Cuadro “La lucha entre el carnaval y la cuaresma”, Peter Bruegel.

(Encuadrado entre una taberna (a la izquierda) y una Iglesia (a la derecha), se ve en este cuadro de 1559 el enfrentamiento de los personajes que celebran el carnaval, con representantes devotos de la Iglesia. Luchan entre sí con asadores y cucharas de pan. A su alrededor, la gente común sigue haciendo su trabajo. Cuando se mira de cerca, se pueden observar problemáticas sociales en todas partes).

 

Algunas consideraciones sobre los efectos corrosivos que tiene el hecho de que los partidos sean estatales.

 

Me refiero a la consideración pertinente de que los partidos sean de cualidad jurídica estatal. 

No rechazando la posibilidad de que existan grupos o facciones políticas, pues es causa inevitable que está sembrada de manera natural en la sociedad como resultado de la diversidad de opinión e ideas, que actúan impulsados por intereses y pasiones distintos generalmente gracias a la divergencia de la posición social de los individuos y nacen como consecuencia de la libertad de asociación, lo que no se concibe ni se entiende ni se sabe, o muy pocos lo consideran porque tampoco lo han explicado, es que el lugar natural y original de los partidos políticos no es dentro del Estado, su lugar es la sociedad civil. Los partidos nacen y se forman en la sociedad como puentes de unión entre los individuos y el poder, es decir que, si un partido se incorpora dentro del Estado y pertenece al Estado, abandona y deja de mirar por los intereses ciudadanos y adquiere una cualidad jurídica estatal; dejará pues de atender a la sociedad civil y estará sujeto a los intereses del Estado. Esta, es la razón por la que, en España, al estar todos los partidos dentro del Estado se han convertido en órganos de este; como está señalado en la máxima del Tribunal europeo de la Jurisprudencia que es el de Bonn, en la forma de gobierno de Estado de partidos, o partitocracia vulgarmente conocida que es la que hay en España, los partidos son órganos permanentes del Estado; la prueba es que a pesar de las corruptelas de estos, vuelven a ser votados en los siguientes comicios por millones de personas, además, dando paso a la corrupción primera y principal que da pie y consiente a todas las demás, la corrupción moral de la sociedad que vota a esos partidos. 

Algo de lo que el individuo que se acerca a una urna en España ignora o no presta la atención pertinente es que; siendo los partidos órganos permanentes del Estado, hagan lo que hagan no se pueden quitar o suprimir, seguirán donde están, y es el dinero de todos los contribuyentes el que sostiene y mantiene a todas las facciones, en el caso de España, de carácter estatal. Esto supone varios males que producen efectos confusos y corrosivos tanto morales como materiales para la sociedad y su sano funcionamiento público y político, y me remito a lo que el Tribunal de la Jurisprudencia de Bonn sanciona en esta forma de gobierno.

 

De los efectos de confusión que produce el hecho de que los partidos sean estatales.

-En cuanto a la confusión generalizada, que los partidos políticos sean estatales explica que no pueda haber oposición política entre ellos al constituir, necesariamente en consenso, el poder del Estado, es decir, ya tienen ellos el poder repartido en cuotas. (De ahí que el consenso político sea el valor principal que defiendan todos sin excepción para esta forma de gobierno). Al ser la política relaciones de poder necesarias para que exista precisamente la política como tal, es decir, como mínimo una relación bilateral, gobernantes y gobernados, y ser la misión principal de un partido la de subordinado político del poder entre la sociedad civil y el Estado, el hecho de que estén todos ya en el poder, impide de facto que pueda haber la más mínima oposición política así entendida. Para que pudiera existir oposición, los partidos aspirantes al poder deben estar fuera del marco legal del Estado para poder ejecutar su función principal que es llevar los intereses de los individuos al gobierno, haciendo oposición al que esté ejerciendo el poder en ese momento dentro del Estado en el gobierno en funciones.

-Otro punto en cuanto a la confusión generalizada se refiere, y considero que es el más difícil de entender, sobre todo por aquellas mentes donde la cerrazón, el fanatismo y los romanticismos ideológicos socavan las pretensiones de estos individuos, es creer en las aparentes ideologías de los partidos estatales; esto es, que ser consciente de que los partidos, órganos del Estado, funcionan por necesidad de manera consensual, no es posible que exista lo que se entiende, al menos en España, como izquierda y derecha, si hay consenso de ninguna manera puede haber una oposición ideológica, a pesar de lo que se venda en los medios, en la propaganda y en todas las instituciones,  no es cierto y es falso. Este engaño tan absurdo a la vez que tan difícil para algunos de entender, es el que fundamenta la gran confusión generalizada de pensar que los partidos políticos estatales en España son ideológicos, y sostiene, mediante la confusa propaganda de todos los resortes mediáticos del Régimen e institucionales, lo único que necesita un régimen oligárquico como el que tenemos en España para poder estar legitimado y funcionar, eso es la participación en la urna mediante el ejercicio de los siervos voluntarios en estas, que participan por un sentimiento pasional de las ideas y no por un pensamiento racional. Es el consenso quien prohíbe y elimina de manera radical que exista el más mínimo átomo de política, con lo cual de oposición de ideas o disenso. La política en España no existe al haber consenso, tampoco la oposición política por las razones que hemos explicado. Otra demostración de que no existen polos ideológicos la tenemos en la atribución de la ideología de la socialdemocracia arraigada y defendida por todos los partidos políticos estatales que hay dentro del Congreso de los diputados, es la única ideología existencial y real que políticamente hablando podemos encontrar en el panorama político en España.

-Confusión también sobre los llamados partidos de izquierdas o las ideologías socialistas y comunistas que se venden en los medios del Régimen; como hemos dicho, no existen ideologías realmente con las que podamos referirnos a ningún partido a excepción de la socialdemocracia. Pero hablar de izquierda política en España es totalmente una falacia y es falso, pues no existe izquierda política como tal. La izquierda, es ese movimiento exclusivo que resulta entre la sociedad civil únicamente, esto es, la izquierda política es un movimiento civil, aquel que busca o reivindica un cambio o una revolución sociopolítica, con lo cual y por consiguiente, si atendemos a que todos los partidos políticos se han desmarcado de la sociedad civil pasando a formar parte del Estado y ser órganos de éste, la izquierda política, y aunque queramos ver un oasis en el desierto, no existe, no existen partidos de izquierdas que puedan estar dentro del Estado. Si damos un paso más, veremos que todo son intereses y oportunismo en cuanto a los individuos que se consideran de izquierdas de estar de la mano del poder participando del tinglado; aquel que sabe qué es la izquierda política, sabe que ésta no existe en España porque no hay partidos en la sociedad civil legales de oposición a lo que hay y que estén fuera del marco estatal, todos son estatales.

-Más efectos de confusión produce, la consideración del elemento de representación, confundido generalmente con el elemento de identificación: Gerard Leibzhold, Presidente del Tribunal de la Jurisprudencia de Bonn 1954, en su obra “Representación e identidad” y “Los problemas fundamentales de la democracia moderna”, puede aclarar este punto tan fundamental para entender que ningún partido estatal representa a la sociedad gobernada, explicando que la voluntad de la mayoría de partidos se identifica con la voluntad general del pueblo sin mezcla de elementos de representación, esta es la doctrina oficial constitucional en las Repúblicas europeas después de la Segunda Guerra Mundial y en España con la Carta otorgada del 78, de la integración del pueblo en el Estado mediante el sentimiento identitario de los individuos con las facciones, sanciona que ya no se pretende representar a nada ni a nadie. La Representación política en España no existe, el ciudadano no está representado, para ello, y al ser la representación un contrato entre el mandatario o apoderado y un mandante para llevar ante terceros con mandato imperativo las intenciones u órdenes del mandante o poderdante, vemos que en España no se eligen personas ni se apoderan personas, el Estado de partidos no es un sistema representativo, ni tampoco lo es el sistema de votaciones proporcional de listas, ya que no se eligen personas sino se votan partidos. En España los diputados son funcionarios o empleados del jefe de facción que les coloca ahí y se deben a él con mandato imperativo, y lo reconocen. (Art disponible en esta web, Ley de hierro de las oligarquías de Robert Michels, el interior de los partidos políticos).

De los males y efectos sociopolíticos corrosivos atendiendo a que los partidos sean estatales.

-Son efectos de carácter moral y material; me refiero a la participación en las urnas y sus consecuencias en el Estado de partidos. Es que muy pocas personas han considerado a esta forma de gobierno con las consecuencias sociopolíticas que de ella trascienden y que como muestra la experiencia tras estas más de cuatro décadas todos podemos hacer un franco balance. No es considerado por el votante que: órganos que han pasado por el gobierno y se han colmado de corrupción y otros crímenes de Estado, sean votados una y otra vez por millones de personas sin ser considerados tales delitos ni siquiera puestos en juicio como naturalmente debiera de ser en una forma de gobierno democrática; como decimos, esto ocurre al ser todos órganos del Estado, tener ya todos el poder y residir permanentemente en él, las únicas opciones para el espectro votante son siempre las mismas sin posibilidad de oposición a lo que existe, ya que no hay agrupaciones políticas fuera de la legalidad estatal. (En la foto el mapa aproximado de los casos de corrupción en España actualizado hasta 2020).  La corrupción moral que podemos encontrar en este hecho es, que no se vota de manera racional ni pensando en el contenido político de las facciones, esto es un mero hecho sustancial, se participa generalmente por un sentimiento de romanticismo ideológico, similar al que podemos encontrar en los nacionalistas, sin mirar el pasado del partido ni el legado político e institucional de conducta de este.

Corrupción moral, también, en la acción del participante que considera depositar la confianza en un gobernante que él no ha elegido y que no conoce absolutamente de nada, que no sabe cómo ha llegado hasta ahí, ni tampoco puede pedir cuentas en el caso de corrupción o incumplimiento de programa electoral. Esta fea manía del votante español está incrustada ya desde hace décadas que provoca un desgaste moral a causa de una fe ciega e irracional de conceder los intereses de su futuro, de la justicia y del orden político en cualquier mitin o pregón que le agrada el oído. Al votante español no le importa la realidad ni le quiere convencer, de hecho la evade, le sucede lo contrario que le sucedería a una mente normal y racional, que en lugar de atender al cometido natural de la desconfianza propio de las relaciones entre personas desconocidas y no cercanas como son los diputados y la clase estatal, desconfianza propia de los sistemas democráticos basados precisamente en la desconfianza de los gobernados a gobernantes, el votante español se agarra y se quiere convencer de lo que no existe ni puede existir, de las emociones y de lo irreal en peso de su gusto, por no nombrar aquí de la cerrazón y del fanatismo en muchos casos y cada vez más. Resulta que no nos fiamos ni del vecino y vamos a ponernos de rodillas a los que nos machacan con el yugo en la nuca todos los días.

La posibilidad de traición al elector en cualquier momento y situación atendiendo los múltiples y cotidianos pactos, es una muestra de corrupción material derivada del hecho de que los partidos sean estatales y haya consenso. Al haber consenso desaparece el disenso natural de las ideas entre las facciones, desaparecen también las ideologías, para dar paso a una aceptación moral y material entre los partidos para estar juntos dentro el Estado; la propaganda del Régimen acostumbro positivamente a la sociedad española a considerar normal y beneficioso este elemento aplicado en la política por primera vez en España y desde la Transaccion española a la muerte del General Franco. (En la foto los famosos Pactos de la Moncloa). Pero el consenso explicado de manera material, es la herramienta que permite en cualquier momento y situación a un partido del Estado hacer un pacto o negociación con otro órgano cualquiera, ya sea en el ámbito nacional, regional o municipal, para alcanzar un reparto de poderes, cargos y riquezas. El hecho de que los partidos sean estatales y así tengan constantemente a su alcance la posibilidad de pactos y consensos, deriva tras la celebración de cada comicio, generalmente, en múltiples traiciones a los programas electorales de los partidos; un ejemplo lo tenemos en el actual gobierno en España formado por una coalición de dos partidos, PSOE y PODEMOS, habiendo presentado estos programas electorales distintos pero que para formar gobierno precisaron de un pacto o una fusión entre las cúpulas de estos principalmente, dando pie a la traición a sus votantes en todo sentido. Esto, naturalmente y desde que se añadieron más facciones como PODEMOS, VOX y C’s para dar fuerza y consistencia a la crisis partitocrática del bipartidismo en el 2010-2011, de aquí en adelante, serán estos pactos factores esenciales para la formación de gobiernos, lo cual llevará inevitablemente como es obvio en un futuro a una continua traición al elector. Estos pactos mediante consensos son el reparto entre la clase estatal de alcaldías, diputaciones, juntas y otras instituciones y cargos estatales, siendo la opinión pública de hecho un cero a la izquierda. Pactos y decisiones de reparto de empresas, fondos públicos y otros poderes y puestos gubernamentales que, como quedan dentro del Estado porque trascienden de partidos y órganos estatales, la sociedad civil queda totalmente al margen y apartada de todo lo que suceda en cualquier asunto público y político. Y es que siendo el único protagonista del poder el Estado y habiendo consenso y con ello la prohibición de la política, es mediante la política de las apariencias de hacer pensar al individuo que hay oposición y como cebo para que este atienda al escenario de coloridos fingido, el Régimen provoca en el individuo un sentimiento emocional mediante unos actores de comedia que aparentan defender unas ideologías políticas determinadas, cuando lo único que realmente ocurre es una disputa y competición para llegar a cargos, riquezas y otros poderes gubernamentales y económicos siempre dentro del marco estatal, una disputa que no tiene nada que ver con los intereses e incumbencias de los individuos, es decir, de la sociedad civil gobernada y que son pactos sobretodo entre las cúpulas de las grandes corporaciones estatales.

-Dos delitos supremos y desconocidos, la financiación ilegal a partidos estatales con dinero del contribuyente. Se sanciona la Ley orgánica de 2007 para la financiación de los partidos, estos toman dinero del Estado, en una cantidad equivalente y que va acorde al número de votos captados por cada facción, este es el primer delito, y es aceptar ser financiado con dinero público. ¿Qué quiere decir esto?, que, si usted es monárquico, por ejemplo, está usted dando de comer a partidos que se hacen llamar republicanos, o, por el contrario, si usted es comunista, está usted pagando los intereses de los partidos llamados de derecha. El segundo delito, del que nadie habla y es el más peligroso, es el hecho de presentarse a las elecciones, o votaciones en el caso de España, con una cantidad de dinero para la propaganda o para las campañas electorales sobre todo, con un dinero que no tienen sus competidores, esto, se ignora de pleno, se comparte, se apoya y se defiende. Corrupción estatal asegurada.

El origen de los partidos es civil y no estatal y es una condición para que haya democracia. 

Si queremos presumir de democracia, algo que solemos hacer aunque no la haya, y es que dice ese antiguo dicho español: _”dime de qué presumes, y te diré de qué careces”_, se precisa necesariamente, que todos los partidos salgan del marco estatal y se devuelvan a la sociedad civil, de manera que sin considerar lo que a última instancia está escrito en la Carta otorgada del 78 sobre la legalidad de los partidos, si atendemos a la naturaleza de estos y a su origen, deben y tienen que retornar a la sociedad civil, dejando el Estado para poder así atender las necesidades e intereses de esta. Al igual sucede si queremos presumir de Libertad Política, pues siendo todos los partidos estatales, esta, la Libertad Política , la han tomado prestada sin consentimiento del pueblo, de manera que, ni el pueblo está representado, ni puede elegir a su representante, ni puede elegir a su presidente, el pueblo no elige a sus gobernantes ni tampoco los puede revocar y, tampoco puede constituir ni formas de Estado ni de gobierno atendiendo a la Libre decisión en Referéndum para ese tipo de comicios.

La Libertad Política Colectiva es la madre del cordero, sin Libertad Política no se puede hablar ni de constitución, ni de leyes fundamentales, ni de democracia ni de nada, y es necesario y precisa de una conquista, irremediablemente. Para eso, es necesario que sea la sociedad civil el hogar y la casa de los partidos políticos para dar paso a la política primeramente, dejar que la libertad de asociación y la libre circulación de grupos permanezca y sea lo normal, dar paso a las ideologías naturales derivadas de la divergencia social de clases e ideas, y por último, dejar que estos, los partidos, atiendan ahora sí por los intereses de los ciudadanos dando la cara ante el Estado, siendo financiados por sus socios y no con dinero público.

 

HR Antonio, a 19 de septiembre de 2021.

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