Pintura (Saturno devorando a un hijo, Francisco de Goya, 1823).

 

De los valores morales del paso de la Dictadura al Estado de partidos y hasta nuestros días.

 

Del orden y la razón de los valores morales.

La ingobernabilidad de España y el desgobierno actual se fragua y tiene origen en un periodo de encrucijada sociopolítica, donde los valores principales y fundamentales para llevarse a cabo este proceso constituyente fueron el miedo, la traición, la mentira, la ignorancia y el oportunismo. Lo cual, estos valores, fueron factores decisivos en los acontecimientos y el panorama sociopolítico del momento, sobretodo, en el resultado a lo que los hechos reales llevaron que, hasta día de hoy, vienen de la mano durante más de cuatro décadas para poder funcionar tanto la clase gobernante como la sociedad gobernada. Valores unidos y arraigados a los diferentes sujetos políticos que participaron en este proceso, entre esos sujetos están; el poder establecido, que proviene directamente del Régimen anterior mediante la Monarquía otorgada, jurando los Principios del Movimiento el actual Rey Emérito Don Juan Carlos Borbón y Borbón y los herederos de cargos políticos en funciones como Manuel Fraga, Ministro en el Régimen anterior, Adolfo Suárez, Ministro también del Movimiento de la Falange y nombrado Presidente por el mismo Rey tras la destitución de Arias Navarro, también Ministro de Franco; otro sujeto constituyente fueron los movimientos de agrupaciones y partidos clandestinos, que estaban fuera del marco político en la Dictadura con lo cual de la legalidad, fueron los llamados partidos de la oposición, como el Partido Socialista Obrero Español o el Partido Comunista y otros movimientos políticos y sindicatos; también otro sujeto no tan influyente fueron, lo que el pensador y jurista Antonio García Trevijano llamó, los poderes fácticos, aludiendo a la banca, los militares, la iglesia y otros elementos que están presentes en la sociedad pero que no influyen en el poder político aunque tengan su poder en su campo; y por último, el otro sujeto, protagonista totalmente secundario y complementario, el pueblo gobernado. Todos estos sujetos, no todos fueron constituyentes, pero sí fueron los que determinaron de una u otra forma, esa fusión político-social culminando de manera material en sucesivos pactos políticos a medida que avanzaba este proceso constituyente tras el Régimen anterior. Estos factores morales tan exclusivos y diferenciados, van apareciendo de manera ordenada; primeramente en el momento del nombramiento a nombre de Rey a Don Juan Carlos de Borbón, que acepta la Monarquía que le ofrece el General Franco en contra de la opinión de su padre Don Juan y, que a consecuencia de ello, aparece uno de los principales factores de los que hablamos y el que dá paso a todos los demás, la traición a su padre de aceptar una Monarquía de un dictador y distorsionar el principio fundamental que tienen la monarquías que es el hecho hereditario, curiosamente, un acto de celebración nunca visto en la historia política del mundo. Estos factores en forma de valores morales determinantes, están ligados entre sí y van apareciendo en los acontecimientos de este periodo de transacción de manera progresiva y se encuentran detrás del telón de los acontecimientos y en el mayor de los casos hasta día de hoy en la mayoría de la opinión pública, con el telón me refiero a los típicos tópicos, las leyendas urbanas y otras teorías oficiales promovidas por la propaganda estatal y también instituciones como colegios, institutos y universidades. El telón es la mentira, otro factor, que sirve para que, mediante las apariencias de cambio, el pueblo queda absolutamente fuera del marco de ninguna decisión correspondiente a un sujeto de carácter constituyente, totalmente apartado del juego político decisorio y electivo, es decir, el pueblo no constituye nada; los hechos nos cuentan que no tenía ni mucho menos alcance a una libre información de los acontecimientos, con lo cual, ignorante del hecho que acontecía en todo momento, con la pésima reseña de que, las verdaderas esperanzas de Libertad, que sí que existían en ese momento, eran cuanto menos falsas. Ese factor negativo de la ignorancia o desconocimiento del pueblo de lo que realmente estaba sucediendo en los lares del Estado, ni tampoco de lo que se trataba un período constituyente ni qué directrices debía tomar con respecto a un mínimo conocimiento sobre la Libertad de los individuos en sus ejercicios de elección, formas de Estado y de gobierno y la elección de unos diputados a Cortes Costituyentes que se precisa necesariamente para la elavoración de una verdadera constitución, se da la mano con otro de los valores y factor del proceso, el de la mentira, mediante los movimientos de pactos y reuniones que se celebraban a espaldas del pueblo, que son sabidos gracias a determinados periodistas, como por ejemplo Pedro Altares, de un periódico del momento llamadoCuadernos para el diálogo”, quien se percata de que se está redactando una constitución en secreto y lo comunica a los compañeros periodistas, lo cual, es sabido por toda la prensa y medios; pactos en lo ilegítimo de los que, el pueblo, no tenía ninguna información al respecto. Es el jurista Antonio García Trevijano, también, en una revista llamada “Reporter”, que con más de 60 artículos donde denuncia este hecho tan trascendental para el futuro de España, de manera que, cada uno de esos factores dan condición, significado y sentido a la degeneración y corrupción actual socio-política y, aunque muchos son los que de ello y para ello viven, y como no fueron esos valores morales formales en su desarrollo, sobretodo atendiendo al Derecho Constitucional no lo fueron técnicamente, en el año 78″ y con la ratificación en plebiscito de aproximadamente de un 80% del sufragio, que hoy España no sea lo que muchos conocimos hace varias décadas, es decir, que todo haya degenerado sin un control de los gobernados a los gobernantes en ningún momento de este Régimen, se lo debemos a un documento resultado de un despropósito legal, que aunque hoy está escondido tras la propaganda, tópicos y otras creencias tanto del Estado como populares, en la actualidad y con un poco de interés se puede acceder a los hechos y acontecimientos de la época que nos pueden hacer verlo más claro, la causa, la Carta otorgada o mal llamada “Constitución del 78”. 

 

De las creencias y tópicos de la sociedad sobre los hechos reales y la mente y la moral del individuo.

Por eso hoy, viendo los resultados tras más de cuatro décadas y que están a la vista de cualquiera, para el rico y para el pobre, par inteligente y para el idiota, para los buenos y para los malos, para la izquierda y para la derecha, podemos decir y explicar las razones y las causas de la crisis moral y material que nos está llevando a pasos agigantados en la actualidad a la psicosis y la desesperación en muchos casos, sin dar crédito de los acontecimientos y de manera indignada en la mayoría de las ocasiones; pues no se tiene en cuenta lo anterior escrito, me refiero a los factores o valores morales de los que empezamos hablando al principio y que fueron con los que se lanzaron, en tiempos de esperanza popular, a construir los cimientos de lo que nos queda hoy, si podemos decir que nos queda algo. 

Es detrás precisamente de ese telón de las apariencias donde residen las causas verdaderas, ignoradas entonces e ignoradas hoy también en términos generales, causas primeramente morales que no tienen nada que ver con maneras de ver, opiniones ni juicios personales y que dan explicación y van acorde y al son de las injusticias y el abuso de poder en todo momento durante todo este Régimen de partidos. Así podemos saber también y pensar, aunque sea sólo por un segundo, que no es racional que hoy se viva pensando en que, como nos dijeron en su día, “como no podía ser de otra manera”, porque, eso sería de género corrosivo y destructivo para la moral y para la mente de cualquier persona con un poco de decencia y de sensatez. En política, no existe ni cabe decir que no se pueden hacer las cosas de otra manera, eso no es cierto, y se explica porque, la política, al ser relaciones de poder, en este caso gobernado y gobernantes, lo único que se espera son resultados, y en más de cuatro décadas ya tiempo se ha tenido para poder hacerlo de otra manera y no se ha hecho. Se vive de la mentira, en la mentira y para la mentira, atención, la mentira, uno de los valores morales que son factores fundamentales del origen de nuestras desgracias sociales y políticas como pueblo que hemos señalado en el segundo renglón de este artículo, como he dicho, estoy mostrando que estos factores morales que vienen de ese origen van acordes con la realidad actual.

 

De los valores donde hay consenso político.

Para poder entender otro de los factores morales decisivos constituyentes del período de transacción, nos tenemos que referir a un elemento que nunca se había añadido a la política, que hoy, en la actualidad, todos los componentes que forman la clase estatal, tanto partidos como personas, defienden en todo momento de manera continua, ese es el consenso político. Y es que, es uno de los principales valores a los que se atienen desde el origen del Régimen establecido todos los participantes constituyentes de la legalidad política, los partidos, para llevar a cabo la Reforma de lo ya establecido y, de esta manera, con el elemento de consenso añadido, estos, se reparten el poder del Estado (cargos, riquezas, fondos públicos y empresas), mediante los pactos durante el proceso de transacción después de la dictadura y hasta día de hoy. El consenso político es el valor que fundamenta y hace funcionar a la forma de gobierno de Estado de partidos que actualmente sigue en vigor y desde el año 1978. Saber y conocer lo que supone que haya consenso político nos sirve para demostrar que no existe democracia en España como forma de gobierno, sino que, hay consenso porque lo que hay realmente es una oligarquía de jefes y cúpulas de partidos, principalmente de los más grandes corporaciones políticas, que precisamente mediante esos pactos en consenso se otorgan a mismos la legalidad, lo que les permite estar y vivir dentro del Estado con lo que eso supone; financiación a partidos con dinero público, rechazo y traición a la sociedad civil, al ser esta el origen natural como consecuencia de la libertad de asociación de los partidos políticos o agrupaciones, y supone además que adquieran una cualidad jurídica de carácter estatal, como cualquier partido que lidere dentro del Estado en una dictadura. En nuestro caso, al ser varios partidos estatales tenemos la demostración para decir que es una oligarquía dentro del Estado. El factor moral que supone que haya consenso es el oportunismo, que desemboca en la traición en tres sentidos: uno el mismo oportunismo de agarrarse al pacto, otro la traición como decimos de los partidos a la sociedad civil en el momento en que se desvinculan de esta y miran por los intereses del Estado que es quien les paga y les mantiene, intereses que en el último de los casos son en peso del propio partido; y el tercero de los sentidos que cobra esta traición lo encontramos en el hecho del propio pacto basado en el consenso, ya que es el consenso político lo que impide y prohíbe que haya política tras evitar el disenso natural y fundamental para que exista la propia política, esto se explica de manera que, todos los componentes del pacto, tienen que traicionar sus ideales y sus principios morales y, aludiendo al significado de la propia palabra consenso, se da un consentimiento generalizado aceptando algo en común muy lejos de lo que marcan los principios morales originales de cada componente, se acepta estar todos dentro del Estado y así, se dá la traición a sus propios principios, la inmoralidad, se da el reparto del botín del Estado. Esto se explica porque todos los componentes políticos de esos pactos en el origen rechazan sus principios morales tanto de ideas como de acción para pasar a formar parte legal del conjunto del Estado, adquiriendo así el poder que les recae a cada uno en forma de cuotas y, mediante la aplicación del sistema de votaciones proporcional de listas, donde las facciones u órganos estatales, que son los partidos, se podrán repartir el poder, cargos y riquezas, ejemplos como empresas públicas, fondos públicos y todo un entramado económico y burocrático, que depende directamente de la coacción ciudadana en las urnas, a más participación más reparto. El factor moral de la traición en el que se fundamenta el consenso político, al igual que en su origen, sigue hoy trabajando como vemos en la formación del gobierno en funciones, por ejemplo hoy entre dos partidos que son PODEMOS y PSOE, complementando así este hecho político que da paso a otra traición más, la traición al programa electoral de cada partido que pacta con otro partido para alcanzar tanto el gobierno como otros cargos y poderes traicionando de esta forma a su programa electoral, como vemos, la traición es la sangre y desde el primer momento y en toda situación de este Régimen.

 

De la ignorancia sobre el consenso y sus consecuencias en la moral y la mente del individuo.

Un hecho que podemos aludir al factor ignorancia, y que hay que atribuir también al pueblo, es considerar el concepto de consenso como algo beneficioso para la sociedad y para la política. Esa ignorancia o desconocimiento de este término tan familiar y cotidiano que se nos ha incrustado en el oído de manera normal sin los perjuicios pertinentes que ello trae, hace que cualquier ciudadano caiga en el error y en el horror de lo que supone la existencia de este término en política, concepto de carácter medieval y eclesiástico que atiende a asuntos espirituales y no políticos, sea la aniquilación absoluta de la libertad de pensar. Es tal el destrozo que produce en la mente, que hoy, lo podemos explicar mostrando a partidos que se llaman de izquierda con una política de derechas y a la inversa, partidos que se llaman de derecha haciendo política de izquierda. Esto por poner un ejemplo de demostración, pero en términos de rigor, el consenso supone el abandono de los principios morales de uno, es decir, otra traición más, esta es la que, en el mundo de la política, fundamenta principalmente al consenso, se trata de una traición a los principios morales de uno mismo, es una transgresión moral de principios donde se rechaza a ser lo que moral y mentalmente uno es para ser algo que no se es, el consenso político precisa al menos de una traición. Como prueba de ello y desde su origen hasta día de hoy, en esos pactos de los que hablábamos al principio que acontecían el panorama político de la Transición en España, son pactos donde la traición es el fundamento único y principal de dichos pactos. La traición es la sangre de este Régimen y el consenso lo que bombea el corazón de los partidos estatales. Donde la política en su descripción más técnica atiende a ser la ciencia del poder o la lucha por el poder, el disenso natural entre ideas para la organización de la estructura sociopolítica de un país determinado, donde en otros tiempos esa lucha por el poder se desvío a una tragedia social y política como fue la Guerra Civil española, donde si uno dice que sí y el otro que no y en una democracia es la mayoría del pueblo la que dirime ese disenso, allí donde hay consenso, aparte de que se aniquila la política, la traición es natural y normal. Si nos fijamos, el telón de las apariencias aparece hoy y durante todo este período partitocrático mediante la reconciliación y la concordia, algo inexistente en el mundo de la política puesto que ésta precisa de relaciones de poder que básicamente se basan en intereses y ambiciones. Ahí, detrás del telón de las apariencias, esas ambiciones de poder que caracterizan al terreno de la política y que son factor moral en forma de traición como señalamos al comienzo del texto, los partidos se juntan mediante la traición a sus principios, por una parte de la mano de los grupos y partidos clandestinos fuera de la legalidad en la encrucijada de la transacción española y, por otra parte, se junta con el miedo de los que tenían el poder heredado del dictador y no querían perderlo por temor de una posible venganza por diferencias políticas en las décadas anteriores. Los antiguos enemigos, de la noche a la mañana, llaman reconciliación y concordia al reparto de poderes del Estado que deja el General Franco a su muerte, y que, pendientes de la Monarquía preparada y diseñada por el General y atendiendo al factor de la traición por medio del consenso político, los comunistas se abrazan con los franquistas, los republicanos se hacen monárquicos y los franquistas maestros de la democracia y la libertad; ¿Quién es engañado, sino aquel que quiere serlo?; esto en política no es cierto, es falso, a no ser que, uno, de manera inmoral, sabiendo o no lo que supone que haya consenso, se traicione así mismo y a sus principios y viva toda su vida en una mentira y una ficción, personal y pública. 

 

De los valores y la razon por lo que hoy no hay democracia.

Como ya todos sabemos, y para dar causalidad a que hoy no exista democracia en España, no podemos dejar de lado la traición principal que explica el resultado de la Transaccion española y en este proceso constituyente. Previo a los pactos se produjo un cambio de la moral y la conducta de acción política desde uno de los partidos clandestinos en ese momento, probablemente el partido con tradición más opuesta al Régimen franquista, el Partido Comunista de Santiago Carrillo. Este cambio de rumbo marca un hecho sumamente relevante en los resultados del proceso constituyente, una decisión inimaginable para los compañeros de oposición a la Reforma y a los del propio partido, sobretodo para la oposición en ese momento al plan de la Reforma que lideraba Antonio Garcia Trevijano con la Junta Democrática en el 74 y la Platajunta en el 76; no era normal para nadie que, especialmente el Partido Comunista detrás de la trayectoria clandestina en décadas anteriores y tras la Guerra Civil, abandonara la oposición aceptando el consenso con sus verdugos, traición y mentira que más adelante el propio líder Santiago Carrillo tapa con el telón de las apariencias de la concordia y la reconciliación. Pero no sólo este hecho trae consigo asuntos que están a la vista de cualquiera, si nos adentramos un poco en el mero hecho político, desde la oposición a la Reforma, al Partido Comunista sólo se le pedía que no aceptara una legalidad que le ofrecía el poder establecido, por dignidad y por principios morales, sólo el mero hecho de aceptar ser legalizado es reconocer que se subyace a un poder superior al legalizador (materialmente, de ahí se debe el puesto de tercerones en el poder político en el Estado que ha tenido simpre esta facción estatal monárquica durante el transcurso de este Régimen y, moralmente, el complejo de inferioridad innato y de oportunismo de poder de sus partidarios). El gobierno de Suárez, quien mediante su Vicepresidente Abril Martorell se pone en contacto con el Partido Socialista Obrero Español de Felipe Gonzalez y Mújica, que traicionan también a la Platajunta apuntándose al carro de la Reforma y siguiendo los pasos de la Internacional Socialista alemana, hecho que el jurista y promotor de la oposición a la Reforma Garcia Trevijano ya lo consideraba y era consciente de ello, pero no precisamente de que Santiago Carrillo, de la noche a la mañana, cambiará de rumbo 180 grados y aceptara una legalidad de sus verdugos años antes. Aquí se puede observar que los valores morales cambian y se distorsionan en todos los sentidos y en todo momento. Lo verdadero del hecho político es que, en el caso de no haber entrado el PC en ese pacto, no hubiera habido Reforma y hubiera habido Ruptura, pues Fraga, Suárez y Felipe Gonzalez, no tenían legitimidad para formar el marco legal estatal que hoy está en vigor, es decir, la Ruptura que el mismo PC había luchado durante años hubiera sido real y España hubiera entrado en un periodo de Libertad Constituyente; el rumbo de las cosas hubiera tomado, probablemente, una aspecto más democracratico. Se produce en la cúpula del PC la traición a la Platajunta de Trevijano, la traición a sus propios principios del partido para entrar en el consenso político, la traición a ellos mismos, inventado en la excusa de “el ruido de sables” que el líder del partido sacó de la nada para asustar a los de su propio partido y militantes y por último, la traición mayor, esta es a la Libertad y a la Democracia; sabiendo Carrillo que, si no se movía del asiento, si aceptaba la legalidad y si no pactaba con sus verdugos, habría ruptura y había Referéndum, nadie se explica, ni tampoco muchos socios y militantes del partido que a posterior abandonan el barco por la indiferencia de su líder a décadas de represión al partido, de la noche a la mañana, acepten un reparto de `poderes y cargos en el Estado pactando con sus propios verdugos.

Esto explica y muestra la moral podrida y torcida de una gran parte de la sociedad española que se hace llamar de izquierdas, que al igual que los líderes políticos que traicionando a sus principios para apuntarse al carro del reparto para estar en el poder, apartando a la izquierda política mediante el consenso y accediendo a formar parte del Estado, por vergüenza y complejo, por revancha y rencor de aceptar este hecho de traiciones varias y mentiras de sus propios líderes a las propias ideas y sentimientos morales del propio partido, estas personas viven hoy en una ficción y en una mentira pensando que la izquierda política existe en España, que patidos que venden la propaganda estatal de izquierda son de izquierda o son oposición a lo que hay, esto es rotundamente falso, y además, es realmente un desmán moral y mental que sólo se puede curar aceptando y siendo conscientes que hoy no existe Libertad ni Democracia ni tampoco la izquierda política; gracias a la ambición de los vencidos en la Guerra por llegar al poder que se complemente en una traición a todo lo que significa el partido, ambicion mas grande que la experiencia de décadas de torturas, fusilamientos y exilios, ambicion más grande que la moral y sentimiento del propio partido y sus militantes y una traición de difícil trago para la moral de cualquiera que hoy se considere de izquierdas.

El complejo de inferioridad, la moral de ser aceptado por un poder superior y la vergüenza que supone que tu líder de partido se haya rebajado a la traición y a la mentira, es hoy causa para explicar la corrupción moral de una gran parte de individuos que se consideran de izquierdas, corrupción no sólo moral sino también material imitando a sus partidos y a sus líderes. Estos individuos tienden al oportunismo, a apuntarse al carro de las opciones que ofrece el Estado: trabajos de funcionarios, dinero público, militancias en sindicatos también integrados dentro del Estado y toda una serie de morales y actitudes de personas oportunistas que, imitando a sus líderes, traicionaron a todos y a todo para acceder al poder. Si hoy no hay democracia en España, eso exclusivamente se lo debemos a la traición de Santiago Carrillo a sus militantes, a la Platajunta de oposición a la Reforma y a décadas de oposición clandestina a la Dictadura, le pese a quien le pese porque ese es el hecho político, los intereses y relaciones de poder, es decir, la política, la ciencia del poder. Es precisamente ese pesar el sentimiento de vergüenza, rencor y de complejo de perdedores que tienen hoy todos lo que siguen a lo que que se hacen llamar de izquierdas, comunistas o republicanos, un sentimiento de inferioridad, reaccionario en todo sentido y no revolucionario como se vende o se pretende vender, se debe al ejemplo que dio su líder aceptando ser legalizado y dando prioridad al que no la tenía.

Además se da algo horroroso en la mente de estos individuos, y es pensar y creer que la propaganda de los partidos que se hacen llamar de Izquierda o republicanos como PODEMOS, Izquierda Unida o el antiguo PC, son de izquierda o son comunistas o miran por los intereses del pueblo, algo que en la realidad política no existe ni puede existir, realmente todos son partidos monárquicos, pues es lo que jurídicamente han aceptado como sus anteriores líderes, acatando estar en consenso con los demás dentro del Estado para participar del reparto y la corrupción; por otro lado, y como cualidad jurídica, están a la altura de cualquier partido líder en cualquier dictadura y esto, aunque muchos lo ignoren, forma parte de una cualidad jurídica de pertenecer y ser un órgano estatal. Por otro lado, no existe la izquierda política como tal en España desde el primer momento en que Santiago Carrillo pacta para el consenso y se forma la estructura legal de partidos estatales, que como decimos, al residir dentro del Estado evitan poder ser de ninguna manera de izquierda, ya que la izquierda le pertenece a esa parte de la sociedad civil que pretende un cambio o una revolución y siempre desde la sociedad civil y no desde y dentro del Estado. Para terminar, que no haya ni izquierda ni derecha es por que no hay Libertad Política, porque la tienen atrapada los partidos, ellos constituyen y tienen el poder, lo cual, nadie puede mostrar lo que dice porque no hay Libertad Política; esto es algo que podemos ver a la hora de que cualquier partido cumpla sus programas electorales, es decir, ninguno. Por estas razones no existe la izquierda política en España a pesar de la propaganda y de lo que se quiera vender en los mítines y el colorido de las facciones.

 

De los valores morales y la realidad social y política.

Como esto no son opiniones, sino hechos, como no precisa en creer en bolas de cristal ni atender a valoraciones personales, como se trata de describir y no de interpretar, porque, como hemos dicho cuando hablamos de política, lo único que se tiene que atender es a los resultados, pues no voy a ser yo el que hable de ellos, ya les conocemos, yo paso por aquí para apartar el telón de las apariencias y destacar los factores morales en los que se fundó, se creó y se perpetró el comienzo de la destrucción y decadencia de la sociedad española y de España. Factores que he demostrado que han estado desde el primer momento, están y seguirán estando hasta que no haya Ruptura con esa herencia franquista. Una escondida y disimulada continuidad por otros medios del Régimen anterior y que está detrás del telón de las apariencias de la reconciliación y de la concordia, estos factores morales, penden de una Monarquía de origen franquista basada en la traición por los motivos que señalamos anteriormente, atadados a una falsa Constitución (Carta Otorgada del 78) que no cumple con los requisitos jurídicos fundamentales para que lo sea: garantizar la separación de poderes Legislativo y Ejecutivo en origen, es decir, con urnas por separado y, establecer la garantía de todos los derechos de los ciudadanos; penden de unas falsas elecciones donde el sistema de votación no concibe la elección de nada ni de nadie, que no es representativo y donde nadie elige absolutamente nada en la urna, donde el resultado del poder no responde a la opinión del sufragio o de los electores, donde se traiciona al elector en el programa electoral mediante pactos usando el consenso y que se basa únicamente en el reparto de poderes a proporción en función de la coacción ciudadana. Un Régimen como tal, no puede dar más que como resultado la miseria, la crispación, la desesperación y el fracaso de todos y de todo, degenerando cada día y cada hora y, atendiendo a dichos valores y la naturaleza de estos, sea la sociedad que haya tomado ejemplo de esos valores en todos los sentidos, tanto en el terreno personal en muchos casos y en la esfera pública, esto es, si hay corrupción es porque la sociedad también está corrompida en el sentido moral. Si la sangre del Régimen es la traición y así nació, así morirá, y no es cierto que nadie venga y lo pueda cambiar, vendrá para darle más fuerza y participar de ello naturalmente, y así seguirá hasta que muera por sí solo o lo mate la misma sociedad civil en defensa de su y conquista de su Libertad.

Por ello la abstención activa y de manera radical es el único camino, pacífico y civilizado, para que la vida de este monstruo político fundado y fundamentado en los peores valores morales de las personas, vaya quedando sin aliento y sin aire y su corazón deje algún día de latir. Ese día, el pueblo español recuperara lo que en los tiempos de la traición y la mentira mediante pactos a espaldas del pueblo, los jefes de los partidos robaron a los españoles con la mentira y las apariencias, esa es, la caída del Régimen del 78 y Conquista de la Libertad Política Colectiva, dando paso a un periodo de Libertad Constituyente que entierre esos valores tan rancios, recalcitrantes y corrosivos que nos han traído hasta donde estamos, y sean otros valores, los de la valentía, la lealtad y la verdad los que empiecen a sentirse entre los conciudadanos españoles.

 

HR Antonio, a 17 de septiembre de 2021.

 

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