Soy emoción
La emoción es algo tan esencialmente humano, que sin emociones nos deshumanizamos por completo. Las emociones en nuestra sociedad actual siempre se consideran cosas buenas. Da igual de qué emoción se trate. Son incuestionables y maravillosas. Y con todo, lo peor del ser humano sale a través de las emociones. El amor, la solidaridad, son emociones, pero también lo son, el odio, el resentimiento, etcétera, …Esto genera e induce la confusión, porque si el único criterio de acción incuestionable es la emoción, automáticamente queda proscrita la razón. Una de las principales características de la razón, es el cuestionamiento permanente. Ese cuestionamiento siempre te saca de tu estado de bienestar, (entiéndase como comodidad). Lo más cómodo es no cuestionarse.
Me resulta verdaderamente curioso, como desde este moderno estado del bienestar se considera la Edad Media, como oscurantista. Y me resulta curioso porque la sociedad de la Edad Media se regía por una estructura racional, por eso todo el mundo tenía muy claro que era lo justo y lo injusto, y tenía muy claro la distinción entre el bien y el mal. El moderno no tiene ni idea de eso. Todo es bueno, nada es malo. Es muy curioso también porque es en la Edad Media, donde se crean las Universidades, y el método científico. Ahora, lo único que se crea son ideologías. Sin duda, muy significativo. Este sentimiento, esta percepción de la Edad Media comienza con la fallida Revolución francesa. Su triada es libertad – igualdad – fraternidad. Y en nombre de la fraternidad empezaron a guillotinar a todo el que les estorbaba, y a masacrar, como en el caso del genocidio de La Vendée. Lo de hacer esas cosas por la igualdad es más coherente, lo único humano que iguala radicalmente a la gente es la muerte. En esos todos somos iguales. Los revolucionarios convirtieron a la razón en una diosa, y en el momento en el que convierten la razón en un ídolo o en una deidad, a quien adorar, guillotinaron también a la razón.
Porque la mitología no entiende de razones, sino de emociones. A partir de ahí, ya solo podemos encontrar ideologías. Las ideas admiten debate, las ideologías son incuestionables. La razón queda proscrita. Es un hecho, que tras la Revolución francesa surge el Romanticismo. Uno de los elementos más característicos de todo el siglo XIX es el Romanticismo. Sentimentalismo puro y duro. ¡¡¡¡Qué emoción!!! Hecho: “El sí de las niñas, obra teatral de Leandro Fernández de Moratín, estrenada el 24 de enero de 1806 en Madrid, España,” ¡¡¡Qué romántico y que ilustrado don Leandro!!! Otra obra decimonónica es Don Juan Tenorio ¡¡¡Qué romántico y que emoción!!!! Y por supuesto lo que surgen con una fuerza pasmosa, son las ideologías. Pura emoción. La obra de Cervantes, y en espacial Don Quijote de la Mancha, nos da una descripción distante y objetiva de los hechos y los comportamientos de la sociedad de su tiempo, y nos proporciona un cuestionamiento de esos comportamientos, desde el respeto. En las obras románticas es diferente, porque todos los personajes que se oponen al amor que se describen, son malos, pero muy malos, pero muy malos, malísimos. Jesús G. Maestro argumenta estas cuestiones de forma magistral, y nos comenta que la mejor literatura alemana del siglo XIX, son las obras de sus filósofos. De algunas de las obras de los filósofos alemanes del siglo XIX es de donde surgen con fuerza inaudita las ideologías actuales. Por eso la persona de Don Antonio García Trevijano-Forte es tan poderosa, porque su análisis de la realidad le lleva a la Ciencia Política. Por fortuna, no esas Ciencias Políticas que podemos encontrar en las universidades actuales, que son pura ideología. Y donde hay ideología, solo hay adoctrinamiento y nunca cuestionamiento. Donde hay ideología, la razón huye despavorida. Sentir no es ser, por eso yo no soy español.
Antonio Sebastián Aragón Gotarredona, 23 de septiembre de 2020.