Intereses desinteresados

 

Temas. Libertad Colectiva o Constituyente. Separación de poderes. Indiferencia política. Sentido de la abstención.

 

Inútiles y vanos son los intereses ideológicos, ambiciones personales o celos partidistas cuando no hay libertad Colectiva, son falsos. La libertad de todos es lo primero si se quiere ser libre y tener garantizados los derechos fundamentales. Toda la teoría política oficial y toda ideología que hoy se vende es radicalmente falsa, está obsoleta, al igual que el lenguaje político que se utiliza no corresponde a la realidad vivida ni al momento actual. Es pura propaganda, principalmente la emitida por todos los medios de comunicación hasta la última universidad. En el momento en que los partidos societarios se hacen estatales y que el sufragio universal desactiva la representación política y la facultad electiva por sistemas de votación proporcional plebiscitaria, y, sobre todo, en el momento en que se confunde la libertad, la Colectiva, que es la única libertad posible, con las libertades individuales y derechos otorgados, el mundo de la política es una constante ficción, por lo tanto, un fraude o una mentira.   

 

“La cobardía _dice un escrito citado por Michel Montaigne en sus ensayos_ es la madre de la crueldad”.  

 

Llegar a la libertad Colectiva, proceso únicamente posible a través de una conquista por quienes son susceptibles de ser gobernados, que son todos aquellos que se encuentran bajo tal o cual régimen de poder, no es una cuestión difícil de asumir, así como lo es de llevar a cabo, pero perfectamente posible. En España la Ruptura Democrática fue posible, y hubo Reforma porque todos los partidos clandestinos optaron por negociar los puestos y poderes en el Estado con el Gobierno de la dictadura, traicionando así toda su lucha de los años previos. La democracia, pues, no pudo llegar a España de ninguna manera, puesto que no hubo un periodo de libertad Constituyente para determinar lo que es propio de la nación y lo que le pertenece al Estado. Esto es, no se constituyó una separación de poderes Legislativo y Ejecutivo, se continuó con la misma estructura y relación de poder que disponía la dictadura: un único poder soberano y división en funciones. La libertad Colectiva no se conquistó, se otorgaron libertades individuales y derechos subjetivos, es decir, permisos y concesiones desde el poder emitidos en forma de Decretos/leyes. Es por esto que estoy escribiendo aquí, que en España nunca ha habido democracia formal, representativa o política nunca.  

Si no hay unas instituciones que permitan a los gobernados controlar a las personas que detentan el Poder, estos, con entera seguridad, llevarán al desastre y la ruina tras de sí a aquellos. Consecuencia empírica muy avanzada y en proceso constante de desarrollo, tras la aparición, terminada la II Guerra Mundial, de los Estados de partido en Europa y en España tras el fracaso de la tesis rupturista de la Junta Democrática, en magna y determinada medida. La libertad no deja de ser una medida constante de control político.  

Pero, también es un hecho a la vista de cualquiera, que la indiferencia, el oportunismo y la intransigencia intelectual hace que los españoles, en sus diferentes regiones y localidades, no consideren constituir una verdadera oposición, un freno al abuso ¿por qué seguir votando a esta Monarquía de partidos, que no es una forma de gobierno democrática sino un Estado de partidos o Partitocracia más vulgarmente conocida, si no existe facultad electiva ni de representación ciudadana ninguna? Si no puede haber representantes electos que velen y se deban a los intereses particulares en las distintas regiones y comarcas y no a partidos, sean de índole civil o de condición jurídica estatal, mientras sean listas de partidos ESTATALES predeterminadas por personas no elegidas y desconocidas por los gobernados, que en el caso partidocrático obedecen y se deben únicamente al jefe que les pone en la lista, sean del color que digan defender, en España, y como nadie tiene la obligación legal de mostrar ni exigir cuentas a nadie, cada programa electoral siempre será una humillación, una burla o una mera comedia infantil, se elude la responsabilidad, tanto de los gobernados como de los gobernantes ¿qué puede salir de ahí que no sea corrupción y decadencia de la nación 

Así que, yo siempre digo que, luego después de votar, la queja es mera manía y entretenimiento. No es serio. Porque la urna no condiciona ni cambia al Poder, en este caso, lo legitima, dando permiso y autorización a unas personas fuera de control para que hagan y deshagan según sus intereses y no los de los ciudadanos. Esto es, son las instituciones, y no las personas, las que se deben de cambiar.  

Entiendo que a nadie le apetece poner pies en polvorosa y levantarse del sueño fétido y amargado en el que se quiere seguir acomodado, pero es el deber y es lo que toca, de no ser aquellos que les es agradable el estado actual de las cosas, que no es otro que la corrupción y la degeneración de todo lo público, por lo tanto, de lo personal. Y no es difícil de entender, sin embargo, sí es complicado, y requiere de algo que apenas existe en España, que es la integridad cívica. Pero es la única manera de sanear la vida pública y personal cotidiana, construir desde la sociedad civil el nuevo edificio político. Ejercicio no sencillo, pero perfectamente posible y realizable. La cuestión es: seguir en decadencia, cuesta abajo y sin frenos, o espabilar y optar por una actitud personal conforme a los principios de libertad política Constituyente, que es la única salida posible y el viaducto para poder establecer una constitución por primera vez que separe los poderes Legislativo y Ejecutivo en dos urnas diferentes.  

Lo penoso no es llevarlo a cabo, lo realmente indignante es tener que decirlo y repetirlo constantemente, como si con los españoles no fuera la cosa. De cualquier manera, se debe de exponer las causas políticas que explican los grandes inconvenientes y penurias sociales que vive España desde hace 48 años, que son objetivas, es la vía efectiva y coherente, no eludiendo el verdadero problema y exponiendo hechos casuales que son el producto de esas dichas causas y que no corresponden ni explican el porqué de los efectos de la presente forma de gobierno. Un cambio de gobierno no va a hacer que, a cualquier presidente que les pongan ahí a los españoles que votan, otorgue la libertad política. Sánchez no es un dictador, Sánchez es otro oligarca más del Régimen, un producto del mismo, que gobierna exactamente de igual forma que cualquiera de sus predecesores o el que venga después, porque las reglas de juego no son democráticas ni nunca lo han sido, son partidocráticas.   

Si no hay democracia, si los españoles no pueden participar en los asuntos públicos nada más que para ratificar lo que desde el poder se les ofrece, la vida pública no dejará de ser un fraude público, una mentira y un constante tormento. Si no hay libertad política todo es falso. Tanto los tibios y los neutros, así como los que participan en esta pocilga de forma o modelo político, son los principales responsables de que nada cambie y sean siempre los cuatro de turno que se aprovechen de lo que hay. Y como no existe que un partido del Estado, un órgano del Estado, pueda cambiar lo que le hace estar ahí a él, cualquier forma de participación en una urna es un acto de corrupción o de apoyo a ella. Cuanta más obstinación, más degradación, porque el tiempo pasa, y en lo que los españoles mantengan esa alarmante quietud, más tiempo tiene el poder de legalizar su corrupción.  

 

La culpa no se la echen ni a Sánchez ni a ningún político, porque la culpa es del que vota sin democracia, que legitima lo establecido.

 

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Redactado por Antonio HR, domingo 4 de agosto de 2024. 

 

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