(En la imagen, “Los romanos de la decadencia” de Thomas Couture, 1847. Museo D`Orsay, París)

 

Problema político solo hay uno. Causas que lo mantienen, tantas como personas que votan

 

Temas. Problema político. El voto sin democracia. Alternativa política. Libertad Constituyente. Estado de partidos. Representación política y principio de identidad. Corrupción de la moral.

 

“Más cruel que la guerra, el vicio se ha abatido sobre Roma y venga el universo vencido”. Juvenal

 

La solución política en España no es cambiar el voto hacia otros partidos, votar en blanco o nulo, ni mucho menos crear más partidos, eso es luchar en el mismo patio, reforzarlo y mantenerlo, donde el votante, o es el idiota al que humillan y roban una y otra vez constantemente, o es un sinvergüenza que le agrada la corrupción. El segundo caso lo entiendo, por su naturaleza, el primero es obstinación y necedad, y lo concibo como una suciedad moral más que un problema intelectual, donde se pueden percibir distintos niveles de putrefacción evidentemente. 

Es lo mismo a quien se vote, porque todos pertenecen al Estado como organismos de autoridad. El peligro está en los actos de aquel morboso que cambia de papeleta para ir probando a uno y otro como si fuera un restaurante bufet. Lo mínimo que le podrá ocurrir, como ocurre cada vez más frecuentemente por el grado degenerativo al que se ha llegado, es ahogarse en un desgaste de energía moral y confusión intelectual para terminar por decir las barbaridades que dicen no pocos españoles: “a mí no me importa la política” o, “la democracia no existe”; claro que no, en España desde luego que no, porque lo que hay en su lugar, y desde 1978, es un Estado de partidos o partidocracia como forma de gobierno.

Es normal, los españoles hoy, voten o no, no tienen absolutamente nada que ver con los asuntos de la Corte porque no son ciudadanos, son súbditos, es decir, y este es el gran problema político al que no quiere atender nadie en España: los españoles no tienen libertad política Colectiva o Constituyente, es normal que la política no sea atendida pertinentemente, porque la forma política que hay, el Estado de partidos, no puede motivar la moral pública ya que no existe ninguna acción o ejercicio activo en el Derecho político de la urna. La urna no sirve de nada al que participa. Los resultados no dependen de las urnas. Sólo asentir y aplaudir. Únicamente, en un Estado de partidos, aquel que no asiste al ejercicio de la urna puede sentirse realizado en política. 

Lo cierto es que, este modo ficticio y fraudulento de acudir a la urna sin haber democracia, sin existir libertad Constituyente, ha provocado un estado absolutamente infantil, de inmadurez cívica y servidumbre voluntaria, en el español de a pie, que, durante estos 45 años atrás, revela un complejo de inferioridad e indignidad, naturalmente, hasta unos extremos insospechados. Tanto es así que ya no se pretende la reflexión, sino que la moral, como decía Pascal en su obra sobre la necesidad del autoengaño, es la búsqueda incesante de encontrar una forma mejor para engañarse asimismo y tranquilizar la conciencia, como anestésico humano para la indigestión moral, y así esquivar siempre esa solemne e inconfundible verdad que por muchos españoles no quiere ser aceptada.

“Queréis ir a la fe y no conocéis el camino. Queréis curaros de la incredulidad y pedis los remedios; aprended de aquellos que han estado atados como vosotros. Consiste en hacerlo todo como si creyesen, tomando agua bendita, mandando decir misas… Naturalmente, incluso esto os hará creer y os entontencera”. Pascal.  

 

 

El cinismo y la mala conciencia son las consignas de cohabitación en España. 

 

En España no hay democracia, hay un Estado de partidos o Partitocracia como forma de gobierno, que se traduce, sin libertad política Colectiva, como un desarrollo político e institucional de la forma de gobierno de la dictadura: en lugar de haber un partido en el Estado, como la dictadura, hay varios. Fuera de ahí, de ese espacio legal, no existe la política, y dentro, la ficción propagandística de aquello que solo sirva a los intereses del Estado, que es quien PAGA. La alternativa a lo que hay no es otra cosa que la democracia política, no ninguna ideología o pretensión reaccionaria de una forma política ya experimentada, todas ellas sin libertad política de todos. La revolución, el cambio, es hacia la democracia que nunca ha habido, una necesaria ruptura democrática y la conquista de la sociedad civil de su libertad Constituyente para llevar al Estado la alternativa democrática.

La representación política del elector desaparece completamente en la forma de gobierno actual, el Estado de partidos, que se concibe precisamente para apartar de la vida política el elemento de representación. Esto es fácil de entender si uno se informa en la sentencia del Tribunal Constitucional de la Jurisprudencia de Bonn en Alemania (Gerhard Leibholz). En esa sentencia se dice que, la representación, se sustituye por el principio de identidad. El efecto perturbador es que, el que vota, se cree representado por el colorido estatal, y realmente lo que sucede es que se siente identificado con los colorines, sin elementos de representación

El sistema electoral de listas de partido remata todo lo que acabo de explicar en cuanto a la representación política, es un sistema que no está concebido para la representación política, que no dispone de una facultad electiva para el elector, es un sistema que sirve para efectuar un reparto en un sentido plebiscitario, no electivo, que no puede ser de otra cosa que de poder, riquezas o cargos públicos. Lo que implica que, cualquier tipo de participación, contribuya, en su ejercicio, a legitimar ese reparto. 

Es decir, el que vota a partidos, no elige absolutamente nada en la urna, sino que refrenda, esto es, que el Estado de partidos, con un sistema electoral de listas de partido aplicado, se constituye como un Régimen PLEBISCITARIO, sin facultad electiva del elector. 

En España no hay democracia, y la Ley fundamental del 78, a eso que llaman fraudulenta y equivocadamente constitución, es un documento jurídico que nunca ha estado en vigor ni puede estarlo, porque no es vinculante, no es practicable ni aplicable por ningún juez. 

Por lo tanto, el problema no es ni puede ser nunca el gobierno de turno, ni los partidos estatales, ni siquiera las leyes o los tribunales juiciosos, el problema es que en España no hay constitución, y lo que hay es un papel mojado que no vale para nada. No hay control al poder, que es el fin de la democracia. Considero que cualquier causa que se aluda o se atienda y no tenga que ver con la denuncia de la ausencia de constitución en vigor y la pretensión de elaborar una nueva, que es el problema nodriza, es el asunto capital del catastrófico estado de las cosas desde 1978, es una contribución a que la corrupción continúe, por lo tanto, aparte de participar en el ejercicio de la urna, el hecho mismo de no señalar el propio problema es también corrupción. Por supuesto, doy por descontado cualquier tipo de reforma política, porque la reforma implica conservar lo que hay y porque ya no hay nada que reformar, en la reforma ya estamos, de la dictadura precisamente. 

La corrupción, moral y política, acaba en el mismo momento en que los españoles quieran dejar de votar sin democracia. Exactamente ahí. Por lo tanto, es cuestión de uno mismo, no de lo que hagan los demás. Aquel que dice que es imposible cambiar lo que hay es un cínico, porque lo posible es no votar sabiendo que no hay democracia, porque así se está apoyado a la corrupción y además no se elige nada en la urna. Si se vota sin libertad política, se está diciendo que no la haya nunca, sea diciendo SÍ, o sea diciendo NO, toda participación será legitimadora de lo que hay. 

Para lo único que valen esas papeletas es para ratificar lo que el poder ofrece, hoy se vota exactamente igual que con Franco, para legitimar el poder establecido y para mantener la corrupción de todo lo público. El poder no está controlado. No hay diferencia funcional con la forma de gobierno de la dictadura. Para eso se vota hoy. Y se sabe muy bien. Y se sigue votando. Que no son los políticos los corruptos, los apestados son los españoles que votan y los mantienen refrendando listas que ellos no pueden controlar ni les pueden representar. 

El que vota en España está diciendo que no haya nunca democracia. Antes que la corrupción política, está la corrupción moral, que es la que permite aquella. Si votas, no te quejes. Y si no votas, hazlo en conciencia, para abrir un periodo de Libertad Constituyente, para poder decir que eres un ciudadano. 

 

También en el Número XXVII de la Revista 2024 Libertad Política.

 

Artículos relacionados: Instantánea inmediata de España, Sin constitución todos somos perdedores. Ensayo II., Escapismo, conformismo y la Libertad Política Colectiva., La sociedad perdida. Cap. X. A propósito de la cerrazón, la cobardía y la mala conciencia de la sociedad española que participa en política sin haber democracia, España necesita abrir un periodo de Libertad Constituyente para elaborar una constitución, porque España no tiene constitución, Libertad política y representación del ciudadano

 

Artículo redactado por Antonio HR, jueves 27 de junio de 2024.

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