El régimen franquista que actualmente rige España se mantiene por dos factores confusión y división. E intuyo, que la confusión es la que permite la división. Tengo la convicción de que si los españoles, la Nación, tuviera clara la realidad de España, la división no se daría. Los franquistas Sánchez e Iglesias, creo que manejan muy bien la confusión. Su expresión totalmente vacía, que es un galimatías ininteligible, consiste en colocar palabras una tras otra que den sensación de confianza y acreciente la fe de sus acólitos, inocula la confusión de forma muy eficaz.
El enemigo es algo etéreo, impreciso, que uno puede concretar en cualquier cosa, y lo que es más grave, en cualquier persona. Y envueltos en ese halo de confusión, se diluye la necesidad vital de contactar con la realidad, porque es ese ente etéreo, la causa de todos los males. Y para eso, la herramienta más eficaz son las ideologías. La confusión produce un ensimismamiento en las personas, que consigue que cada uno no salga de sí mismo, y que espera que alguien o algo de fuera lo arregle todo. Precisamente esa es una de las misiones de todo repúblico; combatir la confusión.

Si los españoles tuviéramos claro, tuviéramos todos un concepto de democracia, claro, preciso y riguroso; dudo mucho que nadie pudiera tragarse las soflamas del régimen. Si tuviéramos una idea clara y precisa de lo que es Nación y de lo que es el Estado, el régimen hace mucho que habría desaparecido. El régimen tiene a su disposición toda una masa mediática que las 24 horas del día inunda a todos y a todo de esa confusión. Tirar al contenedor todo televisor, sería una medida muy saludable. Pero incluso sin eso, la acción constante de cada uno de nosotros puede conseguir grandes logros. La VERDAD padece, pero no perece.

Y por eso yo sí creo que esa acción, que, o bien, pasa desapercibida, o es invisibilizada por el régimen, y de la que los franquistas, con demasiada frecuencia se burlan, puede ser esencial para conseguir ese tercio Laocrático, decisivo para esa ruptura democrática que tanto necesitamos. Los repúblicos no aspiramos a ninguna utopía, porque no seguimos ninguna ideología y no creemos que después de conseguir como forma de gobierno, la democracia, todo va a ser idílico. Si, seguirá habiendo problemas y dificultades, pero la Nación tendrá el control sobre el Estado. Y lo que, si lograremos así, es que ningún delito que cometa el estado, quede impune. La representación, la separación de poderes, el mandato imperativo, entre otras cosas, nos harán libres. Por fin tendremos una constitución y habremos conquistado la libertad política colectiva. A nadie deberemos nada, salvo a nosotros mismos. La servidumbre voluntaria será pasada.

Antonio Sebastián Aragón Gotarredona, 10 de octubre de2020

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