El mensaje.

 

El concepto de política, que la mayoría de los españoles desconoce o confunde, llega a mi conocimiento y saber personal de la mano del estudio de la obra y la acción del pensador Antonio García-Trevijano Forte, que fue quien me empujó a conocer también a otros pensadores e ilustres de otras épocas y me introduce en el estudio de los asuntos políticos, de tal manera que, siendo un descubrimiento para mí y una puerta para mi desarrollo intelectual, da un giro a mi consideración de la sociedad y de los asuntos públicos verdaderamente positivo sino puramente fructífero, como digo intelectualmente. No por saber más, que también, sino por la capacidad y la facultad de poder entender mejor como de poder transmitir estos asuntos arduos y engorrosos con sencillez. Pero esencial y especialmente, el que me abre las puertas a entender la política como lo que es, una relación de poder, la lucha por el poder y desde su fundamento último, la Libertad Política Colectiva, es el abogado granadino, quien en su innovadora y extraordinaria visión de la materia me ha enseñado a dar la importancia pertinente a cada concepto y también al método de estudio en tales lares, evitando exaltar y dar importancia a las creencias e ideologías personales, que, como verdades parciales, poco aportan o nada al acervo cultural y al bienestar público de los españoles, sumidos en tópicos, creencias recalcitrantes, juicios individuales y una oscura tradicional moral en el terreno público que les impide avanzar como sociedad. Pero la erudición y el intelecto, que es algo más profundo y lleva su tiempo, no es lo que sirve en primer plano a cualquier persona sin instrucción para procurar un cambio positivo, sino la voluntad y la implicación personal, así como la curiosidad para la acción, en conocer e interesarse desapasionadamente por los problemas que más le pueden perjudicar en su bienestar y en su seguridad. 

La experiencia es algo útil; y como no lo iba a ser, para cualquier sinvergüenza o corrupto, no solo para apartar e ignorar aquellos que nos pueden instruir y explicar objetivamente los conceptos jurídico-políticos más complicados, como hicieron los artífices del Régimen actual de partidos, y siguen haciendo hoy, con el abogado granadino, sino utilizar la experiencia para la destrucción del bienestar y sobretodo para impedir la Libertad de los demás, que es la que hoy los españoles deberían molestarse en conquistar, y que es la que nos haría libres a todos de hecho, y también de derecho. Si por no entenderse los humanos la Torre de Babel se derrumbó, es normal entonces, que para destrozar la sociedad y la moralidad pública, se procure fomentar la estupidez de las gentes, retorcer el significado de las palabras, machacar su lenguaje, de manera que nadie pueda tener una sana conversación, no haya entendimiento claro entre las personas y cada vez que aparezca cualquier fanfarrón en los medios, los españoles se queden estupefactos, al soltar este cualquier simpleza o palabra biensonante para escudar el cinismo, la corrupción y la barbarie. Creo que los mejores caminos, vías o métodos para el avance y la prosperidad no son los que se creen los mejores, ni mucho menos los usados hasta hoy, que son los que nos han traído hasta el lugar en donde estamos; la corrupción moral, la institucional y el crimen de Estado; sino los que sirven mejor a la creación, al equilibrio y sobretodo a los que, en virtud de la Libertad Colectiva de todos los compatriotas, me permiten a mi así ser libre también. Y como el construir bien es un derivado y consecuencia lógica de la buena instrucción, y sin una buena instrucción, es decir, sin una hegemonía cultural que disuelva la existencial confusión en la materia política, no solo es que no se alcance cualquier buen objetivo, sino que se destruirá lo ya creado o lo que en su existencia natural era ya bueno por naturaleza. De lo que se trata, pues, primeramente, es hacer uso correcto del lenguaje, ya que, en mi consideración, es uno de las principales fuentes de confusión, de locura y de las más trágicas destrucciones de la moral pública de las últimas generaciones. 

El mensaje de este artículo, extraído de la revista Libertad Política Revista, procura una reflexión individual de lo que es público o político, esto es, de lo que a todos nos atañe. Este mensaje quiere recuperar algo que, el largo paso de generaciones, las guerras y los enfrentamientos fueron el costo para crear, y que, rápidamente, como la Torre de Babel, sino ha desaparecido ya, está en proceso de desaparecer: me refiero a la conciencia de Nación o de pueblo. Este mensaje llama a enterrar la tradición de obediencia ciega de los españoles, una manía cobarde, inútil y gregaria, que mantiene viva la servidumbre voluntaria de votar y adular al tirano. Eliminar ese miedo recalcitrante. No hay que temer a nada si de lo que se trata es de defenderse ante el poder abusivo y descontrolado, y sobretodo, habiendo como hay medios pacíficos y viables como lo es la cultura, la instrucción y la acción pacífica en conciencia advirtiendo al vecino el grave peligro que supone votar sin Democracia y sin Libertad Colectiva. No lo digo yo, lo dice la experiencia y lo contemplable. Siendo este un ejercicio cívico responsable, porque si de lo que se trata es de controlar la injusticia y el abuso de poder o la corrupción, y lo que podemos observar generalmente en la sociedad española es servidumbre voluntaria, miedo, indiferencia y obcecación ideológica, es normal entonces que las consecuencias y los resultados de este desmán público, en cuestión de no mucho tiempo, a la vuelta de la esquina, no más de una generación, y contando con el avanzado ritmo que marcha la degeneración de las cosas, hagan conocer a los españoles muy bien y de cerca los beneficios de su irresponsable y antinatural quietud. 

Hay alguien que va a tener que responder a todo esto, esos son los españoles desde luego. No solo es que se muestren reacios al consejo, síntoma de muchos españoles de complejo o vergüenza que les ofrece la intuición a la conciencia de estar equivocados verdaderamente, sino que, también debido a esa evasión de lo consciente e inteligente, a la vez, consecuentemente, sentirán la impotencia naturalmente, como mulo terco, de no poder o ser incapaces de hacer nada cuando ven delante de sus ojos que son humillados a diario, engañados ya desde hace más de cuatro décadas y no tener ninguna sana ocurrencia, al ignorar las causas de lo que es pernicioso para el buen concurrir de lo público, para remediar e impedir que así siga en detrimento de sus hijos o nietos. Muchos son los que no soportan que haya nadie que les oriente y les pueda sacar del agujero donde se encuentran, lo cual, es un claro sentimiento de soberbia y ridícula altivez. Sino de cerrazón. Al igual, que la actitud infantil e irresponsable de estar viviendo de espaldas al problema y hacer como que no existe. No se puede fomentar el más mínimo apoyo a las facciones del Estado porque son un foco de corrupción, viven por y para la corrupción, es algo sabido ya; ya solo la intención de seguir como hasta ahora sin hacer nada y mostrando indiferencia, es algo que me parece tan grave y nocivo como ir a votar sin Libertad ni Democracia, una verdadera locura, que lleva a instituir amos que nadie sabe de dónde salieron, sin haber representación del que vota y sin haber una separación de poderes para que exista un control de las instituciones, esto es, para que la infamia pública siga más viva que nunca, para eso se vota hoy. Hoy se vota exactamente igual como se hacía también, dos generaciones atrás, en tiempos de la Dictadura, para mantener al poder perfectamente en el mismo sitio en el que se encuentra hoy exactamente, en el mismo Estado Administrativo, dominado hoy, en lugar de por un partido único, por el consenso entre los herederos y sucesores. Aquellos que no conocen lo que aquí escribo, aparte de votar sin Democracia, son los que mejor saben indignarse.

 

Antonio HR, domingo 5 de febrero de 2023.

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