(La hegemonía cultural, los estereotipos y el trabajo humano)
La hegemonía cultural, la revolución de las conciencias.
Será costoso y será difícil, pero no imposible, apartar los espectros y espíritus que el pasado cercano, el que dejó la Dictadura, incrustó y perpetró en los genes de las generaciones que sucedieron a esos momentos de aparente pero ausente cambio sociopolítico. Una transacción o un paso de la dictadura, formada esencialmente por el partido único estatal del dictador al Estado de partidos, a un Régimen con la misma esencia y estructura política de carácter autoritario que tenía el anterior, pero añadiendo y estableciendo como valor supremo para que funcione el motor partitocrático, el consenso, para que varias facciones se repartan el poder del Estado que deja el dictador. Donde el sistema de votaciones en proporción hace rotar, especialmente, a las facciones más preponderantes en el gobierno en funciones, guardando la sagrada costumbre dictatorial de que el pueblo no decide absolutamente nada en la urna sobre los asuntos públicos o políticos. El ejercicio político del voto en la urna se basa, únicamente, en mantener legítimo el poder estatal dominado por los partidos, con más o menos coacción del individuo para el reparto de los poderes, empresas y cargos entre las facciones por cuotas. En el Estado de partidos el votante no elige nada.
En términos sociológicos, el cambio ha sido más exagerado, pues en detrimento de la sociedad civil, que ha entrado en un periodo de confusión sobre lo que atiende al terreno político o público, y ha perdido la conciencia de nación de sí misma. La sociedad española está desubicada intelectualmente por completo, en cuanto a las formas de gobierno y el tipo de libertad y derechos que posee, y en cuanto al papel que desempeña en los asuntos públicos.
Para acompañar y traer la hegemonía cultural, considero pues la solución en la revolución de la misma cultura y de las conciencias, y dado que la conciencia del individuo es prácticamente imposible que cambie por sí mismo o es muy difícil que lo haga, es necesaria y perentoria la ayuda exterior, es decir, un sujeto en tercera persona, ya sea entre individuos o incluso algún colectivo extranjero, como personas que ya se han liberado ellos mismos por su propia voluntad y entereza del yugo espiritual, moral y de la servidumbre voluntaria en las urnas que trae este Régimen varias generaciones atrás, para que, entre unos y otros, puedan subsanar las conciencias de los españoles, perdidas en el Estado de partidos. A pesar de la docilidad a la obediencia, el miedo a lo político tras cuarenta años de dictadura, la tradición servil de pueblo español desde hace casi un siglo atrás, la revolución cultural debe de venir de la mano de una moral creadora, novedosa, renovada e inteligente, y así, serán pocos los impedimentos y los escollos intelectuales que se pueden oponer a una verdadera revolución sociopolítica de la conciencia, pues no se trata nada más que de un asunto de veracidad y de demostración, esto es, es muy suficiente con decir la verdad, llamar a las cosas por su nombre, y además, dejar que el peso de la ley de la naturaleza haga su cometido, ganar espacio a la mentira y permitir que la corrupción incesante colme a todas las clases.
Como no se trata nada más que de cultura, no se puede tapar el sol de un día de verano, no se puede confundir la novedad con lo pasado, como esas personas que encuentran la excusa fácil en defensa del Régimen del 78, que de manera reaccionaria tachan a cualquier república como factor guerra-civilista. Les hay que defienden esta Monarquía de partidos diciendo que la novedad es utópica, porque tienen miedo a la incertidumbre de la libertad, tienen miedo a madurar libres, a desprenderse del Estado y caminar como ciudadanos y dejar de ser siervos del poder, por eso, hablan de utopías; también porque no se molestan en saber, que existe una forma de Estado con una forma de gobierno democrática que es la República Constitucional, esa que aún, no se conoce en ningún Estado en el mundo, que es real y es realizable, y que está basada en la conciencia colectiva de la Libertad Política de todos.
Esos que prefieren decir que es imposible el cambio en vez de unir fuerzas y hacerlo posible entre todos, me refiero al sentimiento de pecado y vergüenza de haber participado tanto tiempo en una mentira y en un fraude. (En la foto, el sentimiento de pecado).
Hoy, la mayoría de los individuos en España, no creen o no quieren cambiar la Partitocracia por una forma de gobierno democrática, ni siquiera se preguntan o tienen curiosidad por abrir un periodo de Libertad Constituyente para dirimir desde la sociedad civil la crisis de Estado permanente desde el cambio del Régimen dictatorial a Régimen partitocrático. A pesar de la descarada decadencia y de la degeneración institucional y gubernamental de estas más de cuatro décadas, los españoles no se han alarmado en absoluto, que aún pretenden cambiar lo que hay participando en lo que hay, dando cancha a lo que les ha traído hasta aquí. No les incomoda puesto que todavía creen en la mentira y viven de ella, por eso, repito, que es cuestión de decir la verdad nada más, eso sí que se puede hacer. Es la cultura y el conocimiento, al menos básico de la terminología y el uso de la ciencia política, la que abrirá los ojos de las conciencias, ya que nadie cree que haya salida o algo distinto a lo que ven hoy, creen que siempre será así porque nadie les ha dicho que el cambio existe y es posible.
No es volver atrás con la república, es mostrar una República en adelante como novedad, como algo nuevo. No es la ideología de la igualdad social, eso no existe, es inalcanzable y es falso, la naturaleza crea desigualdad necesariamente, es la Libertad la que trae la igualdad de oportunidades y derechos; no se trata de ideologías, se trata de ideas nuevas y creativas; tampoco se trata de libertades individuales ni derechos, se trata de Libertad Política Colectiva; no se trata de tópicos típicos, sino de decir la verdad y destapar la mentira; no es partir la nación en regiones, sino en un natural sentimiento regional común de la patria; no se trata de cambiar a los partidos, se trata de cambiar las reglas de juego políticas; no es el Estado de partidos o partitocracia como forma de gobierno, es la democracia formal o representativa.
Antonio HR, a 15 de noviembre de 2021.
No se trata de verdad, pues es utopía, se trata del principio de veracidad. No se trata de democracia formal o representativa, pues termina siendo sectaria, partidista e inhibe la libertad individual participativa, se trata de democracia directa.
La democracia directa, ya desde hace varios siglos es una utopia y es absolutamente irrealizable. Solo el numero de habitantes en los grandes y dimensionados distritos de hoy en dia lo haria imposible. Para eso, el gran sabio de Marsilio de Padua aplica la representacion al concepto romano que no la concebia, y al igual que las congregaciones eclesiasticas, lo aplica a la politica mediante el representante de distrito. La libertad Politica no tiene absolutamente nada que ver con el tipo de democracia, es todo lo contrario, la democracia formal se sustenta en el principio de Libertad Politica, mediante el ejercicio en la urna de los ciudadanos de cada distrito, eligiendo o revocando a sus gobernanates. El principio de Libertad, a pesar de que muchos lo nieguen y lo traten de confundir, es realizable, es posible y es real, y a consecuencia la democracia formal, que no tiene nada que ver con ningun sectarismo ni ideologia, son simplemente puras reglas de juego constitutivas para el control del poder de los gobernados a los gobernantes, donde debe de existir dos principios basicos y fundamentales, el principio de representacion (que sustituye a la democracia directa) y el principio de separacion de poderes con dos urnas, una para el representante de distrito y otra para el presidente del gobierno en circunscripcion nacional (el que impide la corrupcion por sistema), nada mas. No es muy complicado de entender y no precisa de teorias raras ni fundamentalistas.
En cuanto a la verdad no es ninguna utopia, pues la verdad es todo aquello que no es mentira, es decir, una relacion de hechos reales relaccionados entre si contemplables a la vosta de todos, la verdad precede a la opinion y la interpretacion. Por eso, para dar por hecho algo y provar que es real, para probar la veracidad de algo, se precisa de la verdad, unica y la misma para todos.
El probmema de la democracia directa es que no puede extraer la voluntad de la mayoria sino la suma de las voluntades individuales, niega el necesario debate de las leyes y la exposición de argumentaciónmpara su mejora o corrección. La representación en la asamblea y el debate obligan a las leyes a pasar por un tamiz mucho más profundo que el de la mera suma de individuos y permite la adptación de las mismas a una voluntad real y más extensa. La democracia representativa no puede ser sectaria precisamente por lo expuesto.
Li o texto. Acreditei ter percebido e concordado.
Mas depois, ao ler os comentários, sobretudo o do administrador, António, achei que estava tão simples e que eu estava , das duas uma, ou a dormir ou a complicar …na verdade, não sou eu, é mesmo comentário que está a triplicar. Gostaria de subscrever o blog. Boa noite. (se houver forma de corrigir esse comentário triplicado, acredito que outras pessoas não sejam induzidas ao mesmo erro que eu, que estando com sono, não saía da mesma frase 😉