(En la imagen, Tiziano, “El desollamiento de Marsias”, 1570/1576)

 

Las malas costumbres

 

En España, la mayoría de los gobernados acepta silenciosamente una posición subordinada en la relación de poder con sus gobernantes y la manera de gobernar, incluso muestra indiferencia a las privaciones de derechos e injusticias gubernamentales. Es la obediencia irracional, tomada por costumbre, la regla general. Ya no es la paciencia lo que resalta en la actitud popular, ya que el término paciencia implica una espera a algo venidero, los españoles se han anclado en una misma costumbre y condición de indolencia política para defenderse de su propia destrucción. Tolerar lo intolerable, como muestra el pueblo español, es el sentido parentesco y de solidaridad con la misma sociedad y con la legalidad impuesta por quien gobierna, incluso cuando los gobernantes los maltratan. Un ejemplo muy claro de la actitud servil y obediente del pueblo español, lo encontramos en la razón, entre otras muchas, en el momento en que los gobernados obedecen a sus gobernantes porque aceptan como verdadero, la excusa metafísica, teológica e irracional determinada, que el Estado debe de ser la religión obedecida intrínsecamente digno de obediencia sin reproche. En un grado superior de idiocia y barbarie pública, y teniendo en cuenta que se está gobernado por una minoritaria clase estatal de gobernantes que nadie ha elegido para estar ahí, estos corrompidos por el poder excesivo, existe otra clase muy numerosa de súbditos, corrompidos también por el exceso de obediencia ciega e irresponsable; esta reflexión última responde a que, será sumamente difícil el desapego de esa parte de la sociedad que participa en la corrupción y la ignominia pública en este tipo de orden social y político de la Partitocracia.

La Carta otorgada del 78, el Régimen del 78 y la Monarquía de origen franquista, son la llave y el permiso para que, venga quien venga, termine podrido de corrupción, nos dice la experiencia, pero hay algo más pernicioso, esa es la corrupción moral del pueblo que lo vota y venera. La corrupción en España desde el 78, es factor de gobierno, sistémica y sistemática, no se puede funcionar sin corrupción, eso está claro para cualquiera. 

El no votar en España porque NO hay democracia porque hay un Estado de partidos como forma de gobierno, es un acto de responsabilidad pública y cívica, si se toma en cuenta la experiencia como ejemplo para una posible reacción ante la injusticia. España ha sido gobernada por ladrones, y así será mientras no se haga una verdadera constitución que separe los poderes Legislativo y Ejecutivo en urnas diferentes. La separación de poderes es una técnica política que ya los pensadores del siglo XVIII como Locke o Montesquieu lo pusieron a la vista, demostrando científicamente que, la corrupción y el abuso en el poder es inevitable, y que, para frenar ese abuso de poder o esa corrupción, sólo se logra poniendo otro poder delante que lo frene mientras que un poder vigile al otro poder, así, se podrá disminuir e incluso erradicar que la corrupción y el abuso sea por sistema. Para tal separación de poderes es preciso e implica la sanción de una verdadera constitución. En España, no hay separación de poderes, hay división en funciones, como el Régimen anterior, lo cual es prueba precisa, entre otras, de que no hay constitución, por eso el abuso de poder generalizado y la corrupción incesante, imparable e infinita y cotidiana. 

Ahora, los enterados, los difamadores y los oportunistas que apoyan a este Régimen putrefacto de los partidos del Estado, difaman al único que dijo la verdad en España desde el primer día que empezó todo está barbarie y desangre sociopolítico, Antonio García-Trevijano Forte, manchando y difamando su persona y lo que supuso con su gran obra, una de las obras del pensamiento político más extensa e importante en España y el mundo de todos los tiempos. Aceptar ahora para la sociedad española, tras más de cuarenta años, que se ha participado en el fraude público, será algo verdaderamente costoso, pero no imposible; que se ha convivido con la corrupción 24h al día; que el pueblo español ha sido principalmente cómplice y culpable del desastre sociopolítico en España, ya que ellos han sido los que, con sus papeletas de listas, han legitimado el Régimen y lo han mantenido y permitido, supone un examen de conciencia para la sociedad española que difícilmente se podrá mirar al espejo y limpiar la mugre y la corrosión moral pública acumulada durante tanto tiempo. Se hará cualquier cosa y se defenderá lo indefendible mediante excusas banales, difamaciones y mentiras, para que todo siga en el mismo cauce y derrotero corrosivo por el mero hecho de la cobardía de aceptarlo.

La calidad pública de ciudadanos, no la tiene quien tiene riqueza y fácil solvencia; no la tienen los inteligentes y los eruditos; tampoco la tienen los que crean tener ideas de libertad u otras imaginaciones retrógrados de las ficciones ideológicas; no es como se cree o se piensa, que es más ciudadano aquel por ser “hombre de bien” y acudir a votar sin democracia; tampoco es más ciudadano el que rinde pleitos a la legalidad impuesta, a las leyes sin control; todos estos casos que he nombrado aquí y los que me quedan de nombrar en el leganal partitocrático, son ejemplos de la tradición del servilismo que trae España en los últimos más de ochenta años, son el resultado del miedo y el terror al inmenso poder creador permanente que tiene la Libertad Colectiva, son ejemplos de la ignorancia generalizada en cuestiones públicas y políticas; la cualidad de ciudadano la hay o no la hay, y sólo se tiene cuando todos, de manera colectiva, la conquistan, cuando el pueblo tiene la facultad de decidir a mayorías las formas de gobernar, elegir y poder revocar si fuera necesario a sus gobernantes y tomar ellos las riendas de su futuro como sociedad.

El miedo a la Libertad Política Colectiva apesta en las calles españolas, se teme a lo desconocido, se prefieren amos, se odia al vecino, se envidia y se condena al que tiene diferente manera de pensar, con términos y palabras promovidas por la misma propaganda estatal, palabras sin sentido y significado como “los rojos y los fachas”; la indolencia en lo más bajo de los valores cívicos, la pereza, junta con el miedo, a cambiar lo que nos perjudica y salir de la rutina aunque esta sea presuntuosa e incómoda, es mucho mayor que cualquier ánimo positivo y atisbo de esfuerzo para salir de la profunda depresión sociopolítica; mientras, ese espíritu recalcitrante y putrefacto de millones de españoles, tiene la voluntad de alcanzar, de manera egoísta y fanática, sus propósitos ideológicos, para instituir a un amo y a sus secuaces que mantengan las mismas leyes que el anterior gobernante en el transcurso partitocrático para no cambiar nada, más que las caras en el poder, esa voluntad insidiosa e irresponsable de millones de españoles, es un impedimento y evita que algún día haya Libertad Política Colectiva y Democracia en España, porque sustenta en las urnas un Régimen que está hecho para impedir que, algún día, haya Libertad y Democracia de todos los españoles; esa cerrazón esta plantada por costumbre y por terquedad para impedir que la cualidad pública no sea de ciudadanos sino siervos, en la mayoría de los casos voluntarios, me refiero a todos aquellos que se arrastran de manera litúrgica a la comunión del veneno en las urnas partitocráticas. 

Esta es una de las razones por lo que la Libertad Política debe de ser una conquista, que vendrá sobretodo de aquellas personas que se respeten así mismo y respeten también al vecino, que tengan un mínimo de dignidad y sean para el resto un ejemplo cívico de convivencia, al menos, no participando en conciencia de la mugre, de la mentira y de la corrosión de todo lo público, que es lo que, una gran mayoría del pueblo español lleva haciendo más de cuarenta años. 

 

Antonio HR, a 23 de marzo de 2022

2 comentarios de “Las malas costumbres

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *