(En la imagen, del cuento “El principito y el farolero”. El que haya leído el libro entenderá la moraleja, de ahí este escrito que acabo de realizar).
La sociedad perdida. Cap. VI. El principito y el farolero
Hubiera pasado exactamente lo mismo, que nadie había prestado la más mínima atención al respecto, como ha pasado con el absurdo de la “viruela del mono”, que con la “gripe aviar” o “las vacas locas”, como todo lo que sucede en este Régimen de partidos estatales, asuntos de una envergadura necia y jocosa evidente y carente de seriedad ninguna a la vez que impertinente su propaganda en los medios, con el asunto político-económico al que se asoció oficialmente con una crisis sanitaria estos dos últimos años atrás, de la que ya, al parecer, nadie se acuerda después de los arrestos domiciliarios y el hurto de algunos Derechos universales básicos como es el de salir a la calle o ver a familiares enfermos o en residencias, o hacer autopsias a familiares muertos por enfermedad, por decir algunos de ellos; como si hoy no siguiese muriendo personas por gripes y otras patologías y se haya parado de repente de morir las personas; así de anormal todo. Digo, que no hubiera ocurrido nada exagerado como lo fue todo los dos últimos años, de no ser si no hubiera tanta cobardía, tanta impostura y tanto cretino en España siguiendo la mentira y todo el mundo hubiera seguido una vida totalmente normal, precisamente como hice yo y sigo haciendo, de prudencia, de sensatez y sobretodo, ante una situación de represión y coacción estatal y devenido vicio público, de probidad o integridad como persona cuerda y responsable cívicamente ante la impostura del poder descontrolado y la procesión que lo sustenta, que son la mayoría de individuos en España. La locura no habría llegado tan lejos y se hubiera puesto en evidencia a los infames, no así en el caso de España, donde se ha sobrepasado con creces el límite de lo anormal y la inmoralidad pública, porque son los propios individuos que padecen quienes mantienen la mentira, unos por miedo, otros por oportunismo y otros por falta de cerebro; hasta tal punto se llega a lo inhumano, que no sólo es que se vea el crimen y no se haga nada, sino que se aplaude.
Vivimos en una sociedad podrida en todo sentido y con todas las palabras. Perdonen que os diga. El día que se ponga en evidencia a todos los integrantes del entramado sanitario, de la trama propagandística y que podemos llamar también correctamente “terrorismo de los medios”, a aquellos agentes de Seguridad del Estado que abusaron físicamente y por coacción a los transeúntes, a los responsables y encargados de muchas residencias de ancianos, farmacias, etc., y a los que, aún hoy, venden y sostienen la mentira hablando de “la vacuna” o llevando trapos en la cara, hasta ese día, yo no quiero estar relacionado ni conformar esta basura social de la que solo pueden ser partícipes los mentirosos, los canallas y los cretinos.
Y es que, esta es la prueba, para muchos incapaces mentales y demagogos, para decirles hoy, aquí, públicamente, que no hay ningún “PLAN”, ningún “NOM” ni cualquier otra insinuación de poderes extra oficiales u ocultos, como Agendas globalistas y demás paranoias para mentes ignorantes, retorcidas y hastiadas, sino que son la gran mayoría de los individuos de la sociedad, ellos mismos, voluntarios de la barbarie que desde el infame poder descontrolado se ofrece al público, y que este, por miedo y por pura putrefacción moral se trata, llegando a extremos ilimitados de locura e idiocia compartida y promovida, hasta tal punto de que, no sólo se pasa de largo sin poner en tela de juicio el crimen evidenciado, sino que el crimen es compartido. Me parece entonces muy normal pues, que la convivencia vecinal actualmente en España sea más insoportable cada día. Que haya llegado hasta tal punto la carcoma moral que a nadie ya nada le importa, que no se crea en nada, que no hay esperanzas de nada y que ya nada se respete, que se haya llegado a tal punto insano de la moral, donde no hay conciencia cívica ninguna, y donde, después de haber visto y vivido la corrupción y el crimen de Estado delante de nuestros propios ojos, aún, se siga hablando en positivo de ello, cuando verdaderamente, a todas aquellas personas que hablan o comparten estas prácticas holocausticas y de sometimiento de la población deberían de estar todas en una jaula con una camisa de fuerza por aduladores de lo indigno, enfermos mentales o si no por cretinos.
No cabe un idiota más en España porque no hay más sitio donde meterlo. Con tal de ir a votar, ver fútbol o a los toros y presumir de lo que no se tiene, principalmente de valor y dignidad e integridad y decencia pública, con eso, la gran mayoría de españoles de a pie creen que ya han cumplido con las generaciones venideras dejándolas como valor supremo la mentira y como ejemplo la cobardía. Recuerdo aquellos años donde aún había esperanza, había ilusión, había luz, hoy, tenemos ante nuestros ojos, ya sean de una clase social alta o baja, ya sean intelectuales o paletos, ya sean de pueblo o de ciudad, una sociedad infeliz, triste y hastiada, totalmente desesperanzada, que no cree en nada ni tiene ganas de levantar la cabeza cuando la humillan a diario.
Estancados en las chaladuras que emanan directamente del actual Régimen del 78, los españoles, no saben dónde está la salida a su problema, pero es que tampoco quieren saberlo. Ya sea porque ya lo saben todo o tienen sus creencias y opiniones; lo cual basta con evidenciar su situación social. No se hacen a la idea de un nuevo planteamiento de la situación pública, y añado que no estoy diciendo un cambio de tradición y costumbre, sino de feas manías, formas y modos de convivencia burdos y contumaces que llaman más a la ignorancia y al sinsentido, como la obediencia ciega, la resignación ante la injusticia, el rechazo al consejo o la indiferencia a lo desconocido, el método cándido de “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”, precisamente lo que ha traído los españoles hasta donde están, extraviados absolutamente de su realidad pública.
Intentaré explicar antes de terminar este artículo, y como hecho destacado, una confusión que hay generalmente en casi todas las personas que ven el fruto, al paso de las generaciones, del Régimen donde viven, que no es más que beneficio de la mentira, de la corrupción y el vicio; en resumidas cuentas, de la ausencia de control al poder y también de responsabilidad para tenerlo. Y como esas herramientas básicas son la clave necesaria para llevar un camino al cambio en lo social y lo público en una sociedad medianamente decente y digna, lo que ocurre en España es el efecto contrario, por eso no hay decencia y no hay dignidad, hay degeneración. Esa confusión a la que quiero hacer referencia está en creer que esa degeneración de todo lo que vemos se produce porque el paso del tiempo en un régimen basado en la inmoralidad de quien lo funda y lo sostiene desgasta la tradición, pierde la costumbre y corrompe el valor de convivencia creando en la opinión un error monumental de pensar que es debido al paso del tiempo tal despropósito social. Lo que hace presa a una sociedad es su constitución política, es decir, cómo está regida, desde su origen y desde el primero al último. En España, en el Estado de partidos, en la Monarquía que puso el Dictador, no me cansaré de decirlo, no son las personas, ni los partidos, ni siquiera los gobiernos de turno, el resultado de esta badajada política de la mal llamada “Transición española” pone en evidencia el hecho sociopolítico en el mismo orden de tiempo de estas más de cuatro últimas décadas de partitocracia como forma de gobierno. Que la sociedad española languidece y merma en todo sentido, de la mano con el desgaste de fuerza y legitimidad que va marcando a cada golpe de urna la degeneración, en términos propios de la política, del Régimen de Franco, que es lo que hoy de desde el año 78 vemos en España. Es la forma de gobierno y la forma de Estado, y sobretodo, los modos originarios y originales que le dan partida los que marcan y nos señalan la realidad política que aquí estoy describiendo, el resultado sociopolítico depresivo que todo el mundo puede observar y contemplar, corrupción y crimen de Estado.
La ausencia de Libertad Política y de Democracia, es decir, de falta de control del poder, y también, como digo, de responsabilidad para tener tal control, es la única causa. Y es que, árbol que nace torcido, no hay barrote que lo enderece. El Régimen actual de los partidos políticos del Estado tiene su origen en la orden del poder, es decir, en términos políticos, en la Guerra Civil española, que es de donde nace y surge la legalidad del actual Régimen por medio de la Reforma política, y es legitimado por la mayoría de los españoles en las urnas del Estado de partidos. Hoy usted está viviendo la putrefacción sociopolítica que ofrece el consenso político entre los herederos de la Dictadura y los que se hacían llamar los partidos de la oposición, que dieron continuidad al franquismo por la vía en color, pero con la misma estructura sagrada de poder de la Dictadura, donde el poder no está controlado, creando en la sociedad un sentimiento de vergüenza y complejo moral; dígase también de salvaje.
“Esto no se arregla sólo con dinero”.
Antonio HR, jueves 7 de octubre de 2022.