(En la imagen “Libertad”, de Faye Hall)

 

Los enemigos del respeto


Esta imagen señala y describe a la perfección el significado de LEGITIMIDAD, la autoridad moral de los gobernados, la complacencia con las reglas de juego y el acuerdo, o no, de la consideración con los resultados públicos obtenidos. 

Con esta imagen quiero hacer ver y reflexionar a aquellos que hablan de que es imposible una ruptura con el Régimen actual de partidos, o que es una utopía poder cambiar nada con la abstención, estos defienden que la abstención no sirve para nada, que beneficia a la izquierda o que beneficia a la derecha. Soy consciente que muchas de estas personas lo niegan porque son conservadores de lo que hay. Hay varias opciones en la sociedad española para defender lo que hay establecido como forma política, todas infundadas en excusas sin argumento y criterio cierto. 

Unos son los que no entienden, otros los que no quieren entender, que no votar es la única manera pacífica de poder cambiar algo, es decir, que, ciertamente, el único que puede cambiar algo en el Estado de partidos es el que no vota, aquellos son los que pretenden cambiar con su incauto e irresponsable voto lo que, en más de cuarenta años, no han podido demostrar, ni pueden demostrar hoy, cómo cambiar algo comulgando con el sistema proporcional de listas, aquellos son, evidentemente, los que mantienen la corrupción con su papeleta de listas de facción estatal, esas que eligen los jefes de partido y que todos sabemos que llegan ahí mediante enchufes, preferencias de partido, cooptación y demás corruptelas, a esas listas que ellos, como súbditos que son, refrendan en la urna engañándose a ellos mismos y engañando a los demás queriendo pensar y tratando de convencernos tozudamente que eligen o deciden algo ellos votando. 

De cualquier modo, de la manera más infantil y más cobarde, se manifiesta la voluntad de meter una papeleta en el Régimen de la Partitocracia en España. Por no atender a la verdadera responsabilidad cívica que recae en cada individuo de cuidarse del abuso de poder y de la coacción por parte del Estado, apoyan y legitiman al mismo poder que los somete en el ejercicio de su acción política con su voto, sabiendo que votar sin democracia, esto es, en ausencia de representación política y separación de poderes, confían los asuntos públicos en personas que nadie ha decidido poner ahí no siendo su jefe de filas, ni tampoco han sido reconocidas públicamente por nadie antes de alcanzar esos puestos gubernamentales, por eso, todos los que van a votar en España, o tienen la intención de hacerlo, rechazan voluntariamente la dignidad como persona al plantarse voluntariamente como siervos del poder, porque carecen de responsabilidad cívica acompañando la injusticia, por consiguiente de conciencia pública; aniquilan cualquier resquicio de ciudadanía, rechazan ser ciudadanos, ya que la cualidad de ciudadano le corresponde aquellos que guardan y consideran que la libertad de ellos la constituyen los demás; un ciudadano sabe y es consciente de que por el mismo no existe Libertad sin que intervengan sus convecinos en una decisión común a todos, sabe muy bien que su opinión no sirve de nada si, a la vez, la opinión de los demás no sirve para cambiar nada; creerse que el voto de uno es más que el de los demás es un síntoma de prepotencia y de egoísmo y de ignorancia que se aleja más de la consideración de ciudadano y se acerca más a todo lo opuesto a la Libertad y la Democracia, es más soberbia que otra cosa, creerse que el gobierno será mejor o peor porque no se participe en los comicios.

El votante en España es cobarde, porque sabiendo que participar en un Régimen partitocrático, como el que hay actualmente en España desde el 78, es apoyar la corrupción, que sabido es ya por propia experiencia, que es inmanente por necesidad, e inevitable por su carencia de medios para evitarla, para el mantenimiento de los mecanismos institucionales y de gobierno que sostienen la estabilidad del mismo Régimen, aquellos que votan tienen que corromperse de igual manera, todas aquellas personas que no tienen el valor de reconocer, ni de aceptar ni de mirar por una forma distinta de acción pública, que no sea otra que la de apoyar y dar autoridad a los resultados evidentes, que vienen siendo igual tras más de cuatro décadas tras ir a la urna cada cuatro años. 

No sólo cobarde por no aceptar su complicidad y culpabilidad en la corrupción, sino cobardía por su nula disposición al cambio, a la innovación, a atender las consideraciones pertinentes para encauzar desde la sociedad civil gobernada una verdadera oposición conjunta, coordinada y responsable ante lo evidente, que son meramente los asuntos públicos comunes a todos. Una actitud cobarde por cerrar los ojos teniendo delante la escena del crimen con los responsables del crimen limpiándose las manos de sangre con el agua de los votantes; pasividad, indiferencia y sosiego donde sólo cabe acción, atención e inquietud por ponerse “manos a la obra” en lo que es de todos responsabilidad. No una responsabilidad a la obediencia de las ideologías individuales, esas no son ciertas si no hay conjunto ni colectividad en la elección común, ni tampoco se puede decir que cuando se vota se va a “elegir con responsabilidad”, en la partitocracia en España no se puede elegir porque el sistema proporcional no está concebido para tal acción política, en España se votan partidos, por eso no se puede elegir nada en la urna, el foco de atención está en los asuntos que son iguales para todos, asuntos de los que, el que más o el que menos, ha salido ya perjudicado tras esta experiencia decadente de participar por cobardía y soberbia en lo que perjudica a toda la sociedad española desde el 78. 

¿De dónde sacan los españoles fuerzas para indignarse si tienen las causas de su indignación delante de sus propias narices? ¿Cómo no va a haber corrupción si no hay democracia, si no hay separación de los poderes, si el ciudadano no está representado? ¿Cómo no va a haber corrupción si la Carta otorgada del 78 está diseñada para que la corrupción sea un factor de gobierno?, a la experiencia y a la evidencia me remito. Son cuestiones públicas básicas, que cualquier individuo con un mínimo de raciocinio y de sensatez se lo ha podido plantear, no dudo ni siquiera que lo haya hecho hasta la última persona en España, lo que dudo, o más bien niego, es que se haya considerado de manera pertinente y se haya tomado en cuenta para poner solución. Y aquí viene la diferencia, entre los que lo consideran ciertamente y los que, como ya lo saben todo, o les viene bien no saberlo, defienden el voto y lo procuran. 

No me extraña que, a muchos de ellos, esos que ya lo saben todo y también a esos que no les interesa saber, se vean cada vez más a la altura de los reptiles, que no se pueden mover si no es arrastrándose para pedir: 

_ los primeros, esos que ya lo saben todo, piden un nuevo gobierno o elecciones nuevas, sin saber e ignorando que votar no sirve absolutamente para nada, esos son los enterados, esos que sólo prestan atención al gobierno de turno como culpable único de los males de todos, dicen que hay que votar para que no haya comunismo ni socialismo mientras viven en una degeneración constante del Régimen anterior dictatorial, si, entendieron, esos que hablan de “ciudadanos de bien”, los que votan como deber, los que no dejarán de votar por vergüenza y rinden pleitesía a la corrupción legalizada, y como es la ley para ellos la sagrada escritura, por consiguiente, manifiestan públicamente, una parte de ellos sabiéndolo y otra sin saberlo, que ellos son los más corruptos, incautos y perjudiciales para los demás(es normal que una gran parte de esta parte de los votantes sea, según el estudio que señala en la sociedad una división en tres partes que son la conservadora, la conformista y la revolucionaria, sean estos la parte conservadora de lo que hay, es decir, la parte que vota siempre, para ellos votar es un deber civil y no lo conocen ni lo consideran un derecho político como lo que propiamente es);

_ y los segundos, esos que no quieren saber, los que miran hacia otro lado, a la fantasía, a lo ridículo a la vez que peligroso, porque tienen la escena del crimen delante y a los criminales dándoles la mano llena de sangre, en cambio, no es para ellos motivo de rechazo a la hora de comulgar con lo que no quieren ver. El asunto para estos, es pedir más ayudas al Estado y se pasen la vida con la excusa de ir a la urna buscando el sexo de los ángeles de la utopía de igualdad social o reivindicando ideas reaccionarias de tiempos remotos y que hoy no tienen cabida en la realidad política, de cualquier manera, no aclaran y no solucionan ni tampoco pueden solucionar nada. Estos votantes fanáticos y acérrimos a la urna en el Estado de partidos, una mayoritaria parte de ellos, por no decir todos ellos, viven en un verdadero “sin dios” de principios morales sociopolíticos, mantienen una falsa excusa para votar y apoyar más a la corrupción, diciendo que el consenso político es democracia y es concordia (mi más sincero y especial saludo a esta parte de interesados por el voto, para decirles y recordarles que, la Monarquía que designó Francisco Franco y el Régimen actual, deriva de esa dictadura que tanto reprochan a diario en sus manifiestos públicos, proviene de manera directa, legal por la REFORMA de la Dictadura, legítima porque ellos la votan). Lo peor de esta última parte de votantes es, que rechazan la realidad última del Régimen actual que tiene su esencia en el Régimen anterior por ser una continuidad y reforma del mismo, y de manera inmoral, esta parte de la sociedad, que se muestran claramente y a consecuencia de su actitud esquiva como verdaderos renegados, se han tenido que construir una realidad fantástica para poder vivir en España y no tener que desaparecer del mapa atendiendo a sus principios, como tuvieron que desaparecer en el anterior Régimen los que no eran “bienvenidos” por el Dictador; debe de ser un verdadero quebradero de cabeza para ellos aceptar el olor recalcitrante que desprende esta Monarquía y Régimen partitocrático de origen franquista, mucho más engorroso es quitarse ese peso demoledor de sus conciencia y moral por mantener limpios sus propios principios, en este Régimen de partidos es una tarea sucia y ardua cuanto menos, ya que esos principios son de carácter ideológico, y además, imposibles de convalidar en este Régimen actual, una verdadera pesadilla sin lugar a dudas, en cambio, es cierto que, esta parte de la sociedad española, van a dar su consentimiento también para que siga la rueda del franquismo mediante la Partitocracia en la urna, ¡qué curioso! y qué monstruoso y corrosivo moral y mentalmente.

El que vota en España, en el Estado de partidos, da permiso, legitima, apoya, refuerza, está de acuerdo con el motor, con el funcionamiento, con las consignas, con las reglas y con la esencia, dice sí a lo que hay, lo autoriza y lo empuja, conlleva a lo mismo, se vence por los mismos resultados, manifiesta un acuerdo público con lo establecido, cuida de no cambiar nada, participa de ello, continúa y apuesta por la misma respuesta, conserva, se declina por la servidumbre voluntaria sin poder decidir nada regalando su dignidad como persona al que lo somete, confía en un nuevo amo, es amigo de la corrupción, de la mentira y de la inmoralidad pública. Es enemigo del respeto

Luego está esa pobre parte, de la que me apiado, aunque igual de peligrosos por su incapacidad e indiferencia, que considero que son los que menos, que vota porque lo hacen los demás. Como dijo aquel, “ni fu ni fa”.

Me queda otra gran parte, los que votan al PSOE, de esta parte no me cabe más que pensar que no existen como personas, van apareciendo para mí según van dejando de votar y de ser tan cobardes, corruptos y necios.

 

Antonio HR, a 6 de abril de 2022.

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