La gran diferencia entre una opinión y la realidad única. 

 

Que la realidad única dé lugar a múltiples opiniones personales sobre cualquier asunto o cosa es algo que debemos a la simple y pura naturaleza del pensamiento de cada individuo, es de primaria, por lo tanto, no hace falta ni precisa de más explicación para el entendimiento sobre este hecho natural. Por eso podemos afirmar que la igualdad de la naturaleza humana es rotundamente falsa y utópica debido al pensamiento único y diferente de cada individuo. Así, pasa lo mismo y de igual manera en el terreno de la política a la hora de describir toda su terminología y conceptos, es decir, en este caso, cuando se pretende hacer un debate sobre algo determinado no se trata de opinar a la hora de hablar sobre cualquier término o concepto sino de describir o definir para poder llegar a un punto en común; este hecho natural del pensamiento individual que parte de la realidad última de cualquier acontecimiento o hecho, hace que la política sea algo también natural y necesaria en los individuos para poder llegar a un fin y un acuerdo en la organización en cualquier sentido de una sociedad determinada dentro del natural y normal disenso entre las personas de dicha sociedad utilizando esa terminología para poder entenderse de manera homogénea, sino, como sucede en España y de aquí el motivo de este artículo, no habrá dios que se pueda poner de acuerdo absolutamente con nada de lo que ocurre, porque todo, cualquier hecho o concepto, se consideran opiniones; y así se distorsiona la realidad y la definición, y ahora pasamos a decir qué es opinión y qué es realidad..

Es cierto que la realidad personal es distinta en cada individuo, cada persona está viviendo en un mismo acontecimiento o evento una realidad distinta, eso es un hecho y es como decimos natural, lo que está sucediendo en la sociedad española, y que en otros artículos hemos dado causalidad a este hecho, es que lo que se ha distorsionado es la relación que hay entre la interpretación y la descripción, es decir, que lo que se debería describir o definir se interpreta de manera individual quedando en opinión. Se piensa como se cree y no se puede saber ni conocer porque no se considera la definición del término, es decir, lo que realmente es. Esta anomalía del pensamiento influye directamente a la hora de poder ponerse de acuerdo con realidades últimas y existenciales que no son definidas correctamente y son interpretadas de manera personal, con lo cual, da paso consecutivamente a la distorsión al mismo tiempo de la misma realidad que acontece, que es la misma para todos. Es muy sencillo, algo pasa de igual manera para todos los presentes y la descripción será la misma, ese es el hecho, en cambio, lo que puedan interpretar y la opinión que tengan los allí presentes naturalmente será distinta, esta es la valoración personal u opinión.

La verdad es que, la realidad es algo que no todos y en todo momento se acepta o acata en un instante o en el acto, a veces, requiere de meditación y reflexión, pues en términos de psicología, hay realidades que producen un shock en el cerebro hasta su entendimiento, comprensión y aceptación, a veces pasa un segundo, y otras veces pueden pasar días, meses, o quizás años dependiendo de lo que influya en la persona dicha realidad. Por eso, en la sociedad española, tras la degeneración del lenguaje por necesidad de consenso entre las facciones estatales para estar todas dentro del Estado, tras décadas de mentira sin llamar  a las cosas por su nombre mediante la propaganda estatal partidista y todos los medios de comunicación e instituciones como colegios y universidades, lo que se ha logrado es llegar a tal punto de capciosidad en todos los ámbitos, que nadie sabe, o la mayoría de las personas, no sabrían definir de manera homogénea términos tan básicos como democracia formal, que solo se puede atribuir a las puras y meras reglas de juego para construir el poder político desde la sociedad civil, de ahí que sea sistema y no régimen porque el poder viene de abajo hacia arriba y no a la inversa; el término separación de poderes, que se refiere necesariamente a la separación de poderes en origen desde un mismo sujeto constituyente que es el pueblo, que en dos urnas diferentes constituye el poder Legislativo que representa a la Nación, y en otra urna, al poder Ejecutivo que representa al Estado; el concepto de representación política, se refiere al igual que en el terreno jurídico puesto que ambos terrenos provienen del Derecho, a un contrato donde se hace presente mediante un intermediador algo o alguien ausente ante terceros; o el concepto tan mencionado entre la clase dominante en España, constitución, documento jurídico que tiene como función principal garantizar la separación de poderes, esto es, una constitución lo que constituye es la separación de la Nación del Estado mediante la separación en dos urnas de los poderes Ejecutivo y Legislativo; o como la tan sonante palabra Libertad, que solo la puede haber si se constituye de manera colectiva y no como realmente pasa, y es que lo que hay no es Libertad sino derechos y libertades individuales concedidas. Asuntos tan básicos como estos, es difícil que, por ejemplo, si preguntamos a 10 personas deliberadamente en la calle, sepan o describan de manera homogénea su definición real. Estamos acostumbrados a oír tantas veces estos conceptos tan básicos que de tanto oírlos creemos que son reales y que existen. La propaganda estatal utiliza hipócritamente estos términos tan valiosos como el que habla de coches de lujo y no tiene ni licencia para conducir, con tal hipocresía que sabiendo ellos que no existen, los usan por necesidad de tener la confusión y la mentira presentes constantemente para mantener el normal equilibrio del Régimen de partidos actual basado en la corrupción, que precisa precisamente, valga la redundancia, de la confusión y la mentira. Es natural y normal entonces, que con respecto a la terminología y conceptualización política, nadie pueda estar de acuerdo absolutamente en nada y no se pueda tener una conciencia en común de hechos reales, que son los mismos para todos. 

Hablando de la verdad, solo nos podemos referir a aquello que acontece de manera real y cierta, a lo que existe efectivamente, que no es ni fantasía ni ficción. Podemos definir la verdad como la sucesión de puntos en relación específicos que son los hechos observados o perceptibles, es decir, cuando se trata de describir algo a la vista de todos. Todo lo que no sea verdad, será mentira, por eso nadie la puede poseer, en cambio si se puede señalar, mostrar o decir.

En cuanto a la opinión, aquella que es propiedad del terreno personal e individual, que está unida a un juicio o una valoración, una apreciación o una interpretación sin valor ninguno, pues queda dentro del natural pensamiento y estimación de cada persona y eso nadie lo puede ni negar ni contradecir porque es naturalmente personal, por eso una opinión no tiene valor ninguno. Es cierto que existe una valoración generalizada en la sociedad respecto a ciertos asuntos en el terreno político, pero que nace a partir de dicha propaganda estatal extendida entre la mayoría de las personas. No está de más decir, que más que una opinión pública, a veces se trata de tendencias políticas y sociales que suelen ser convenientes en peso de cada ideología, todas falsas y propagandísticas en la forma de gobierno que hay, al menos en España, del Estado de partidos. Es decir, en resumidas cuentas, que la realidad precede a la opinión y que no hay juicio ni valoración sin un hecho real previo.

La opinión pública es el contenido político de la voluntad de la clase política que podría ser discordante; por eso existe la lucha por el monopolio de los órganos de la opinión pública: periódicos, partidos, parlamento, de modo que una sola fuerza modere la opinión y con ello la voluntad política nacional, convirtiendo a los disidentes en un polvillo individual e inorgánico.

(Antonio Gramsci)

 

Entre los individuos de la sociedad española se produce un escapismo de la realidad política conceptual en peso de la ideología individual, que está unido directamente al apego a dicha ideología u otros romanticismos ideológicos. Esto impide el progreso y avance intelectual en el conocimiento, empezando por terminología básica, hace que sea capcioso e intrincado, y así, no se pueda llegar jamás a un entendimiento formal y homogéneo de los mismos términos y conceptos.  Con esto lo que quiero decir es muy sencillo, y es que, si no se llama a las cosas por su nombre y las consideramos e interpretamos de manera personal antes de describirlas y definirlas, es imposible que se pueda dar en un futuro un cambio verdadero, e impide, no solo ver la verdad última de lo que sucede que es la misma para todos, sino también evita entender cualquier hecho real, lo cual, inevitablemente todo se deriva a un pensamiento ficticio e imaginativo de cualquier realidad. Supone que esa opinión que no se atreve a ser ni definición ni descripción, no es que admita la posibilidad de error, sino que la provoca, es decir, se vive constantemente en el error puesto que la base del conocimiento real está distorsionada e intrincada entre la opinión heterogénea de los individuos, pues una opinión no tiene evidencias y los hechos observables sí.

Hoy, tras largo tiempo de confusión, es difícil marcar un camino claro y limpio para el futuro de la sociedad española sumergida en un abismo de capciosidad de la realidad última, social y política, por consiguiente, un impedimento en su progreso intelectual y conocimiento, y también en su moral pública, moral torcida gracias a la ficción y fantasía de su pensamiento que les hace a los individuos vivir en una realidad que, o no existe o esta confundida.

 

No habrá nunca Libertad en singular y mayúsculas sin la verdad como principio ejercido.

 

Antonio HR, a 23 de agosto de 2021.

 

Un comentario de “Realidad y opinión, dos términos enfrentados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *