Los estafadores y los estafados

 

Temas: Sociedad.

 

Es raro que en España no haya estafas. Cuando todo lo público, y gran parte de lo privado, funciona así, mediante el fraude, el cinismo y la estafa. Todo en España es mentira, desde la “a” a la “z”. Desde que millones de españoles participaron en la estafa de un supuesto referéndum, el cual fue un plebiscito para legitimar lo que ya estaba antes, ahí nadie eligió absolutamente nada, de un documento jurídico que aún hasta hoy no ha estado en vigor jamás porque no puede estarlo al no ser vinculante ni practicable por ningún juez, al cual la oficialidad vigente lo hace pasar, de manera fraudulenta, por una constitución.

Pero eso no es lo más malo, lo apabullante es el hecho que hace a los españoles que sean probablemente el pueblo más idiota y más deteriorado moralmente de la faz de la tierra, y es que se creen ya cualquier cosa de cualquier estafador. El caso supera cualquier infamia de primer grado en el hecho de que no se lo crean y actúen “como si” se lo creyeran, ese es el asunto que hace de la moral del pueblo español una moral carcomida y corrompida; se vive fingiendo “como si” hubiera democracia”, “como si” hubiera libertad”, y así con todo. Tanto es así que, aun sabiendo que no hay democracia, que no hay constitución, que todo es un fraude público, van a votar a los que les roban, les humillan y les mienten. Además de ignorancia el asunto se mueve entre idiotas evidentemente, en el mejor de los casos, que van a la urna sin elegir absolutamente nada y sin estar representados, en el peor de los casos son aquellos que saben que votan a la corrupción y aun así van por oportunismo personal sin importar el daño.  

Es un pueblo lanar, gregario, atrasado decenas de años, sin espíritu cívico ninguno, que no creen en nada, que viven de superchería, creencias y tópicos recalcitrantes teniendo la realidad delante; la cobardía de un pueblo tradicional y extremadamente temeroso y vil, la connivencia con el cinismo y la costumbre de ser envidiosos, lo que desemboca en la calumnia, son aspectos típicos y cotidianos especialmente desde el periodo de la Dictadura en adelante, e influyen para que no se tenga el valor para reconocer los defectos y las miserias morales; así, y promovido por la propia propaganda del Régimen, tienen que meter la cabeza bajo tierra o mirar para otro lado, y hablan de opiniones cuando se trata de hechos, hablan de llevar la razón cuando se trata de decir la verdad. Su cerebro solo les da, en muchos casos, para inventarse agendas globalistas, poderes ocultos o Leyendas negras, mientras van a votar públicamente y a la vista de todos a sus verdugos. 

Entiendo muy bien pues cualquier manifiesto de indignación, dada la ignorancia, y solo quería decir que todas las penurias y detrimentos que sufre la sociedad española son naturalmente normales, dado que la mayoría acepta públicamente en la urna la forma política establecida; sigue clavado en el espíritu el arraigo de represión y miedo heredado de la Dictadura, ya que no se rompió ni se ha roto aun moralmente con ello, por consiguiente, esa conducta y costumbre y esos modos de convivencia de antaño, llegan hasta nuestros días en su más brillante degeneración, que es lo que vemos, en la quietud, la nada y en lo muerto.  

España es una nación estancada en su propio estiércol, emponzoñada hasta el cuello, que sus habitantes se creen cualquier cosa de cualquier imbécil y charlatán que se preste delante; o al menos no dejan de atenderle aunque no le crean que es mucho peor y más cínica postura; se creen hasta la mayor de las imbecilidades, como que hubo una “pandemia” y que “en los hospitales se salvaron muchas vidas”; que fueron durante casi dos años con bozales por la calle como verdaderos comediantes; que se inyectaron varias dosis de no sé qué (ni nadie sabe) seguidas, lo cual a muchos les ha mandado al otro mundo (y nadie dice nada de ello, silencio sobre el tema); que permitió con una actitud burlesca y altiva varios meses de arrestos domiciliarios a toda la población; que permitió los ASESINATOS de miles de ancianos en residencias, y no sólo eso, sino que luego fue a votar a la urna a sus asesinos; un pueblo que se deja pisar y engañar a diario y que sale en defensa de los ladrones, de los cínicos y de los traidores a la nación española.  

Un pueblo podrido moralmente hasta la médula que ha crecido y ha aprendido a vivir con el fraude, la mentira y la corrupción a diario solo puede desembocar lógicamente en una auténtica zahúrda de nación. Las causas verdaderas que han traído hasta aquí a los españoles, no es que nadie sea capaz de mentar, sino que están perdidas entre la demagogia y la mentira de la propaganda que produce e induce a la presente deformada opinión pública, dicha capciosidad para dar razones y causas, es acompañada y es reforzada por el necio y ciego apego partidista de los españoles; y porque para ello, para decir la verdad y así respetarse a sí mismo y empezar a arreglar el verdadero problema, primero hay que aceptarlo, y eso pondría en juicio, precisamente, a la mayoría de los españoles, culpables y cómplices de todo ello, por legitimar en las urnas las reglas de juego establecidas, que son precisamente las que hay que combatir. Este ejercicio moral personal no se atreve a realizarlo nadie porque es un ladrillo que hay que tragar así, de golpe y sin más. Por eso, el que quiere seguir viviendo, atendiendo a las formas actuales oficiales, o es un cretino apestoso que le da igual “el de al lado” o es un pobre ignorante que no sabe dónde vive y cómo está gobernado. Es decir, o eres un estafador y un cínico, o fracasas, porque en una sociedad de estafadores y de cínicos, ser un estafador y un cínico es una virtud. 

Para los enterados, no se puede combatir desde dentro, no se puede usar las leyes vigentes para combatir lo que hay porque precisamente son esas leyes las que nos han traído hasta aquí y son las que hay que cambiar. No por medio del gobierno de turno, no, eso son funciones del Ejecutivo, son jugadas de gobierno, sino cambiando las reglas del juego, otra moral distinta; primero abrir un período de libertad Constituyente para redactar una constitución que hoy no hay, por medio de una elección de diputados con actas jurídicas en Cortes Constituyentes, y una vez separados los poderes Legislativo y Ejecutivo, una vez separada lo que es propio de la nación y lo que es propio del Estado, por medio de una Cámara de representantes elegidos a mayorías en los diferentes distritos nacionales, se redacten las leyes que reflejen los intereses nacionales y sea la nación la que legisle y no el Estado

Redactado por Antonio HR, domingo 3 de marzo de 2024

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