(En la foto, “almas en pena”, una pintura de Fernando Koglot, Argentina 2009).

 

Los disvalores de la socialdemocracia

 

De lo natural a lo artificial; de la razón a lo absurdo; del ser a la apariencia; de la verdad a la opinión individual; del hecho verdadero al escepticismo; del respeto a la tolerancia; de la costumbre al complejo; de un único partido estatal a varios partidos estatales; de lo competitivo al nepotismo; de la realidad a la ficción; del talento a la mediocridad; de la corrupción individual a la corrupción como factor de gobierno y por sistema; de la esperanza al hastío; del error a la confusión; de la represión por la fuerza al consenso; de la dignidad a la servidumbre voluntaria; de la dictadura al Estado de partidos; del miedo al terror; de la voluntad a la indiferencia; de Franco al franquismo en consenso en virtud de la socialdemocracia 

La socialdemocracia es una ideología incompatible con la calidad pública de cualquier individuo que se considere un ciudadano, es una ideología hecha y diseñada para que no haya Libertad y no haya Democracia, para que no se piense y para que todo, cualquier cosa o persona, no llegue a valer absolutamente nada; hecha y diseñada específicamente para esclavos. Hay multitud de expresiones tanto políticas como sociológicas que manifiestan esta inhumana ideología, aquí esbozaremos algunas de ellas.  

En su existencia política, en casi un cien por cien de las agrupaciones políticas de toda Europa y sus programas electorales, se concibe mediante el consenso político para vivir, como órganos permanentes, juntos dentro del Estado; mismo pensamiento y conducta, y se comparte la misma voluntad y dirección política. En España, se manifiesta con la idea de la reconciliación y la concordia. En su existencia social, sirve y se desarrolla para crear una sociedad de apariencia libre, con una amable melodía, a la vez que utópica, de la “igualdad social”; principio rotundamente inalcanzable y que naturalmente es imposible que llegue nunca. Busca el Santo grial de la “igualdad social” por debajo del océano, lo que le hace de facto ser ideología. La desigualdad está en la propia naturaleza. Es una amable ilusión para masas adormecidas y sedadas, perdidas en el relativismo de lo existente o en la vivencia emocional de las apariencias. Como lo subjetivo es uno de los valores centrales como motor de las relaciones entre individuos, la hipocresía define el resultado moral en la persona. Ya solo la misma palabra “socialdemocracia”, es un contrasentido en su significación, es una doble cara de lo que nos rodea, un doble filo. La Democracia formal no tiene que ver con la ideología o la manera de pensar de una sociedad ni de un individuo, ni siquiera con su ordenamiento jurídico, como es incorrecto atribuir a la Democracia cuando se manifiesta como su significado al concepto de “Estado social de Derecho” que aparece en la misma Ley fundamental de 1978. Todo Estado es social, y todo Estado es de Derecho. Las Monarquías absolutas inventaron el Estado de Derecho. Toda dictadura del siglo XX eran Estados de Derecho, y allí donde haya un ordenamiento jurídico será un Estado de Derecho. La Democracia formal son meras reglas de juego, las mismas que constituyen el juego político y forman un sistema de poder. Podemos asociar a la Socialdemocracia políticamente hablando con el concepto ideológico conocido como Democracia material o social, o también conocida como “fundamento de gobierno”, que es la jugada propia del que está gobernando una vez en el poder. La Democracia material o social se basa en la idea de “igualdad social”, “justicia social” o “igualdad de clases. Esta interpretación equívoca de la Democracia es algo comprobado, históricamente, a lo largo de las distintas revoluciones con tal objetivo, como la Revolución francesa o la R. rusa, fracasadas las dos, de hecho, como fracasos políticos dada su nula o utópica posibilidad en su objetivo político y social de igualdad. 

La socialdemocracia no es responsable de su realidad, es sujeto, propaganda y resultado a la vez de los problemas públicos. La sociedad los percibe por medio de los efectos clarividentes, indignados, sin atender ni ser conscientes de las verdaderas causas, esas que pondrían en el mayor de los ridículos a cualquier persona que participe de su esencia ideológica. La ideología de la socialdemocracia no puede aceptar la verdad, porque desaparecería ipso facto, en el mismo momento que se sustituye la verdad por la mentira, la forma subjetiva de opinión y juicio personal por hechos y causas clarividentes y descriptivos. Por eso prefiere vivir de creencias y opiniones personales, siendo la verdad, como contraria a la mentira una misma para todos.  Sin ser Democracia, sin representación del elector, sin elección, en cambio, sin garantía política, anormalmente se vota, y por eso, por ese hecho legitimador, una clase estatal con el poder del Estado en sus manos se reparte este en parcelas, de manera funcional según el resultado votacional en la urna; espíritu y afán mutuo de oportunismo y corrupción, gobernados y gobernantes. 

 

 

Ser conscientes de los efectos devastadores que produce en la mente de los individuos la ideología de la socialdemocracia, ya es un paso descomunal para cualquiera que desee vivir, no solo con dignidad, sino con la mente naturalmente sana. La socialdemocracia es la excusa para tapar la verdadera realidad del presente franquista, de existencia política y moral hoy más que nunca en España. La excusa pública es siempre Franco. Los recalcitrantes partidos estatales, herederos del franquismo, exhiben un complejo de vergüenza que los delata súbitamente por haber participado en la dictadura, siendo franquistas abrazan el consenso, hacen lo contrario de lo que son para engañar a la sociedad; los considerados de izquierdas, políticamente, hacen de Franco motivo de legislación, socialmente, un complejo absurdo e inútil de revancha ideológica e histórica solamente para alcanzar poderes y puestos estatales poniendo su objetivo republicano en manos de una Monarquía con esencia dictatorial, participando del fraude y de la corrupción institucional y gubernamental descansando en la concordia y reconciliación nacional. Todos en el Estado. Todos, como digo, socialdemócratas.  

La sociedad del complejo, del miedo y del rechazo a la competitividad y la rivalidad, es decir, a la política, al natural disenso entre individuos. La socialdemocracia deja a todo individuo a ras, efecto cortacésped; efecto masa. Y como la naturaleza produce desigualdad naturalmente, es necesario que los socialdemócratas vayan, no solo a contracorriente de la naturaleza de las personas y las situaciones, si no, por complejo de inferioridad, impidiendo su natural progreso, evolución y mejora. Desaparece el talento y la imaginación. Nace la desidia y la impotencia. Se siembra la envidia que resulta en calumnia. La ideología de la mediocridad. Se pasa del respeto a la tolerancia. Y como hay tolerados hay tolerantes. La socialdemocracia es llevar a cabo lo que pertenece a lo inhumano, que todos seamos y pensemos de igual manera, es decir, todo lo contrario, a lo que significa una sociedad libre. Es una necesidad de la socialdemocracia, para la mejora del control político, antinatural, el miedo y el rechazo a lo humano y lo político, concepto confundido que significa exactamente lo que a todos nos atañe, lo público exactamente, producir individualismo desubicado e irracional (porque el individualismo social racional y moral es el que manifiestan las religiones protestantes o protestantes calvinistas), así, ello, resulta y se manifiesta de manera evidente que, para cualquier persona, todo se vuelve inaguantable e insostenible en lo social, en lo vecinal, en lo personal y hasta en lo familiar o sentimental. Prohibido hablar de política. Consejo vital en la Dictadura del General Franco: “La política no son asuntos del pueblo”. Antes era Franco el que apartaba la política de las personas, hoy es entre las mismas personas que no se puede hablar de política por complejo a ella, o más bien por desconocer de ella. El hombre teme a lo desconocido naturalmente. 

La inevitable desesperación social por la incapacidad de alternativa en la urna, el deterioro de la mente tras décadas subyugada a la confusión, mentira y la corrupción permanente, todo ello produce un estado mental y moral incapaz, desesperanzador, donde sociedad gobernada y gobernante convergen únicamente en el punto de la complicidad mutua que es el cinismo. La corrupción moral de la sociedad gobernada mostrada y exhibida en público sin pudor mediante la servidumbre voluntaria en las urnas, que es la que da permiso en la otra corrupción que es la corrupción material, la corrupción política, la cual estamos más que acostumbrados a convivir con ella, la cotidiana. 

 

 

En el terreno personal y de autoconciencia, la socialdemocracia en España ha creado seres moralmente superiores, el tolerante y el tolerado. Un tipo también de dictadura de la moral, una suficiencia, o altivez si se quiere, moral para juzgar entre lo que es bueno y es malo, un poder de consentimiento entre los que dominan el coto del consenso. Algo rotundamente peligroso por ser excluyente. Esto es una muestra que da lugar a ese rechazo a todo lo que no sea “políticamente correcto”, una moral superior en todo aquello que se considera público, es decir, que básicamente se centra en dar la coba al poder y a lo que impera. No solo la corrupción, sino, como digo, el cinismo. Podemos destacar una forma original de socialdemocracia, muy cotidiana hoy, es el “postmodernismo o postmodernidad” (vertiente filosófica en Europa y que en España se hace ideología) y que también tiene que ver y está abrazada con el “buenismo” que podemos definirlo así, como aquellas personas que creen ellos y se otorgan a sí mismos el poder o la autoridad moral de juzgar a todo lo que se mueve. El valor supremo aquí es el escepticismo incauto, lo contrario de la duda inteligente o metódica. Reflejo inmanente de la no ruptura moral con el anterior Régimen que implica un complejo social de revancha absurdo, inútil, desubicado, del pasado represor de sus anteriores generaciones, me refiero al complejo del franquismo. Ese efecto de revanchismo sin sentido y anómalo en su propósito, apartado de la realidad política, atiende más a esas personas que se consideran de izquierdas, sin embargo, actúan políticamente como conservadores (de derechas), del poder político, en las urnas del Estado de partidos. Se mueven dentro del consenso de lo establecido, es decir, de los cotos morales y de pensamiento del Régimen de poder establecido. El efecto tanto moral como mental que produce es contrario a lo humano, a lo natural, a lo sencillo y a lo sincero. El valor para sostener esto es la apariencia inevitablemente. El contrasentido a lo natural de la vida no le queda otro camino que el de lo ridículo, lo trágico y lo demencial.  

Los disvalores de la socialdemocracia en la sociedad española se originan a partir de un hecho trascendental a la vez que no oficial, la mentira y la traición de la clase dominante al pueblo, desde el hecho originario y fundacional del Régimen actual, que, más que en aras de la Democracia y Libertad, se recogen hasta día de hoy los ponzoñosos frutos públicos propios y característicos de un Estado de partidos como forma de gobierno sujeto a un Régimen de libertades individuales y derechos otorgados mediante Leyes o Decretos/Ley dictados por el gobierno. Estado Legislador.  

La cobardía y la soberbia de los recalcitrantes de no querer la libertad para nadie, forma parte de la socialdemocracia. La Libertad, que solo puede ser Colectiva, no casa con el consenso excluyente de la socialdemocracia, que deja a los “por sí mismos pensantes” fuera de lo “correctamente político”. El temor a lo que hay en el exterior de los límites que marcan esas consignas del consenso que imponen las facciones estatales en el poder, son los resultados de la libre elección a mayorías, de formas de gobernar y de gobernantes. Los socialdemócratas prefieren amos antes que la libre elección. Son soberbios. Son enemigos de la Libertad y de la Democracia. 

Algún día los españoles sabrán qué es la Libertad. 

 

Antonio HR, domingo 21 de noviembre de 2021. 

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