LIBERACIÓN DEL TRADICIONAL MIEDO Y COMPLEJO A TODO LO QUE ES PÚBLICO Y POLÍTICO.
Cuando denunciamos algo, no se denuncia en primera persona diciendo “somos”, a no ser en el caso de que, uno mismo esté implicado; por eso, no pasa nada, para denunciar algo, usar cualquier pronombre personal que no incluya la primera persona del singular o plural, yo o nosotros, del pretérito perfecto simplemente o del pasado perfecto del verbo ser o estar, si es para decir por ejemplo “quién ha sido” o señalar “quién es”, o cualquier otro verbo en ese caso específico. Para eso está nuestra gran lengua que es el español, y para eso hay que usarla sin temor, con todas las palabras y vocablos propios para dar sentido y significado a lo que queremos decir o expresar.
No hablen en primera persona entonces, si lo que pretenden es denunciar la participación en las urnas, no digan ustedes: “los españoles somos un pueblo corrupto moralmente“, porque esa acusación contiene nombres y apellidos. Refiéranse entonces a esa parte del pueblo español que vota, y que manifiesta públicamente y sin pudor, el grado de corrupción moral que pretendemos señalar y denunciar los que no lo hacemos; es corrupción moral aquella que implica votar siempre, o aquella que pretende y tiene intención de hacerlo, a facciones corruptas, es decir, todas aquellas que están integradas en consenso dentro del Estado. Lo cierto es que, lo que debería ser una verdadera vergüenza para uno mismo es el acto y el hecho mismo de ir a votar, no señalar y denunciar al que lo hace o tiene intención de hacerlo; es totalmente al revés de cómo debería de ser en el caso de fuera una sociedad sana y limpia en el sentido público.
Precisamente, ellos, los votantes, a los que pretendemos señalar por ser ciertamente los cómplices y culpables de la parte sucia de la convivencia vecinal, saben muy bien que votan a ladrones reconocidos, personas que delinquen y funcionan mediante el fraude, el robo, la mentira y el crimen, y que conforman los partidos del Estado; esas personas que se precipitan a la urnas son aquellas personas en concreto a las que hay que señalar pues, ellos son los que dicen: “sí, a esto que hay” votando; no son otros, son ellos. Saben también, que sostienen un Régimen formado por facciones estatales que ostentan el poder absoluto, ese que tenía Franco en el Régimen anterior, el de conjugar las leyes, siempre a su antojo, ejecutarlas y elegir a los jueces, ese mismo poder sin control repartido de manera parcelaria, millones de españoles incautos, lo votan de manera irracional como si fuera un rito religioso o de fe, como aquel creyente que va a la iglesia a comulgar; a esos, son a los que hay que señalar en el caso de una acusación por la participación irracional en las urnas.
No digan entonces ustedes “los españoles somos incautos“, no, cuando quieran denunciar el acto sucio y perverso de ir participar en las urnas del Estado de partidos, hablen ustedes de aquellos que realmente son los culpables y cómplices, es decir, de aquellos que realmente son incautos, votando a la corrupción, a los partidos del Estado. No tengan pudor, miedo ni vergüenza en denunciarlos, en señalarlos, en decir sus nombres, nadie os va a hacer nada; lo normal, lo que sería actuar cívica y sensatamente, es decirlo y señalarlo como aquel que comete un delito o que perjudica al resto de convecinos, porque realmente y cierto es, que votar cuando no hay democracia es perjudicial para uno mismo y para el convecino, y sobretodo cuando se es consciente de que se trata de un Régimen que funciona sólo con la corrupción y se mantiene mediante los votantes de listas de partido. A ellos, señalarlos con el dedo, decir sin pudor: “miren, ese vota”, indicarlo con el dedo. No tardando, daremos “la vuelta a la tortilla“, naturalmente, y hoy, que se señala al que no vota por raro, aunque no lo haga por dignidad y civismo, mañana se señalará al que lo hace por sucio y corrupto, de hecho, se puede ir ya señalándoles. De hecho, el día que haya que dar causas de porqué paso todo esto y de quién fue el responsable directo de que pasara, con esta reflexión, ya tendrán ustedes una respuesta cierta, y así, mataremos dos pájaros de un tiro, evitando cualquier tipo de confusión para dar causas a posterior cuando ya se haya superado este verdadero trauma y anomalía de la moral social de la servidumbre voluntaria.
Quién son los incautos, los culpables, los cómplices, ¿los que votan no?, los que legitiman al Estado de partidos, los que prefieren seguir manteniendo el juego sucio de la Partitocracia, digan pues, en voz alta los nombres, digan entonces: “ellos son los culpables!, no digan que somos culpables los españoles, indiquen con el dedo quién, porque así sabremos quién mantiene la putrefacción. Eso es lo que hay que hacer, señalar al culpable, y hacerle ver que lo es, públicamente, además, delante de sus vecinos, de la misma manera que ellos, sin vergüenza ninguna, manifiestan públicamente la intención de ser partícipes de un fraude y una mentira, y, además, presumiendo de ello.
Porque llegará el día, que el votante en España, tenga que ir a la urna del Estado de partidos a escondidas, para que no se le caiga la cara de vergüenza de que lo vea el convecino ir a votar a ladrones y corruptos.
Ser y sentirse libres, sin complejos, sin ataduras, sin cadenas mentales ni morales con la sociedad, evitar el miedo, ese miedo incrustado y ese complejo social a todo lo político y lo público heredado del franquismo y que ha germinado en las nuevas generaciones también; no tengan miedo a señalar a los culpables, a los que mantienen la corrupción legalizada, a los que legitiman este Régimen putrefacto de partidos, a los súbditos que quieren vivir arrastrándose a la urna sin elegir nada, a los siervos voluntarios que votan a los que les someten y les pisan, a los que pretenden vivir en la mentira y la confusión, a los que impiden que haya algún día Libertad Política Colectiva, señalar a los que impiden y confunden la Libertad Constituyente, la única Libertad verdadera que es la herramienta del pueblo para controlar precisamente esa corrupción y abuso de poder; a los que votan, los culpables y cómplices ¡señálenlos!, ¡esos son!.
Hoy quizá, nos dé pudor hacerlo, por la fea costumbre que trae gran parte del pueblo español y también por el miedo que existe a todo lo que es público o político. Pero yo sé, que el día de mañana será un placer y un gran alivio en el alma para uno mismo poder decir: “yo no voto”, yo ya no soy culpable de lo que está sucediendo, yo me dí cuenta de ese fraude y engaño y he aceptado mi error de haber participado, “yo ya no soy cómplice”; será pues, más grande la sensación de alivio, de ir limpio, de no mancharse en asuntos pecaminosos y sucios, que el amargo esfuerzo de aceptar el error cometido, el que nos llevó al profundo fracaso constante, que es a lo que hoy todavía, muchos, tienen pavor de asumir con responsabilidad cívica; el error de haber sido partícipes tanto tiempo en una mentira y en un fraude.
Más grande aún es aquel sentimiento que nace y penetra en el alma y el espíritu de uno, de sentirse LIBRE cuando, de manera voluntaria, en un afán personal de responsabilidad pública, en un acto liberador de valor, dignidad y honestidad, se ha desprendido de las cadenas de la servidumbre y la esclavitud, del peso mental y moral que supone servir a las falsas ideologías y a las facciones del Estado totalitario; ese hecho real, que ya muchas personas han experimentado y se han liberado de ese yugo eterno de la servidumbre, culmina en la aceptación y comprensión de que, la Libertad de uno, no es Libertad verdadera, si no la tienen los demás, es decir, que nuestra Libertad, la constituyen los demás.
“Yo no soy libre si los demás no lo son”.
El votante, el culpable, el cómplice.
Antonio HR, a 16 de mayo de 2022.