrupción moral existencial, no se extrañen de que veremos pronto en España el “Partido estatal del dinero” y el PP y el PSOE no serán ya nada. 

 

 

Todo, hasta la tierra donde pisamos, está absolutamente corrompido, y aunque se repitan una y otra vez escenas sociopolíticas ya vividas, empíricamente fracasadas y fraudulentas, lo más inmundo es que se pretende por lo general ser otra vez dignos de ellas. El bucle infame de la conducta moral social de la Partidocracia, la confusión, la inseguridad y el desconcierto, que se rebela y se retuerce sobre sí mismo, constituyendo, posiblemente, la mayor de las locuras que haya podido ver la humanidad en toda su historia. Y me atrevo a decir, que, ante la evidente incapacidad que tiene el Estado de partidos para canalizar el natural conflicto social de las ideas al carecer de constitución, o, lo que es lo mismo, separación de poderes, la inoperante función de las instituciones y la putrefacción absoluta de todo el Derecho público que concierne a la nación española, lo que está sucediendo hoy en España, es muchísimo más pernicioso y de peor calado que una guerra civil. Las armas más demoledoras son las urnas sin representación política, el Estado legislador, sin separación de poderes, la aquiescencia de la magistratura ante la infinita corrupción y la servidumbre voluntaria que mantiene activa la máquina leviatánica para integrar a las masas en su seno, en el Estado

La guerra civil es la muerte y destrucción súbita, con la barbarie bélica sangrienta, de la vida de una nación. Lo que hay hoy es mucho peor, es agónico, insufrible, asfixiante, es desconsuelo absoluto constante, pero, a diferencia de la guerra civil, sin sangre y sin muerte, esto es, puede llegar a ser eterno castigo, si los propios españoles así lo desean, bebiendo inconsciente e incesantemente del veneno faccionario del Estado en las urnas sin democracia con el que se identifican y que no les puede representar. Es una pesadilla psicológica y moral, agarrotada y estancada, que tapona los oídos, que describe la forma social de millones de espectros que vagan a la deriva en una presidiaria realidad atiborrados de material político nihilista y atrofiado, que solo la libertad de pensamiento que impide el consenso político oligárquico y la libertad política Constituyente que impide el propio Régimen de partidos puede aliviar, pudiendo determinar desde la sociedad civil las formas de Estado y de gobierno, garantizando los derechos y libertades individuales e instituyendo la democracia política como forma de gobierno. La animadversión de muchos a la libertad Colectiva y la democracia formal es el recipiente donde se bebe el veneno de la soberbia, la necedad y la inconsciencia. Metafóricamente, carceleros de esa prisión social, en términos realistas, un ejemplo paradójicamente casual de esta metáfora son los actuales funcionarios de prisiones.

 

 

Este vertedero intelectual y paradigmático es lo que constituye hoy todo el mundo mediático y propagandístico del Estado de partidos. Un hórrido y nauseabundo espectáculo de ridículos gorgoteros y ofídicos perturbadores de la sensatez, la sencillez y la naturalidad propia de la vida humana y terrestre. Todo lo que vemos es una auténtica indigestión de la vida en sociedad y un atragantamiento de la vida política, sin libertad para solventar, al menos parcialmente, las indisposiciones del poder, ni democracia política para ser dignos de la cualidad moral y sociopolítica propias de un ciudadano. 

Miseria moral absoluta en las urnas, cinismo en las relaciones interpersonales y corrupción infinita de toda la sustancia humana y artificial. La creatividad sirve a la barbarie y al tirano, la inteligencia al poder del Estado para enterrar cualquier conato de libertad Constituyente, y el pueblo, en el sumun absoluto del averno moral, atendiendo al espectáculo en connivencia con las consignas dictadas, asintiendo desvergonzado y despreocupado por el devenir de las generaciones futuras.

 

 (En la imagen espectro social resulado de la servidumbre voluntaria y la corrupción moral)

 

Hasta los conceptos de libertad y democracia son presuntuosos y pestilentes cuando aparecen de la mano de manifestantes arrumbados por el complejo socialdemócrata, que siempre eluden al maestro García-Trevijano sin haber entendido ni una sola palabra de su obra. No existe oposición política al Estado de partidos, las voces que se oyen hoy en el nombre de la libertad y la democracia apestan a muerto y a podrido. Y lo que podría haber sido hoy ejemplo de una moralidad nueva para los españoles, ha caído en las sombras de la indecencia, de la insidia, de la arrogancia y la petulancia. No pocas personas que gozaron de compartir mesa y palabra con el maestro García-Trevijano, hoy, son los ejemplos más bastardos de la deslealtad a la causa libertad, a la democracia y a la propia obra de García-Trevijano. 

No me olvido del otro gran escollo para la conquista de la libertad Constituyente no poco importante que tiene su origen a la muerte del ilustre Trevijano. La tragedia de sus predecesores y alumnos. Un lamentable hecho que enturbió su obra exponiendo las más infame de las cretinidades, los traumas de protagonismo, mezquindades y vituperios internos más bochornosos, escenificando injurias y agravios por doquier en las redes sociales y otros medios públicos, a la vista de todos los españoles. Yo digo, por favor, apártense ustedes todos de esta lucha. Son ustedes los menos propensos para dar ejemplo absolutamente de nada. Por mucho intelecto que tengan. Puedo hablar de decenas, sino cientos de personas, que, habiendo tenido afán y voluntad curiosa, que no es poco hoy, de conocer lo que significa la libertad Constituyente, como he podido ser yo entre otros miles, han salido salpicados, escaldados y aturdidos por su arrogancia y prepotencia moral, y asqueados de ver el desvencijado panorama que han dejado ustedes de la obra del maestro Don Antonio García-Trevijano. Esas algarabías se arreglan en privado, no en público, como han hecho y siguen haciendo ustedes. Han sido ustedes para la causa de la libertad y la democracia tan nocivos como el propio Régimen, incluso más, objeto de lógica burla de las fuerzas partidocráticas, lo que jamás Trevijano en vida habría permitido, ni permitió nunca, ni un segundo. Métanse pues en la cama mirando al techo, y no salgan más de ahí ni para dar un paseo. Nadie los necesita absolutamente para nada. Y menos para conquistar la libertad. Esto que digo aquí tiene tanta autoridad como cientos, sino miles, de personas que han visto lo mismo que he visto yo y que ha podido ver cualquier español que se haya asomado al espectáculo que ustedes mismos, sin ayuda de nadie, nos han brindado desde la muerte del maestro. Así vamos todos practicando el uso de la verdad. 

 

Este artículo lo encontrarás también en la Revista 2024 Libertad Política, en el Número XXVII de junio de 2024.

 

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Artículo redactado por Antonio HR, lunes 3 de junio de 2024.

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